Tegucigalpa (Especial Proceso Digital)– Sueños de grandeza, traiciones, invasiones, ocupaciones, golpes de Estado, guerras civiles, desastres naturales, epidemias y un deseo truncado de progreso, ese ha sido el camino que ha recorrido Honduras durante 200 años desde la independencia de la Corona de España un 15 de septiembre del 1821.
Los ideales que promovieron los fundadores han pasado de lejos, y no todos los ciudadanos tienen el mismo valor ante la ley, como soñaron y normaron los patriotas, transcurridos dos siglos, la desigualdad se refleja en la extendida pobreza de su población.
Igualmente, Honduras ha pasado por un fracasado sueño de integración con las demás naciones centroamericanas para crear una sola República Federal u otro modelo político, pero el mismo siempre se ha estrellado con el muro de la división de las cinco parcelas ístmicas, en las cuales, los intereses de las élites políticas y económicas se han impuesto, matizados como luchas entre grupos liberales y conservadores, disputas vigentes hasta el momento.
Todo esfuerzo unionista ha fracasado a nivel centroamericano, a pesar de los esfuerzos de los próceres y fundadores, como José Cecilio del Valle, Francisco Morazán y entre otros.
En el trascurrir de estos dos siglos de independencia, las luchas de trabajadores, campesinos, mujeres y otros grupos sociales que reclamaron sus derechos sociales, económicos y políticos, marcaron una historia intensa en la cual, gran parte de las conquistas se moldearon, no sin antes derramar sangre y sacrificios.
Inicio y anexión
Tras la declaratoria oficial de la independencia del reino español en forma simbólica el 15 de septiembre de 1821, inmediatamente los líderes del movimiento sesionan y acuerdan que las provincias de la capitanía General de Guatemala, entonces formada por Chiapas, Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, declaran su intención de unirse al imperio mexicano de Agustín de Iturbide.
Antes de la declaratoria de independencia, cuyo texto fue redactado por el hondureño José Cecilio del Valle, previamente habían existido movimientos que proclamaban la lucha de la separación de España, los cuales se dieron en El Salvador en 1811, en Guatemala se detectó una conspiración en 1813, así como en el resto de las provincias.
Pero tras la declaratoria de independencia se mantuvieron las mismas instituciones, leyes y funcionarios de la Corona de España, hasta que el 5 de enero de 1822 cuando una asamblea de delegados acordó integrarse al Imperio de Agustín de Iturbide en México hasta su derrocamiento en 1823, cuando los mexicanos declararon la república como forma de gobierno.
Nacimiento republicano
El 1 de julio de 1823 las provincias declaran la independencia de Centroamérica de España, México o de cualquier otra nación para constituir posteriormente las Provincias Unidas de Centroamérica.
El primer nacimiento del modelo republicano en Honduras fue por medio de la República Federal de Centroamérica creada por la Asamblea Constituyente el 22 de noviembre de 1824, la cual se mantuvo en vigencia hasta 1839. Previamente dicha asamblea había acordado la abolición de la esclavitud en la región, el 11 de marzo de 1824.
Pero la república centroamericana sembró las semillas de lo que serían las décadas siguientes de confrontación y guerras armadas entre conservadores y liberales, lo que llevó a continuos enfrentamientos armados entre los cinco países que la conformaban, ya que cada grupo apoyaba a los suyos en los estados vecinos.
En ese periodo, el héroe nacional Francisco Morazán libró grandes batallas políticas y militares que lo llevaron a la presidencia de la República Federal de Centroamérica de 1830 a 1839, hasta que perdió el poder en la batalla de 1840.
Morazán impulsaba la idea de una Centroamérica unida, con modelo de gobierno federal, pero siempre se encontró con la oposición de los conservadores nacionales y de los estados vecinos. Morazán murió en Costa Rica donde fue fusilado por los conservadores. Sus restos enterrados en El Salvador en septiembre de 1842.
Previamente Morazán había sido gobernante del estado de Honduras de 1827 a 1830, entonces el país era parte de la Centroamérica unida.
Pero las fuerzas nacionalistas hondureñas conspiraban contra el gobierno federal, dirigido por Morazán, y declararon la independencia del país de Centroamérica el 15 de noviembre de 1838, previamente, en enero de ese año se había adoptado la primera constitución nacional.
El general Francisco Ferrera se convirtió en el primer presidente de la República de Honduras en el periodo 1841-1842 y tuvo un segundo mandato en 1842-1844.
Invasiones
Honduras, ya como Estado soberano propio, sufrió diversas invasiones de países vecinos y de otras potencias a medida avanzaba su formación.
