Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – En los últimos años la sociedad hondureña se ha visto cada vez más polarizada y a ello se suma la apología al odio, lo que puede tener efectos devastadores en un país, donde ya existen desafíos significativos relacionados con la violencia, la pobreza, y la desigualdad.
– Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), prohíbe apología al odio.
– Apología al odio socava la democracia, violenta derechos humanos y divide más las comunidades.
– EEUU recién tuvo un episodio de este tipo cuando el expresidente Donald Trump fuera atacado a balazos en un mitin político.
Expertos consultados por Proceso Digital refieren que la apología al odio agudiza la polarización ya que fomenta la división entre diferentes grupos de la sociedad, ya sean étnicos, religiosos o políticos y en Honduras, donde las tensiones sociales y económicas ya son altas, esto puede profundizar las brechas existentes y generar más conflictos internos.
En los últimos tiempos los mensajes con apología al odio, están a la orden del día y la discriminación política es evidente sólo basta ver como todo hondureño que pertenece al Partido Nacional de Honduras, es inmediatamente discriminado por ser asociado con lo que Libre a popularizado como la ‘narcodictadura’.
Es así que las denuncias de empleados públicos han sido constantes en esta administración, porque si bien es cierto no es nuevo que cada gestión cuando llega despide a los simpatizantes del partido anterior, pero el acoso en esta administración y la discriminación ha ido más allá cuando incluso hay muchos ataques verbales y hasta físicos porque es un pecado ser de otro partido y peor ser ‘narcocachureco’.
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Para ello tienen a los colectivos de Libre, que se han encargado de fomentar ese odio para los que no son del partido en el poder. Pero esos ataques vienen desde arriba porque hay varios funcionarios que no se miden en insultos y menos respetan la investidura de sus puestos, por lo que es muy común ver casi a diario a un ministro despotricando insultos o descalificativos en cuentas oficiales, para todo el que piensa distinto a ellos.
Uno de los ejemplos más claros y recientes de la apología al odio que se está dando en el país, es el del comisionado de la Comisión Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Condepor), Mario Moncada, quien además es hermano de la precandidata de Libre, Rixi Moncada, incitando a la violencia en contra de militantes del Partido Liberal, solicitando a los colectivos que les reciban con machete en mano.
La semana arrancó con acusaciones y contra acusaciones entre el presidenciable Jorge Cálix y el secretario de Finanzas, Marlon Ochoa, éste último acusó al primero de enviar simpatizantes a las afueras de su propiedad para increparlo, un extremo que fue negado rotundamente por el ahora miembro del Partido Liberal.
A la ola de ataques se suma el ministro de Planificación, Ricardo Salgado, quien espera el más mínimo suceso para arremeter contra los que él llama “enemigos de la refundación” y de hacerle comparsa al gobierno de Estados Unidos.
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Atentado a Trump
El pasado fin de semana un suceso retumbó la agenda mediática, el ataque a disparos contra el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El singular político norteamericano resultó herido de bala en una oreja luego del ataque de un joven de 20 años que planificó el ataque, de acuerdo a las versiones del Servicio Secreto de EEUU.
El joven identificado como Thomas Mathew Crooks, fue víctima de ‘bullying’ y había sido visto en un club de tiro de su localidad, según relató un joven que coincidió con él en el instituto escolar.
Aunque Crooks no era muy activo en redes sociales, hoy comienzan a aparecer algunas publicaciones que él colgó, como un video donde habla a la cámara y dice: «Me llamo Thomas Mathew Crooks, odio a los republicanos, odio a Trump, y adivinen qué: Tienen al tipo equivocado», dice, supuestamente en referencia al exmandatario.
A esos niveles escala la violencia en la nación más poderosa del mundo, una situación que no es ajena en Honduras por las peculiaridades de los líderes políticos locales.
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Confusión de la libertad de opinión
e igualdad con mensajes de odio
Es claro que expresarse es un derecho, pero no se debe confundir o disfrazar el derecho a la libertad de expresión u opinión con la apología al odio. El derecho internacional es claro y hay muchas iniciativas encaminadas a evitar que el discurso de odio se convierta en violencia y discriminación, sobre todo ahora que las redes sociales facilitan, este tipo de mensajes.
En ese sentido, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), brinda una respuesta específica a este tema, en su Artículo 19 en el que señala que el ejercicio de la libertad de expresión entraña deberes y responsabilidades especiales. Pero en el Artículo 20 va más allá y cita que, “toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia estará prohibida por la ley”.
Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha impulsado varias iniciativas para combatir el discurso de odio, es así que La Asamblea designa el 18 de junio como el Día Internacional para la Lucha contra el Discurso de Odio, que se celebró por primera vez el 18 de junio de 2022.
El objetivo principal de las distintas iniciativas es evitar que el discurso de odio se convierta en algo más peligroso, en particular, la incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia, que está prohibida por el Derecho Internacional.
Recientemente, la representante de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Honduras, Alice Shackelford, enfatizó: «Las palabras pueden convertirse en armas y conducir a la crueldad y la violencia. La incitación al odio es un peligro para todos y combatirla es tarea de todos».
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En la legislación nacional según los entendidos en la materia en cuanto a quienes hagan apología al odio e incitación a la violencia bien podría aplicarse el Artículo 213, del Código Penal– (Incitación a la Discriminación). También podría ser aplicable el Artículo 574, (perturbación del orden).
Por otra parte, también podría aplicarse la Ley de Policía y Convivencia Ciudadana en su Artículo 142 del capítulo de Orden y Seguridad, incisos 1, 7, 8, 9 y 13.
Polarización Social
La socióloga Julieta Castellanos analizó en conversación con Proceso Digital que la actual polarización, confrontación y apología al odio en Honduras, está impulsada por varios factores. Primero, destaca que la desigualdad social ha fomentado un discurso de rechazo hacia el otro, lo que ha sido aprovechado por los políticos como una estrategia para ascender en sus carreras y obtener cargos de elección popular. Estos dirigentes han culpado a quienes han gobernado anteriormente de todos los problemas del país, generando más división y confrontación.
En segundo lugar, Castellanos señala que algunos políticos carecen de valores ciudadanos y éticos, y su liderazgo se basa en promesas incumplibles. Cuando no pueden cumplir con sus ofrecimientos, continúan culpando a otros de su incapacidad e ineficiencia.
Castellanos también critica el rechazo de estos políticos a las normas establecidas y a la legalidad, utilizando la violencia y la fuerza para imponer sus acciones. Un ejemplo claro de esto, según Castellanos, son los colectivos de Libre que no respetan la autoridad ni las normas de reclutamiento de personal, intimidando y provocando miedo para lograr sus objetivos.
Comparando con el pasado, Castellanos menciona que, aunque Honduras ha vivido momentos de violencia política, como durante la existencia de la organización «Mancha Brava» del Partido Nacional, no recuerda que en los últimos 40 años de transición democrática o durante los gobiernos militares, los funcionarios de gobierno atacaran directamente a los ciudadanos. Hoy en día, esta práctica es común, con funcionarios utilizando sus cuentas oficiales para calumniar y deslegitimar a líderes de la sociedad civil y analistas.
Finalmente, Castellanos advierte sobre el peligro de la incitación a la violencia política partidaria, ejemplificado por llamados a la violencia física desde ciertos sectores políticos. Esta escalada de violencia debe ser castigada según el Código Penal para enviar un mensaje claro de que el país no tolerará tales incitaciones. El país debe abordar esta situación con cuidado y tomar medidas preventivas para evitar que la violencia se intensifique, especialmente durante el proceso electoral.
Vuelta al pasado
El analista Olban Valladares, lamenta que se haya vuelto a un fenómeno que los hondureños pensaban haber superado hace cuatro décadas, desde la emisión de la nueva constitución en 1982 y la restitución del orden civil. A partir de ese momento, se creyó que la «maldición» del odio que dividió a la sociedad hondureña en la primera mitad del siglo XX y que persistió durante muchos años, se iría erradicando con el tiempo. Sin embargo, Valladares señala que, en los últimos años, especialmente después de los acontecimientos de 2009, ha resurgido un discurso de odio y división que está separando familias y comunidades.
Este fenómeno recuerda los primeros años de la Revolución Cubana, donde el conflicto dividió a las familias, provocando un exilio masivo de cubanos que buscaban refugio en otros países de América Latina y Estados Unidos. Valladares criticó que, a pesar de estar avanzando hacia la mitad del siglo XXI, algunos sectores del partido gobernante, especialmente figuras de la dirección del partido Libre, parecen haber olvidado los esfuerzos de generaciones pasadas por sembrar la concordia, el diálogo constructivo y el amor entre los hondureños.
