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Influencia de las teorías morales en la economía

Roldán Duarte Maradiaga

Tegucigalpa. – Los escritos morales previos de Adam Smith y de John Maynard Keynes no solo anticiparon sus obras económicas más famosas, sino que también les dieron un marco ético y antropológico que permea profundamente sus propuestas en materia de mercados y políticas públicas.

Adam Smith es autor de La teoría de los sentimientos morales (1759), en la misma, Smith explora cómo la simpatía (empatía) y el deseo de aprobación ajena modelan la conducta humana. Para él, el individuo no actúa puramente por interés propio, sino que busca congraciarse con un “espectador imparcial” interior que juzga sus acciones. Esa idea de un equilibrio moral interno es el sustrato sobre el que Smith construirá luego la “mano invisible” de los mercados en La riqueza de las naciones.

Smith también distingue entre reglas de justicia (que él considera universales y jurídicas) y normas de benevolencia (más flexibles y culturales). Esta distinción subyace a su argumentación sobre por qué el Estado debe limitarse a funciones esenciales (justicia, defensa, obras públicas) y dejar que la libertad de intercambio rija el resto de la vida económica.

Aunque en La riqueza de las naciones la búsqueda del propio provecho aparece como motor de la prosperidad colectiva, esa visión se equilibra con la preocupación de Los sentimientos morales por la moderación y el autocontrol: el comercio y la especialización aumentan la riqueza, pero deben ejercerse dentro de límites éticos que eviten la codicia extrema o la explotación.

El énfasis de Smith en la felicidad y la virtud personales (más allá de la mera acumulación) informa su concepto de “riqueza nacional”: no se trata solo de bienes materiales, sino de la capacidad de las sociedades para desarrollarse moral e intelectualmente.

También John Maynard Keynes publicó sus ensayos ético-políticos con anterioridad a su obra insigne. Así, antes de La teoría general, Keynes publicó obras como Essays in Biography y Essays in Persuasion, donde reflexionó sobre la naturaleza del progreso humano, la incertidumbre y la necesidad de liderazgo público. Ahí aparecen ya sus preocupaciones por la volatilidad de las expectativas y la responsabilidad social de los gobernantes, ideas que cristalizarán en la propuesta de estabilidad macroeconómica.

Mientras la economía clásica se presentaba como ciencia “objetiva”, Keynes sostenía que las decisiones de política económica son, en esencia, juicios de valor. Esta visión —heredera de sus escritos más filosóficos— lo lleva a proponer activamente el uso del déficit público y la intervención estatal para corregir fallas de mercado y preservar el bienestar social.

En sus artículos sobre probabilidades y decisiones bajo incertidumbre, Keynes critica el uso mecánico del cálculo estadístico cuando el futuro es inherentemente impredecible. Esta crítica, que tiene un trasfondo casi filosófico, es clave para entender por qué en La teoría general rechaza el pleno empleo automático y defiende la discrecionalidad conforme evoluciona la situación económica.

Los primeros escritos de Keynes, muestran empatía por los más afectados en crisis —desempleados, pobres, jubilados— y plantean la solidaridad entre generaciones. Esta mirada de “economista-moralista” impregna sus recomendaciones de gasto público y de programas sociales, concebidos no sólo como estímulo económico, sino como deber ético de una sociedad.

La influencia de los escritos morales y filosóficos de Smith y de Keynes se pueden resumir así: 1) Marco ético como base conceptual: Ambos autores integraron desde temprano en su obra elementos de filosofía moral que luego sustentaron sus teorías económicas. 2) Economía como disciplina normativa: Smith ya defendía límites morales al mercado; Keynes insistía en la responsabilidad política y social de gestionar la economía. 3) Visión del individuo: La psicología del comportamiento (empatía, expectativas, incertidumbre) aparece primero en sus tratados morales y filosóficos, antes de formalizarla en sus análisis económicos. 4) Compromiso con el bienestar humano: En Smith y en Keynes la economía no es un fin en sí misma, sino un medio para promover la virtud, la equidad y la felicidad de las personas.

