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Jacobo Goldstein: el lado humano de un prestigioso periodista y las razones de su renuncia a la CNN

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Análisis de Alberto García Marrder.
Especial para “La Tribuna” y “Proceso Digital” en Tegucigalpa. Y para “El País” en San Pedro Sula (Honduras)

Ser corresponsal en la Casa Blanca es una posición a la que aspira cualquier periodista. Es prestigiosa, lo máximo de la profesión y muy difícil de conseguir.

Jacobo Goldstein fue el primer periodista hondureño en lograrlo cuando se unió al equipo de la cadena CNN Radio en la sala de prensa de la Casa Blanca, en Washington, en los años noventa.

(Yo también estaba acreditado para la Agencia Española de Noticias EFE cuando era el “Bureau Chief” de su oficina en Washington en los ochenta, aunque la agencia tenía a una excelente corresponsal fija, Anne Leroux).

Voy a revelar los motivos que tuvo mi colega y compatriota para renunciar a un puesto que le llenaba de orgullo e irse a vivir al estado de Florida: porque su esposa mexicana Frances Gaysinsky Dubin y madre de sus dos hijos, sufría de Alzheimer.

Antes, y por miedo a dejarla sola en la casa de Virginia, donde vivían, la estuvo llevando al trabajo en la sala de prensa de la Casa Blanca, durante varios años.

El presidente George W. Bush recibe en la Oficina Oval a Jacobo Goldstein y su esposa Frances en la despedida del periodista como corresponsal en la Casa Blanca de la CNN. Asistió también su hijo Pepe y su hermano Gilberto, ya fallecido. (Foto White House Press).

Durante los “briefing” del jefe de prensa de la Casa Blanca, Frances estaba cerca de  Jacobo. Era, como escribe mi ex colega en EFE-Washington, María Luisa Azpiazu, su “sombra” y tomaba unas excelentes fotos para “La Tribuna”.

Cuando los síntomas de la enfermedad eran incontrolables, Jacobo tomó la decisión drástica de renunciar a la corresponsalía de la CNN en la Casa Blanca y llevarse a su esposa a Florida, En ese estado, además, vivía su hija Victoria (Vicky) y había institutos especializados en el Alzheimer.

La cadena CNN ofreció a Jacobo una despedida oficial en su sede en Atlanta, a la que asistió también Frances y su hija Vicky  Y en esa ocasión,  fue reconocido como a “The Professional of the Month” (El Profesional del Mes).

En el diploma, CNN lo reconoce como el periodista latinoamericano que, desde 1987, más ha cubierto la Casa Blanca y de forma continua.

En todo ese tiempo, Jacobo no dejó de dar crónicas radiales a Radio América de Honduras y a las emisoras afiliadas a la CNN en América Latina. Y mucho antes y por 25 años, a la emisora HRN de Tegucigalpa. Así como escribir su columna “Desde USA” en el diario “La Tribuna·”, que mantiene desde hace más de 30 años.

Mi colega no conoce la palabra “jubilación” y me reitera que seguir ejerciendo de periodista a la edad de 87 años le da vida.

Frances Goldstein murió el 24 de marzo del 2009, a la edad de 68 años, después de estar 11 años luchando contra el Alzheimer.

“Fue una santa y una gran mujer”, me dijo Jacobo en una  larga llamada telefónica entre Florida y Madrid, donde vivo ahora, supuestamente “jubilado”.

Jacobo Goldstein y su esposa Frances, de gala.

Creo que este artículo puede servir de inspiración y alivio a aquellos lectores que tengan un familiar enfermo de Alzheimer. Para que vean, como hizo Jacobo con su esposa, que hay una manera generosa y sacrificada para cuidarlos y acompañarlos en ese duro trance.

En el año 2020, Jacobo tuvo una operación cerebral a vida y muerte, tras una caída en el parking del aeropuerto de Miami.

Poco después, titulé un artículo mío sobre lo que le pasó  “ME SALVARON LA VIDA, ESTA VEZ NO ME TOCABA”. 

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Tengo el honor de reproducir un lindo artículo que la periodista española María Luisa Azpiazu ha escrito, a petición mía, sobre Jacobo y Frances. Ella vivió ese drama cuando era corresponsal de EFE en Washington en los años noventa y más tarde delegada. Años después, fue Directora de Información de EFE en su sede central de Madrid.

Jacobo y Frances Goldstein

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Conocí a Jacobo después de haber llegado a Washington como una joven corresponsal de la Agencia EFE.

Él, que tenía una amplia experiencia en Latinoamérica donde había vivido los acontecimientos de la Región entre los 70 y 80, empezaba a trabajar como corresponsal ante la Casa Blanca para CNN Radio.

Amable, muy educado y tremendamente simpático y generoso, Jacobo no tardó en hacerse notar y en situarse entre los grandes periodistas de la Casa Blanca. Era amigo de todos. Los distintos presidentes a los que cubrió, igualmente, lo llamaban por su nombre.

Jacobo Goldstein en una de sus transmisiones por la por CNN En Español.

Tenía una gran amistad con Helen Thomas, la legendaria  corresponsal de la Agencia UPI, que se sentaba en la codiciada primera fila de la sala de prensa.

También era muy conocida Frances, una señora elegante y distinguida a la que le divertían las ocurrencias de su marido, que eran muchas. Eran una pareja genial con dos hijos estupendos, Vicky y Pepe, que vivían independientes y lejos.

Pero, de repente, Frances empezó a desorientarse de vez en cuando. Y Jacobo estaba cada día más preocupado. Decidió incorporar a su esposa aún más en su vida. Y la convirtió en su sombra.

Jacobo consiguió que los férreos controles de entrada a la Casa Blanca aceptaran a Frances como una acompañante habitual de apoyo periodístico, ya que era una excelente fotógrafa.

Fueron años en los que los dos asistían a los “briefings”, ella en la parte trasera de la sala de prensa.  

Frances, mientras tanto, se sometió a cuanto tratamiento experimental se le ofreciera. Con su enorme generosidad, padeció las pruebas de dolorosos ensayos clínicos con la única intención no solo de que la curaran, sino de contribuir a que su familia, sus hijos y nietos no tuvieran que pasar por este dolor de estar y no conocer. De irse deteriorando poco a poco… inexorablemente.

Así fue. Frances fue empeorando y se le agudizó una fobia a los sonidos, a los ruidos…los restaurantes se hacían cada vez más imposibles y eso me dio la oportunidad de invitarlos a cenar simplemente presentándose en casa. Sin aviso previo.

Eso sí, siempre acompañado de algo que traía Jacobo a quien le gustaba pasar antes por el supermercado y comprar, generalmente, vino y pan francés.

Fueron años tristes pero bonitos, en los que nos hicimos más que amigos. Nos convertimos en familia.

Pero unos años después, no muchos, Jacobo tuvo que dejar la “White House” y se llevó a Frances, a nuestra querida Frances, a Florida.

Ya no podía hacerse cargo de ella en solitario. La situación empeoró y se fueron. Muchos años después, Jaco y Frances siguen estando en nuestros corazones.

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