Tokio – Los Juegos Olímpicos que Japón acoge en pandemia, bajo un fuerte control fronterizo, abren nuevos debates sobre el devenir de una nación que abraza la apertura o el aislamiento al compás de su historia.
Ya no estamos en el siglo XIX, cuando barcos estadounidenses atracaron en costas japonesas y forzaron su apertura comercial, ni en el motor del pacífico de los ochenta. Japón cambió de siglo con grandes desafíos poblacionales y económicos, además de un desastre reciente.
«Los Juegos eran una forma de decirle al mundo que Japón ya estaba en buena forma», afirma María Francisca Casado, autora de «Fukushima: Crónica de un desastre anunciado», y lo estaban logrando porque «parece que nos hemos olvidado del desastre».
Ningún país podría haberlo hecho mejor para sacar estos Juegos, según la investigadora, quien opina que serán «un escaparate de cultura, tecnología y deporte».
Un escaparate televisado de un país que se debate entre la internacionalización y su condición de excepcionalidad cultural.
JAPÓN EN EL MAPA Y ESCASEZ DE TRABAJADORES
«El Partido Liberal Democrático impuso un giro hacia la apertura bajo el segundo gobierno de Shinzo Abe», explica Tomofumi Nakazawa, profesor de español y América Latina en la Universidad Ritsumeikan de Kioto.
Tokio 2020 no fue el único evento internacional diseñado para posicionar globalmente a la nación durante el largo mandato de Abe. En 2016, Japón acogió el G7, una cita histórica con la primera visita a Hiroshima de un presidente estadounidense, Barack Obama.
Llegó el G20 a Osaka en 2019, aunque los anfitriones quedaron eclipsados bajo la presencia de Donald Trump y Xi Jinping, y en 2025 presentarán la Exposición Universal.
Japón hizo esfuerzos por recibir turistas (30 millones en 2019) y «facilitaba la entrada de mano de obra barata de Asia, un alineamiento muy importante» para la sociedad más envejecida del mundo que, según el investigador Nakazawa «no tiene más opción que abrirse».
Durante el siglo XIX, los políticos de la era Meiji viajaron fuera «ellos mismos a aprender, y ese conocimiento hizo a Japón modernizarse», explica el profesor, que observa en los jóvenes una pérdida del interés por aprender y menos admiración hacia occidente.
«Quitando las malas condiciones laborales, sin subida salarial en treinta años, nuestros jóvenes viven en un país seguro y estable» comenta.
El profesor japonés avista avances en una juventud «más estudiosa, liberal, menos patriarcal y abierta a la equidad de género, raza y orientación sexual, una encrucijada de valores en Japón, un hito muy positivo».
«LOS JUEGOS DE LA INCERTIDUMBRE»
«Que no haya público es un batacazo para los japoneses, su historia con los Juegos va del fracaso en 1940, a la ilusión de 1964 y ahora la incertidumbre», afirma Florentino Rodao, autor de «La Soledad del País Vulnerable», obra clave para entender Japón.
«Han sido ejemplo de cómo salir de un desastre, pero es la primera vez que no piensan en reconstrucción. Su osadía fue tratar de olvidar Fukushima, pero ahora falta liderazgo e innovación», opina el historiador.
Rodao apunta que el cierre fronterizo no es exclusivo de Japón, «Asia y Australia se verán afectados».
Al experto le preocupa la lentitud de la vacuna, quizá un exceso de confianza y falta de flexibilidad administrativa, que ha resultado en la celebración del evento internacional con tan solo un 21 % de la población vacunada y que ha dinamitado la confianza de la población en sus autoridades.
Estos días el primer ministro repite que los Juegos «inspirarán a los jóvenes», pero lo cierto es que estos se muestran descontentos con la clase política.
«No tenemos ganas de Olimpiadas, hubiese sido mejor cancelarlos», comentan varios universitarios, alumnos del profesor Nakazawa, por videoconferencia.
«La idea original de estos Juegos se desnaturalizó, sirve poco a nada», concluye este profesor que no ve un cambio de guión político puesto que Suga (Yoshihide Suga, primer ministro), » funciona como intervalo y es un fiel defensor de Abe, clave para que el partido gobernante se mantenga en el poder».
CIERRE INSULAR EN UNA ECONOMÍA GLOBAL
Para la empresaria Erika Rossi, radicada en Japón desde hace dos décadas, «el cierre se agudizará» porque el «virus, metáfora de lo extranjero, confirma a los japoneses que han de arreglárselas solos y su mercado interno es más confiable».
Esta experta en internacionalización no es optimista sobre el futuro de la tercera economía global: «Pensé que Japón sería el primero en salir de la pandemia, pero la política ha resultado incapaz y la edad avanzada de los líderes nipones no prioriza el futuro».
«Japón no está listo para acoger al extranjero, los recibe, pero no hay cultura o educación en pensamiento global, como sí existe en Europa», afirma Rossi, quien resalta la falta de solución a presiones internacionales y la economía estancada del país como problemas mayores.
«A pesar de contar con ayudas, muchos extranjeros están marchándose y yo me lo estoy planteando», lamenta la empresaria.
JS