Londres – Inglaterra no carbura. Era una de las favoritas a ganar esta Eurocopa, pero su incapacidad arriba y su falta de creatividad ofensiva está lastrando a una selección que aspiraba a todo y que, pese a tener un grupo sencillo, necesitará ganar el último encuentro para ser primera.
Se lo jugarán los ingleses contra un República Checa a la que le clavaron una manita hace dos años, pero contra la que perdieron a finales de 2019 en el camino hacia esta Eurocopa. No tiene garantías una Inglaterra que pide a gritos ritmo, dinamismo y fluidez. Contra Croacia se salvaron con una genialidad de Kalvin Phillips culminada por Raheem Sterling y contra los escoceses estuvieron a punto de dar un golpe en la mesa cuando John Stones se encontró con el palo en un cabezazo a los once minutos.
Y es que la Inglaterra de Southgate juega a esto. A ser seguros atrás y a esperar una oportunidad. Una táctica que no enamora al ojo ajeno, pero que gana campeonatos. El técnico ha prescindido de la defensa de cinco jugadores que usó en Rusia, pero ahora confía en dos mediocentros como Phillips y Rice, uno más adelantado que el otro, sí, pero ambos con la tarea de sujetar a sus rivales.
Esta falta de chispa invita a que los aficionados añoren sobre el campo a jugadores como Jack Grealish y a que su sola presencia les anime. Cuando las cámaras enfocaron al futbolista del Aston Villa en el banquillo, atándose las botas tras el descanso, Wembley irrumpió en aplausos. Grealish quizás no sea la solución a todos los problemas del equipo, pero para los ingleses, su condición de clase obrera y el hecho de no jugar para uno de los grandes, es suficiente.
Su participación ante Escocia no estuvo a la altura del ‘hype’ creado, pero resume bien las carencias de un equipo al que le sobran figuras, como denota el hecho de que Jadon Sancho no haya jugado ni un solo minuto aún en el torneo, pero al que le falta mano.
Tras el encuentro ante Croacia, Southgate y los jugadores se quejaron del excesivo calor en Wembley. «El partido más caluroso de mi vida», dijo Tyrone Mings, ante los 25 grados de la capital. Contra Escocia diluvió, hizo frío en Londres. No como en una ventosa noche en Stoke on Tren, pero sí un tiempo más propicio para los jugadores de las islas. Pero no influyó. Porque Inglaterra, la Inglaterra de Southgate, no carbura ni con frío ni con calor. (ag)