Según Valladares, no hay justificación para continuar evocando acontecimientos del pasado que no contribuyen al desarrollo del país. Esto, dice, es como «abrir tumbas y escarbar huesos». Honduras necesita un clima de tranquilidad, paz y respeto a la ley para atraer inversión local y extranjera, la cual es vital para reducir el desempleo y detener la fuga de talento humano en busca del «sueño americano».
El analista sugiere que uno de los caminos posibles para solucionar este problema sería que las autoridades del partido de gobierno controlen a los principales detractores y destructores de la armonía. Sin embargo, esto requeriría una decisión valiente, no sólo de la presidenta, sino también de los líderes detrás de escena que desestabilizan el régimen. Valladares advierte que, si estos instigadores del odio no se detienen, el pueblo hondureño, cansado de la situación actual, les pasará factura en las urnas en el próximo año y medio.
Niños y jóvenes reciben el daño
real del discurso de odio
El asesor de Pastoral Juvenil Arquidiocesana, el padre Alberto Isaí Enamorado, expresó su preocupación por el mal uso del lenguaje en la sociedad actual, destacando cómo este afecta especialmente a los jóvenes y niños. Según el padre Enamorado, el lenguaje contemporáneo está plagado de confusiones y eufemismos que generan discursos de odio y apologías negativas, afectando profundamente a las generaciones más jóvenes.
Enamorado subrayó que particularmente los niños y jóvenes, son los más vulnerables a absorber estos discursos dañinos, lo que contribuye a la pérdida de identidad y capacidad crítica. Este fenómeno, afirma, se ve reflejado en la creciente tendencia de comunicarse impulsivamente desde la emoción y el sentimiento, en lugar de la razón y el análisis.
El sacerdote, en conversación con Proceso Digital, señaló que esta tendencia ha deteriorado la capacidad de sostener conversaciones constructivas y debates sanos, ya que los jóvenes suelen sentirse ofendidos y reaccionan emocionalmente en lugar de razonar. Esta situación, advierte, podría tener graves consecuencias en el futuro, afectando su capacidad para comunicarse efectivamente en el ámbito laboral, familiar y social.
El líder católico también criticó la situación en el ámbito político, donde es común ver que las ideas se rebaten con insultos y ataques personales en lugar de fomentar debates respetuosos y constructivos. Esto, según Enamorado, refleja una pérdida del sentido de identidad y respeto en la comunicación pública.
Esta situación, a su juicio, fomenta un lenguaje y discurso negativo, violento y confuso, dificultando la resolución de conflictos y la reconciliación en la sociedad.
En resumen, el padre Alberto Isaí Enamorado hace un llamado urgente a reflexionar sobre el uso del lenguaje enfatizando en el no uso del discurso de odio que tiene un gran impacto negativo en niños y jóvenes, subrayando la necesidad de recuperar la racionalidad y el respeto en nuestras comunicaciones para construir una sociedad más comprensiva y unida.
Erosión de la democracia, impacto económico
y desintegración comunitaria
Entre los principales puntos sobre el tema los especialistas entrevistados por Proceso Digital coincidieron en que la promoción del odio puede incitar a la violencia física y verbal. En un país con altos índices de criminalidad como Honduras, esto puede traducirse fácilmente en un aumento de los actos violentos, tanto en la esfera pública como privada; y que la violencia generada por discursos de odio puede escalar rápidamente, resultando en enfrentamientos entre grupos y en el debilitamiento del tejido social.
Asimismo, hicieron énfasis en que la apología al odio puede socavar las instituciones democráticas al deslegitimar a ciertos grupos o individuos y fomentar la intolerancia hacia las diferencias de opinión, lo que puede desestabilizar aún más el sistema democrático, facilitando la aparición de regímenes autoritarios o populistas.
Además, la inestabilidad social y política resultante de la apología al odio puede afectar negativamente la economía. La inseguridad y la violencia disuaden la inversión extranjera y local, y llevan a la fuga de capital humano. Además, los conflictos internos pueden interrumpir las actividades económicas, agravando la pobreza y el desempleo.
Y por si fuera poco señalaron que el odio puede llevar a la fragmentación de comunidades y a la pérdida de la cohesión social, también la apología al odio está intrínsecamente ligada a violaciones de derechos humanos.
En resumen, puntualizaron que la apología al odio puede tener un impacto profundo y multifacético en Honduras, exacerbando los problemas existentes y creando nuevas dificultades. Es crucial que tanto el gobierno como la sociedad civil tomen medidas para combatir el discurso de odio, promoviendo la tolerancia, la inclusión y el respeto por los derechos humanos para una Honduras pacífica que anhela la población. PD