Entre lo líquido, lo amorfo y lo incierto.

Dr. Ignacio Alonzo

El filósofo francés Jean Francois Lyotard, influenciado por Karl Marx, Martín Heidegger, Maurice Merleau-Ponty, Sigmund Freud, Jacques Lacan, y Ludwig Wittgenstein. Entonces, Lyotard se abrevó de las aguas de todos estos filósofos y pensadores, de tal manera, que propone los cuatro grandes metarrelatos que en filosofía, sociología, literatura y otras ciencias básicas han estado como enmarcados. Lyotard, (1987), difunde en su obra, “La condición posmoderna” los metarrelatos siguientes: el cristianismo, fundamentado en la vida y obra de Jesús de Nazareth, el socialismo científico y materialista, el cual pretende cambiar las estructuras sociales dándole paso al proletariado para que tome el poder y gobierne con igualdad para todos. la ilustración, que no es más que el culto a la razón, acabando con la irracionalidad humana, y el capitalismo, que es la exaltación de la racionalidad económica, la cual aboga o por lo menos en su declaración le apunta a una distribución de la riqueza equitativamente para que los ciudadanos del país donde se practique vivan con bienestar y total plenitud, respeto a la propiedad privada y el goce de las garantías personales, constitucionales y hasta las más elementales que una persona necesita para desarrollarse personal y familiarmente. Feinmann, (2020).

Lo anterior, es solo para hacer diferencia de los valores practicados en la modernidad, los cuales han sido criticados severamente desde la posmodernidad, en donde los absolutos pasaron a ser relativos. La actual sociedad, cuenta con tecnología avanzada, muchas veces, en detrimento y alienación de millones de seres humanos alrededor del mundo. Se vive en un mundo súper mega acelerado, que lo que sirve para hoy, es obsolescencia para mañana, es decir, que es incalculable e inalcanzables los cambios violentos en todas las esferas y campos del conocimiento de esta humanidad. La vida de la modernidad era más despacio y espaciosa a la vez, hoy cada vez, sobreviven los más aptos, y desaparecen los que no se pueden adaptar a nada. En otras palabras, esta es una sociedad despiadada, descartable y totalmente materialista, individualista, consumista y hedonista.

En la posmodernidad los relatos de la modernidad aún tienen vigencia, relativizados completamente. Una idea clara es que en la posmodernidad el ser humano se abre y aparece tal cual, es decir, que según dicen algunos teóricos y defensores de esta era es que las personas no esconden nada y a plena luz del día sacan sus verdaderas personalidades importándoles poco o nada lo que el resto de la sociedad diga, pues los individuos realizan acciones públicas excéntricas y estrambóticas, prueba de eso son las redes sociales de moda en la actualidad.

El famoso filósofo, sociólogo polaco de origen judío Zygmunt Bauman, habla de conceptos en que la actual humanidad se encuentra, enlista y explica entre otros, emancipación, tiempo/espacio, trabajo y comunidad. Bauman (2003), en su obra “La Modernidad Líquida”, interesantes definiciones de lo líquido como lo que fluye, filtra, chorrea, rocían, exudan, y se desplazan con facilidad, en fin hay muchísimos otros significados de aquello que también dice es como el agua que se nos escapa entre los dedos. Añade Bauman, que pasamos de una sociedad sólida a una sociedad líquida, demasiado rápida y maleable de todo a todo. También apunta de manera significativa que los hombres de la posmodernidad no les interesan las certezas, y solo confía en sí mismo. Lo volátil es lo más seguro, y el cambio es lo permanente tal como lo señala Peter Senge (1990) en su famoso libro “ La Quinta Disciplina”.
Bauman se refiere también a la familia de nuestros días, en donde las disoluciones son por montones y que las abuelas y abuelos son incluidos y excluidos sin recursos para participar en decisiones, que no son de ellos, sino de sus hijos. Lo anterior, solo es una muestra de la era presente del no compromiso, del echarle la culpa a otros, de pasarle la carga a los demás y no asumir responsabilidad absolutamente de nada. La sociedad posmoderna está caracterizada por lo amorfo, por la distorsión y por saltar de un lado a otro buscando los atajos más fáciles en lugar de ir por los caminos en donde hay un precio que pagar. En la tercera década del Siglo XXI, los niveles de incertidumbre son cada vez mayores, todo es volátil, descartable e incierto. Si le preguntamos a los jóvenes de hoy sobre su futuro, encontraremos respuestas muy interesantes, pero, sin duda, la palabra que aparecerá en ellos es que hay demasiada inestabilidad y demasiadas cosas inciertas, razón por la cual, le tienen miedo al compromiso, no piensan vivir donde nacieron, las carreras que estudian no necesariamente es en lo que trabajan, los medios en que se transportan, solo son un medio y no el fin, ya ellos están pensando en taxis voladores, en lo más sofisticado de la tecnología aún cuando saben que es hoy y que mañana habrá que comprar una nueva, así, cada aspecto de la vida se ve líquido, amorfo e incierto.

Finalmente, cabe señalar, que la sociedad posmoderna le apunta a la exposición violenta de todo lo que se inventa, ya sea tecnología, ciencia básica o las mismas humanidades. Hay años que vienen, los cuales serán aún más difíciles, los valores de nuestros antepasados son cuestionados y hasta ridiculizados, los principios y las prospectivas de vida, se han vuelto demasiado livianos, y las expectativas de seguridad y paz serán y se verán más lejanas de lo que las vemos el día de hoy. Es bien cierto, que lo líquido, amorfo e incierto, no es propio de un país en particular, obedece a un nuevo orden mundial y a una agenda que se impulsa quién sabe quién, desde donde, pero, lo cierto es, es que está entre nosotros como algo inevitable y pareciera que fuera inherente a todos los que habitamos el Planeta Tierra.

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