Tegucigalpa (Especial Proceso Digital / Por Jorge Sierra) – La historia de la familia nuclear de Keyla Martínez, la estudiante de enfermería que perdió la vida violentamente en una celda de la Policía, es una cronología de migraciones continuas, de un éxodo constante por la sobrevivencia, una huida de la pobreza y de la exclusión, una búsqueda de las oportunidades que su país y el entorno les negaron.
– La familia de Keyla emigró de San Francisco de Opalaca hacia La Esperanza, luego su hermana mayor se marchó hacia los Estados Unidos, su hermano emigró a México, la madre radica en España desde hace cuatro años y ella vivía en Tegucigalpa para concluir sus estudios. La lucha por la vida y el trabajo era una constante en la familia.
– “Me arrebataron un pedazo de mi vida, ella era una mujer llena de futuro, entregada a su trabajo. Ella era muy sociable, muy querida por todo el pueblo, no tenían por qué apagar su llama”, manifestó doña Norma.
La madre de la malograda joven estudiante de enfermería, Keyla Patricia Martínez (26), que perdió la vida en el interior de una celda policial en La Esperanza, Intibucá, reclamó justicia en el caso de su hija y dejó claro que no abandonará Honduras hasta que se logre dar con los responsables del suceso.
Doña Norma Martínez conversó con Proceso Digital, ella detalló retazos de vida, la que ahora se encuentra destrozada por la irreparable pérdida de Keyla.
La entrevistada agarró fuerzas de flaqueza para pedir justicia y que este no sea uno más del 96 por ciento de las muertes violentas de mujeres que quedan en la impunidad.
Desde la intimidad de su vivienda en La Esperanza, occidente de Honduras y aún sin asimilar la muerte de su hija Keyla, doña Norma tuvo la fuerza para contar detalles íntimos de la familia.
Relató que su madre -Lucinda Rodríguez- era oriunda de San Francisco de Opalaca, Intibucá, pero muy joven emigró a La Esperanza, donde se forjó su familia compuesta por 10 hermanos. “Somos personas honestas y muy educados”, agregó.
La familia Martínez-Rodríguez está compuesta por cuatro hermanos: Evelyn, Luis Alfredo, Keyla (QEPD) y Nancy.
Como muchas familias hondureñas, los Martínez-Rodríguez tuvieron que migrar a distintas partes del mundo para buscar mejores condiciones de vida.
Doña Norma, que logró con mucho sacrificio obtener los títulos de contador público y secretaría, migró hace cuatro años a Madrid (España), Evelyn hace 10 años a Virginia (EEUU), Luis Alfredo hacia México y Keyla a Tegucigalpa para terminar sus estudios superiores de licenciada en enfermería. Nancy tuvo que quedarse en La Esperanza al cuidado de una floristería para costear su vida.
“Tenemos que emigrar porque aquí el gobierno no es digno de ofrecernos un trabajo. Aquí hay que tener cuello blanco, que sea de una familia de alta sociedad y nosotros no podemos obtener un trabajo digno. Aquí te explotan y no te pagan”, ratificó.
Contó que gracias a Dios logró obtener su residencia temporal en España, caso contrario no hubiera podido volver al país para darle el último adiós a su entrañable Keyla.
“En diciembre estuve de vacaciones, ella (Keyla) estaba muy contenta porque se había matriculado de nuevo en la universidad, a la espera de su práctica que era lo que la separaba de culminar su carrera de licenciada en enfermería”, rememoró.
Confesó que no tiene previsto volver a España y solo lo hará cuando la muerte de Keyla se haya esclarecido. “No me voy a mover de aquí hasta ver a las personas que hicieron esto entre las rejas”.
Mi corazón está destrozado
Externó que “no puedo asimilar que me hayan quitado a mi hija, supuestamente quienes debían protegerla”.
“A mi hija le arrebataron la vida vilmente”, acentuó EN SU ENTREVISTA con Proceso Digital para luego agregar que “es difícil para uno de madre enfrentarse a una situación como esta, pero ahora estoy con más fuerza, aunque mi corazón está destrozado”.
Clamó que su principal motivo para seguir viviendo es para lograr que a su hija se le haga justicia y que se encuentre a los verdaderos responsables de la muerte de Keyla. “Ella no se suicidó como quieren hacer creer, a ella la mataron en las celdas en las celdas”, expresó.
Agradeció el apoyo del pueblo hondureño y no dudó en decir que llegarán hasta las últimas consecuencias para dar con los responsables del crimen.
“No importa que arriesgue mi vida y la de nuestras familias porque aquí callando a la gente arreglan todo… las mismas autoridades son las que se encargan de mandarlo a callar a uno. A las personas que son honestas les pido que nos ayuden a encontrar a los culpables”, dijo en medio de la congoja.
Externó sentirse satisfecha por las primeras acciones de la Fiscalía hondureña, en el sentido de los resultados preliminares de la autopsia, que arrojan muerte por asfixia mecánica, así como por la orden de practicar exámenes forenses a 13 efectivos policiales que estuvieron en esa posta el día del suceso.
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Sin embargo, dijo que “ojalá que en la continuación del proceso vayan a cambiar las cosas como es una costumbre aquí en Honduras y después cierran los casos sin haber sido esclarecidos. Lo que necesito es esclarecer para que mi hija pueda descansar en paz”.
Dijo que su familia siempre ha sido luchadora y nunca se han caracterizado por ser conflictivos, al tiempo que anunció comenzarán este viernes con las marchas pacíficas para mantener encendida la exigencia de justicia.
“Me arrebataron un pedazo de mi vida, ella era una mujer llena de futuro, entregada a su trabajo. Ella era muy sociable, muy querida por todo el pueblo, no tenían por qué apagar esta llama”, suspiró.
En todo momento doña Norma recalcó que si algo le ocurre a ella o alguien de su familia es responsabilidad de la Policía.
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La recordaré con risas
De su lado, Evelyn Martínez contó que tiene 10 años de vivir en Virginia, EEUU, donde ha logrado forjar una familia. Vive con su esposo, tiene un niño, una niña y está a la espera de otra.
Declaró que en dos semanas tiene previsto retornar a Estados Unidos. “Regresó porque dentro de esos 15 días son esenciales en mi carrera”, anotó.
Ella es egresada de maestra de educación primaria en la escuela de occidente.
Evelyn comentó que son una familia unida, a pesar de las distancias que los separan. “Hemos estado en diferentes lugares, pero estamos muy unidos, no podía creer lo de su muerte y que tenía que regresar a enterrar a mi hermana, a la que recién le había dado un abrazo de despedida”, dijo entre lágrimas.
“Cuando recibí la noticia de la muerte de mi hermana no lo podía creer porque había estado hablando con ella el día anterior”, proclamó.
Narró que cuando recuerda a Keyla lo hace con esos gestos alegres y esas risas que no le faltaban. “Ahora mismo estoy esperando un bebé y ella estaba súper emocionada, me decía que iba a ser su niña que se la cuidara porque iba a ser de ella”.
Se despidió expresando: “Pedimos el apoyo del pueblo porque este es un caso duro, no es contra otro civil que estamos luchando, es contra la Policía Nacional y el Estado de Honduras. Pedimos que nos sigan impulsando porque estas acciones van a salvar muchas vidas, tenemos que pensar en eso”. (JS)