De este modo, La teoría de los sentimientos morales y los ensayos previos de Keynes no son meros antecedentes biográficos, sino pilares fundamentales que explican por qué y cómo sus obras maestras incorporan una visión integradora de economía, ética y sociedad.

Smith y Keynes no fueron los únicos en incorporar en sus obras económicas su pensamiento moral y filosófico. Los representantes de la Escuela Austríaca también cimentaron sus teorías económicas sobre una sólida base de principios éticos y filosóficos que habían desarrollado en escritos anteriores a sus obras más conocidas.

Carl Menger (1840–1921), en sus ensayos metodológicos y epistemológicos (p. ej., “Investigaciones sobre los métodos de las ciencias sociales” de 1883), defendía la dignidad y autonomía del individuo como sujeto de conocimiento. Estos escritos han tenido influencia sobre Principios de Economía Política (1871), especialmente en lo relativo al: 1) Subjetivismo ético: El énfasis en la experiencia y valoración individual elaborado en sus ensayos metodológicos precede directamente su teoría del valor subjetivo. 2) Orden espontáneo: La visión de la sociedad como un proceso de conocimiento distribuido (no diseñado) se conecta con su defensa del libre mercado como manifestación de esa espontaneidad moral.

Por su parte, Ludwig von Mises (1881–1973) en Liberalismo: El camino a la libertad (1927), defiende los principios de la sociedad libre y los derechos individuales frente al colectivismo. Este escrito ha tenido influencia en su obra La acción humana (1949), mediante la cual destaca: 1) Praxeología como ciencia del actuar consciente: El enfoque en la acción individual y su fin último en la búsqueda de bienestar se basa en el liberalismo como ética de la responsabilidad. 2) Crítica moral al intervencionismo: Las objeciones éticas al intervencionismo estatal desarrolladas en Liberalismo reaparecen sistemáticamente en su análisis de las distorsiones del mercado.

También Friedrich A. Hayek (1899–1992), en Individualismo y orden económico (1948) y en sus ensayos en la revista Economica (1931–1933), exploró la noción de libertad como base de la convivencia social.

Los escritos morales de Hayek reaparecen en su obra Camino de servidumbre (1944), referidos a temas como: 1) Libertad negativa: La distinción ética entre libertad de coacción (negativa) y proposicional (positiva) se clarifica en sus ensayos previos. 2) Orden espontáneo versus planificado: Su defensa de la evolución cultural y legal como procesos no intencionales proviene de reflexiones filosóficas sobre la justicia y la tradición.

La influencia moral de la ‘Escuela Austríaca’ se refiere en síntesis a temas como: 1) Ética del individuo: Todos los austríacos coincidieron en situar al individuo libre y responsable en el centro de su análisis. 2) Rechazo del colectivismo: Sus escritos morales iniciales establecen la legitimidad de la propiedad y la autonomía personal como antídotos éticos frente al socialismo y al intervencionismo. 3) Economía como ciencia normativa: Más que descripciones “objetivas”, sus teorías económicas llevan implícitos juicios de valor sobre lo justo y lo deseable en la organización social.

En resumen, las obras normativas y filosóficas que precedieron los tratados económicos de la Escuela Austríaca, no fueron meros preludios sin ninguna importancia, sino cimientos sobre los que construyeron la visión austríaca de los mercados como reflejo de la libertad y la moralidad humana.

Conviene finalizar agregando que la Doctrina Social de la Iglesia Católica, ha ido tomando de cada escuela económica —del tomismo, del liberalismo clásico y social, del distributismo, del ordoliberalismo y de las teorías del desarrollo— aquellos elementos éticos que constituyen sus grandes pilares: la dignidad de la persona, la solidaridad, la subsidiariedad y el bien común.

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