Incertidumbre

Por: Luis Cosenza Jiménez

Sucedió lo improbable.  Donald Trump resultó electo Presidente de Estados Unidos. 

A pesar de todo lo negativo que se reveló sobre él, de sus propuestas que (al menos algunas) resultan xenofobicas y ofensivas, y de su actitud soberbia y narcisista, los votantes lo premiaron con su voto.

Perdió en cuanto al voto popular ya que su contrincante lo superó por alrededor de dos millones de votos, pero ganó en los Estados clave, con lo cual ganó en el Colegio Electoral, y este es el voto que, según la Constitución de aquel país, define el ganador de la contienda. 

Al parecer los votantes se sienten frustrados por lo que perciben como la indiferencia y desinterés ante sus problemas de Washington y las élites intelectuales.  Todo indica que se ha abierto una brecha entre una parte significativa de la población y la clase política tradicional y profesional, personificada por Hillary Clinton.  La oferta populista le sirvió muy bien a Trump, demostrando con ello que el populismo no es monopolio de los politiqueros de la “izquierda”. 

A pesar del recuento de votos que se hará en algunos Estados, nadie espera que eso cambie el resultado, por lo que ahora todos nos preguntamos qué es lo que nos depara la presidencia de Trump. La respuesta depende de lo que se suponga en cuanto al compromiso para cumplir con las promesas de campaña. 

Algunos piensan que la realidad se impondrá y que las promesas quedarán en tan solo eso.  Otros, sus más fieles seguidores, están convencidos que Trump cumplirá con lo prometido.  Como nadie sabe con certeza qué pasará, lo que reina en este momento es la incertidumbre. 

En cuanto a nuestro país, el próximo año es año electoral, y la incertidumbre es inherente a esos años.  La llegada de Trump eleva el grado de incertidumbre, pero veamos por qué.

Dos de las promesas de campaña de Trump se centran en el tema migratorio y en la inversión de las empresas estadounidenses en el extranjero, y ambos temas son cruciales para nosotros.  En el tema migratorio llegó al extremo de asegurar que construirá un muro entre Estados Unidos y México y que la construcción sería pagada por México. 

Hay quienes suponen que la construcción sería financiada mediante un impuesto que se cobraría a las remesas que envían los migrantes.  Por otro lado, Trump ha ofrecido penalizar a las empresas que “exportan empleo”, mediante multas o impuestos. En ambos casos, el clima político que se vive en Estados Unidos permite pensar que el Congreso aprobaría la creación de ambos impuestos.  Es difícil creer que algún congresista pueda oponerse a ellos sin arriesgar seriamente su reelección. Pero veamos en más detalle cada caso.

En cuanto al muro, claramente que sería una medida extrema y que de aprobarse un impuesto a las remesas las consecuencias serían graves para nosotros. Veríamos una caída en las remesas y al uso de canales informales para su envío. Pero aún si no se diera esto, con solo aplicar sin excepciones el contenido de la Ley (que el Presidente Obama decidió ignorar), se podría afectar seriamente la migración y las remesas. 

Trump podría decidir que se vigile estrechamente a las empresas y multar aquellas que contratan a personas indocumentadas. Para esto no necesita más que aplicar la Ley, y como consecuencia de tal medida se despediría a muchos de nuestros compatriotas, con lo cual nuevamente mermarían las remesas.  La noticia viajaría rápidamente y el deseo de migrar menguaría rápidamente. Si además se procede a deportar a los indocumentados, el impacto se daría no solo en la caída de las remesas, sino que también en el crecimiento del desempleo en nuestro país al retornar los deportados y no encontrar empleo.

Es probable que no se construya el muro, pero es igualmente probable que se volverá más difícil para nuestros compatriotas encontrar empleo y que se multiplicará el número de deportados.

Me parece que en el tema migratorio estamos frente a un nuevo paradigma.  La Administración Obama decidió que para reducir la migración era necesario mejorar las condiciones de vida en nuestros países. Trump parece pensar que la solución radica en aplicar mano dura, hacer valer la ley, y construir un muro.  En este nuevo enfoque, los recursos asignados a la Alianza para la Prosperidad podrían desaparecer o su uso podría resultar mucho más difícil o engorroso de lo que habíamos supuesto.

En cuanto a la inversión extranjera, mucho se ha dicho sobre las gestiones de Trump para evitar que la empresa Carrier cerrara operaciones en Estados Unidos y las trasladara a México. Ya demostraron que, por medio de incentivos (similar a lo que hemos hecho nosotros), lograron que la empresa desistiera de sus planes. Si esta es la política que se proponen adoptar, claramente que no podremos competir sobre la base de los incentivos que se otorgue a las empresas.  Simplemente no contamos con los recursos que tiene Estados Unidos. 

Por supuesto que habrá empresas de otros países que podrían invertir en el nuestro, aprovechando los tratados de libre comercio que hemos negociado con Estados Unidos y otros países. Sin embargo, Trump también ha hecho pública su decisión de renegociar esos tratados.  Es poco probable que las empresas inviertan en nuestro país en tanto no se esclarezca el panorama.

En conclusión, estamos frente a un panorama incierto y difícil.  Solo nos queda esperar que al final prime el sentido común y que, de no ocurrir eso, quienes nos gobiernan estén desde ahora abocados a definir una estrategia para hacer frente a la difícil situación que podríamos enfrentar.

Más de Luís Cosenza aquí…

spot_img

Lo + Nuevo

spot_img
spot_img
spot_imgspot_img