La primera ofensiva que recibió fue de Guatemala en 1855 cuando el gobierno de Rafael Carrera invadió el país para expulsar del poder a José Trinidad Cabañas e instaló en el mismo al conservador José Santos Guardiola.
La influencia de Guatemala, El Salvador y Nicaragua fue presente a lo largo del siglo XIX y los gobernantes nacionales casi siempre eran producto de las invasiones de los ejércitos de los países vecinos.
En 1876 el gobernante guatemalteco Justo Rufino Barrios apoyó los esfuerzos de Marco Aurelio Soto para sacar del poder al general José María Medina. Soto cayó en desgracia con Barrios y dimitió en 1883.
El gobierno de Soto se caracterizó por la Reforma Liberal que logró finalmente consolidar los ideales de Morazán, de una separación Estado-Iglesia, y el impulso a la educación.
En 1907 el Congreso de Nicaragua, a instancia de su presidente José Santos Zelaya, declaró la guerra a Honduras y sus fuerzas militares invadieron al país. El Salvador envió miles de hombres para ayudar a Honduras a resistir la invasión, pero las fuerzas invasoras derrotaron a hondureños y salvadoreños y las tropas invasoras llegaron hasta Tegucigalpa el 27 de marzo de ese año e instalaron en el poder a Terencio Sierra Romero.
Nicaragua recelaba una alianza de Guatemala, El Salvador y Honduras, pero en el fondo estaba su rechazó al laudo del rey Alfonso XIII que definía la frontera honduro-nicaragüense y que beneficiaba las pretensiones hondureñas.
Simultáneamente un grupo expedicionario de los marines estadounidenses ocupaba casi toda la costa norte de Honduras, de Puerto Cortés hasta Trujillo, acuerpados por el poder de fuego del crucero USS Chicago.
Finalmente, el gobierno de Manuel Bonilla cayó, tanto estadounidenses como nicaragüenses tenían un candidato para sucederlo, imponiéndose la expedición militar de Nicaragua que había tomado Tegucigalpa.
En 1957, nuevamente el ejército de Nicaragua, ya bajo el mando de la familia Somoza, invadió Honduras en la famosa batalla del Mocorón con la finalidad de controlar zonas de La Mosquitia que reclamaban y que el laudo del rey Alfonso XIII había concedido a Honduras.
La guerra duró 23 días, aunque los historiadores señalaron que fue más mediática, por el uso de los diarios y las radios de parte de los gobiernos involucrados para ganar el apoyo de sus poblaciones.
Finalmente, las partes se retiraron y acordaron en Washington que el caso fuera conocido por la Corte Internacional de Justicia en La Haya, Holanda. La Corte falló el 18 de noviembre de 1960 a favor de Honduras, que defendió la frontera con Nicaragua porque la misma había sido delimitada por el laudo del rey Alfonso XIII.
En 1969 las fuerzas militares salvadoreñas invadieron Honduras por los frentes occidental y sur, así como por la vía aérea. Tras cuatro días de combates, se decretó un cese de hostilidades y las fuerzas de cada país debían replegarse a sus posiciones originales. El hecho es conocido como la Guerra de las 100 horas o la Guerra del Fútbol, ya que días antes se habían enfrentado sus equipos nacionales buscando clasificarse para el mundial de México 70.
El Salvador reclamaba varias zonas terrestres y la parte insular del Golfo de Fonseca. Tras negociar por años, los dos países firmaron un tratado general de paz en Lima, Perú en 1980, el mismo definía la mayor parte de la frontera, pero quedaron espacios terrestres e insulares que los dos gobiernos pusieron en manos de La Haya.
Finalmente, la alta Corte falló el 11 de septiembre de 1992, concediendo a Honduras la mayor parte del territorio en disputa, mientras que a nivel insular concedió a El Salvador las islas Meanguera y Meanguerita. Honduras mantuvo su dominio en la Isla El Tigre.
El Salvador ahora reclama que la isla Conejo le pertenece mientras que Honduras sostiene que la misma no formó parte del fallo de la Corte porque nunca fue territorio en disputa, ni en litigio y que sobre él ha primado su soberanía.
Ocupaciones
En 1850 el gobierno británico, por medio de su delegación en Belice, volvió a promover la ocupación de las Islas de la Bahía y otras partes del territorio hondureño en el Caribe, como la zona denominada La Mosquitia.
Previamente los ingleses habían rodeado y ocupado Roatán y otras posesiones, pero siempre fueron desalojados por las autoridades coloniales españolas. Desde 1830 las autoridades inglesas en Belice enviaron expediciones militares a dicho archipiélago.
La reina Victoria oficializó el 22 de marzo de 1852 la ocupación de Islas de la Bahía al declararla colonia inglesa bajo la supervisión de sus autoridades en Belice.
La decisión de la corona inglesa de declararla colonia molestó al gobierno estadounidense, que había proclamado que ninguna potencia extra americana podría tener posesiones en el continente y lo consideró violatorio al tratado Clayton-Bulwer de julio de 1850, en el cual la corona inglesa renunciaba a toda presencia en Centroamérica, igual Estados Unidos.
La presión estadounidense se mantuvo y en 1859 se firmó el tratado Lennox-Cruz, mediante el cual el gobierno británico reconoce la soberanía de Honduras sobre las Islas de la Bahía y devuelve el control de estas a las autoridades hondureñas.
En dicho tratado también se reconoce la soberanía hondureña sobre la parte de La Mosquitia, el cual estaba en control británico bajo la figura de Protectorado de La Mosquitia.
Pero las ocupaciones de fuerzas extranjeras de territorio hondureño no se quedaron en el siglo XIX, sino que continuaron en el siglo XX, solo que, en esta ocasión bajo el argumento de estabilizar el país de sus guerras civiles, proteger los intereses estadounidenses, tanto inversiones como ciudadanos.
Estados Unidos despachó sus Marines desde 1903 y sucesivamente en 1907, 1911, 1912, 1919, 1924 y 1925 hacia Honduras para intervenir y “pacificar” al país, pero sobre todo para que sus crecientes intereses económicos, mineros y bananeros, se establecieran y consolidaran.
Desastres naturales y epidemias
Los 200 años de historia de Honduras desde su independencia del reino español no solo estuvieron marcados por las confrontaciones políticas, las ocupaciones, invasiones y otros intereses extranjeros, sino también por los golpes que la naturaleza le proporcionó a sus habitantes.
Los desastres naturales, representados por los huracanes y tormentas tropicales, han sido fundamentalmente la constante en el siglo XX para Honduras, provocando miles de muertes, destrucción de bienes personales y de empresas, así como la infraestructura pública (escuelas, centros de salud, carreteras y puentes).
El Centro de Información de Desastres y Salud de la Biblioteca Médica Nacional de Honduras registra que 91 depresiones, tormentas y huracanes han afectado a Honduras desde 1870 hasta la primera década del presente siglo (XXI).
Por los registros de prensa nacional y extranjera, se conoce que los más potentes han sido los de 1934, cuando las gráficas de la época muestran al río Grande completamente lleno entrando a la ciudad de Tegucigalpa, así como las inundaciones o llenas provocadas en el Valle de Sula y otras partes de la zona norte de Honduras.
Solo en la ciudad de Ocotepeque se registraron 500 muertes y la destrucción de todo el poblado, excepto de la iglesia católica.
En 1954, la tormenta tropical Gilda devastó la zona norte de Honduras, provocando inundaciones en los valles y mayor daño a la economía nacional, ya golpeada por las consecuencias de la huelga bananera de ese mismo año.
En los años 60 del siglo pasado los huracanes Alma (1966) y Francelia (1969) también abatieron Honduras, golpeando las plantaciones bananeras y otras ciudades del país.
Pero en 1974 el país recibiría uno de los mayores golpes conocidos por la naturaleza al ser alcanzado por el huracán Fifí, que solo en Choloma provocó más de 2 mil muertes, algunos estimaron después que fueron más de 5 mil las víctimas mortales, además de la destrucción de los plantíos agrícolas (banano y otros) y la pérdida de casas, carreteras y puentes.
Pero la historia de tragedias continuaría en 1998 cuando el poderoso huracán Mitch se abatió sobre Nicaragua y especialmente sobre Honduras, provocando una destrucción generalizada y la muerte de más de 6 mil 500 personas solo en el país y 11 mil desaparecidos.
Los desastres continuaron a lo largo de los años y solo el 2020 el país volvió a sufrir los embates de las tormentas tropicales Eta e Iota, que provocaron la inundación del valle de Sula, así como destrucción por las lluvias e inundaciones en la zona caribeña de La Ceiba, Colón, el occidente y sur de Honduras.
A lo largo de sus 200 años, Honduras ha sufrido también una serie de epidemias, en el siglo XIX la viruela, luego fue impactante la llegada de la gripe española a inicios del siglo XX, así como la de la Fiebre Amarilla, la malaria con la llegada de las plantaciones bananeras a la zona norte, seguida por el cólera, el dengue y el Sida, entre otras.
Actualmente el país hace frente a la pandemia del COVID-19, que ha matado a más de 9 mil personas e infectado a más de 300 mil, pero que sobre todo ha golpeado a la economía nacional, provocando la pérdida o suspensión de más de medio millón de trabajadores. Igualmente, el sistema educativo nacional, tanto público como privado, ha visto que casi dos años ha tenido que suspender actividades presenciales.
Movimientos sociales
La Honduras de los 200 años, también registra en su historia la lucha de los sectores más vulnerables y pobres para avanzar en la conquista de sus derechos sociales y económicos.
Marginados durante la proclamación de la independencia y las posteriores luchas por la conformación del estado nacional, las ocupaciones e invasiones extranjeras, los movimientos sociales comienzan a forjarse y dar sus primeras manifestaciones a inicios del siglo XX.
El 12 de marzo de 1900 estalló una huelga en el mineral de San Juancito, Francisco Morazán, en la que tomaron parte centenares de obreros, siendo considerado el primer movimiento en el siglo XX.
Las luchas continuaron y las mujeres reclamaron también sus espacios, para lo cual en 1926 se organizó la Sociedad de Cultura Femenina, presidida por la activista Visitación Padilla y Graciela García, siendo el primer embrión de las organizaciones feministas.
En 1954 estalló una huelga generalizada en las fincas, empacadoras y demás instalaciones de la United Fruit Company, extendiéndose a otras zonas del país, lo cual provocó un sismo social y económico, ya que se saldó con el reconocimiento de los derechos de los trabajadores hondureños.
Ese mismo año, el Congreso Nacional emitió un decreto que reconoce los derechos ciudadanos de las mujeres hondureñas, el cual fue ratificado el el 25 de enero de 1955 por Julio Lozano Díaz, quien otorga el derecho de la mujer hondureña a ejercer el sufragio.
Justamente 1954 ha sido el año que marcó un quiebre en el país, ya que los sectores hasta entonces olvidados comenzaron a tener voz en los asuntos del Estado, tanto obreros como mujeres comenzaron a ejercer su influencia en las políticas estatales.
En los años 60 los campesinos logran la ansiada ley de reforma agraria, mediante la cual el Estado le reconoce el derecho a la tierra.
Corrupción
Pero la historia de Honduras también está ligada a la corrupción, siendo sonados los casos del Ferrocarril Nacional, para lo cual se contrataron cuatro préstamos con casas británicas por cuatro millones de libras esterlinas, aunque a Honduras solo llegaron 300 mil libras.
Para 1869 se iniciaron los estudios para la construcción del sueño eterno de Honduras, una línea férrea que uniera el Atlántico con el Pacífico, pero el mismo nunca logró pasar de Cortés.
Honduras terminó de pagar hasta mediados del siglo XX la deuda contraída décadas atrás y el ferrocarril nunca logró llegar ni siquiera a Yojoa.
En el siglo XX también ocurrieron varios casos de corrupción, siendo el más conocido y mediático el llamado “Bananagate”, el cual consistió en el pago de sobornos de la bananera United Brands Company al gobierno militar presidido por Oswaldo López Arellano para reducir el impuesto a la exportación del banano que era de 0.50 dólar por caja de banano en 1974.
Denunciado por el diario The Wall Street Journal, el soborno de 1.2 millones de dólares provocó la caída de López Arellano y de su ministro de Economía, Abraham Benatton Ramos.
En el siglo XXI el escándalo más emblemático fue el megafraude al Seguro Social por miles de millones de lempiras, mismo que provocó una indignación popular que llevó al surgimiento del movimiento de Las Antorchas o indignados, que se saldó con la creación de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH).
El Ministerio Público por su lado ha enjuiciado a los funcionarios del Seguro Social, así como a empresarios vinculados al escándalo y hasta el momento se han logrado más de una docena de condenas, pero aún quedan muchas ordenes de capturas y líneas de investigación que desentrañar.
Grandeza
En el transcurrir de 200 años de vida como nación con muchos problemas, no ha impedido que Honduras siga teniendo sus ideales y las realidades no le han quitado el deseo de grandeza a sus ciudadanos que siempre sueñan, como lo hicieron sus antecesores, en crear un Estado fuerte, con mucha riqueza producida, pero que también las enormes desigualdades puedan reducirse a fin de que todos tengan oportunidades de crecimiento y la población logre el acceso a cubrir las necesidades básicas.
Todo esto está abierto para que pueda lograrse en los próximos 100 años de vida independiente, ya que reducir los niveles actuales de pobreza que superan el 70% de los habitantes requerirá décadas de incremento de la producción, manejo estatal adecuado y políticas que favorezcan a los ciudadanos, especialmente en materia de educación y salud pública, así como una infraestructura que permita la adecuada movilización.
Pero también se tiene como reto proteger y mantener el ambiente natural, una de las mayores riquezas que el país ha poseído estos 200 años, ya que la degradación ambiental golpea más a los pobres, así como la profundiza. (PD)