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En vísperas del Día del Maestro hondureño: La Carrera Docente.

Dr. Ignacio Alonzo

Según el Reglamento de la Carrera Docente, publicado en el Diario Oficial La Gaceta el 17 de septiembre del 2014, como un regalo justo para “El Día del Maestro Hondureño”, se cita, el Título I, Capítulo I de los propósitos y fines en su artículo 4, taxativamente dice: que se debe fortalecer la docencia como carrera profesional, dignificar el ejercicio de la docencia, garantizar su formación pedagógica, académica y experiencia profesional, regular el ascenso o mejoramiento, entre otros, garantizar que la docencia sea ejercida por docentes idóneos, partiendo del reconocimiento de su formación, experiencia, desempeño y competencias, atributos esenciales para el logro de una educación con calidad y el desarrollo y crecimiento profesional docente. Y finalmente, y no menos importante, está el fijar los criterios para la definición del salario docente, un tópico demasiado álgido en lo que respecta al ejercicio de la carrera docente en Honduras. La docencia según el reglamento citado define de la siguiente manera: “ Es la actividad profesional que se desarrolla directamente con los educandos, de manera presencial o a distancia, en los ciclos de Prebasica, básico y medio, es de carácter académico, continua y sistemática para facilitar el proceso de aprendizaje. (Art. 7, inciso, a). Así que, para ejercer la docencia en Honduras, se necesita entre otros documentos, acreditar el título de educación a nivel medio o universitario, ya que a partir del 2018, para ingresar a la carrera docente, se debe acreditar el título de Licenciado en Educación, extendido por una universidad oficial del país, o de otro país debidamente acreditado. (Art. 12, inciso d). Dicho lo anterior, es importante remarcar las condiciones inadecuadas, espacios y predios escolares en situaciones muy complejas para ejercer la carrera docente. A 12 años de haber sido aprobada la Ley Fundamental de Educación y a 10 del Reglamento de la Carrera Docente, las cosas siguen iguales o malas para miles de maestros y maestras que llevan a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje, con tantas limitaciones pedagógicas, careciendo de lo básico y elemental como tener una infraestructura física adecuada y atractiva para docentes y educandos. Cada vez, vemos que existe una necesidad impostergable de mejorar las aulas escolares en nuestro país. Hace algunos años se decía que a los niños les debe gustar la escuela, los conceptos pedagógicos han cambiado y hoy se habla mejor de que la escuela sea un lugar en que los niños disfruten estar. La escuela debería suponerse como “un lugar” y “no un lugar”. Soy un convencido, que hay muchas instituciones educativas en condiciones muy deplorables, en todos los sentidos. Según el informe de la (ASJ, julio, 2024), la infraestructura educativa urge de una intervención inmediata, existen más de 12 mil centros educativos deteriorados, producto del abandono estatal y de los embates naturales. No obstante, en el 2023, se destinaron 409.8 millones más en infraestructura en comparación al 2022. Existen una serie de factores que podrían explicar la situación de la carrera docente en Honduras, por ejemplo, está el tema de la desvalorización de la carrera docente, descrédito que comenzó hace más ya de 20 años, siendo acusados los profesores “de no hacer nada y solo vivir para engordarse”. Además, los pocos o casi nulos estímulos económicos que han tenido los docentes en las dos últimas décadas, han puesto a aquellos que quieren por vocación, profesión y decisión de dedicarse a la docencia en situaciones muy estrechas y hasta de calamidad. Sumado a lo anterior, también está la incertidumbre salvaje y las formas de selección, concursos y demás mecanismos para ingresar a la carrera docente, que no presentan ningún atractivo, como otrora si lo era. Había grandes esperanzas según (Alas, 2023), con la llegada de dirigentes magisteriales a la SEDUC, ya que los maestros conocen la problemática educativa, sin embargo, “las tareas importantes que debían hacerse no se realizaron”. Si bien es cierto, los maestros en el Sistema Educativo Nacional, han recibido su salario mensualmente, esto no significa que las necesidades básicas de los educadores sean resueltas. Sin tener cifras ni estadísticas, sin lugar a equivocarse, las personas más endeudadas y comprometidas en bancos, cooperativas y en Inprema son los maestros. Según datos de la Unidad del Sistema Nacional de Información Educativa (USINIEH) revela que el año 2023, había un total de 71,652 maestros para atender a 1, 849,823 estudiantes en todo el país. En el nivel básico que concentra la mayor cantidad de estudiantes, las cifras apuntan que había 1,437,956 estudiantes atendidos por 41,011 docentes, lo que significa que hay más o menos unos 35 estudiantes en cada aula escolar en promedio, infiriendo que estos datos son de los departamentos más poblados del país. Para tener resultados óptimos y mejores rendimientos principalmente en matemáticas y español, se deberían atender entre 15 y 20 estudiantes por cada profesor. Así que, si se quiere poner al país en mejores condiciones de competitividad en la región latinoamericana y mundial, debe dársele oportunidad a los maestros que demuestren sus capacidades para transformar y mejorar los índices de reprobación, repitencia, deserción y rezago escolar. La calidad educativa, definitivamente pasa por la calidad de profesores que tiene un sistema educativo en cualquier latitud del mundo. La reflexión que se debe hacer es: Un sistema educativo no sale adelante con maestros mal pagados, con estudiantes medianamente alimentados, con instituciones que muestran edificios en ruinas, con pobreza tecnológica, con escasos y mínimos materiales didácticos y no de la mejor calidad. Sumado a lo anterior, con un periodo de pandemia que vino a atrasar más o menos en 10 años, el sistema educativo debido a lo inesperado e improvisaciones a que se acudieron, según expertos. Los países desarrollados tienen por regla y requisito hacer capacitaciones, seguido de evaluaciones docentes, lo cual resultaría interesante en el caso de Honduras, a efecto de que los docentes eleven los niveles educativos en cada uno de los establecimientos escolares, de tal forma, que cuando a los niños se les apliquen pruebas estandarizadas internacionales, obtengan excelentes resultados, o, al menos, se acerquen a los estandares de estos países que están en el top mundial en educación. Lo preocupante de la carrera docente en Honduras, es que en este momento la población de estudiantes que acceden a la UPNFM, es muy limitada, a lo mejor, por los pobres incentivos que ofrece el ser docente, de ahí, que insistamos que desde el gobierno, Secretaría de Educación, colegios magisteriales, se revalorice la profesión docente, se incentive a aquellos que tienen los promedios más altos, vocación y habilidades para ser maestros en las diferentes disciplinas y niveles, mejores salarios, ambientes escolares dignos para el ejercicio de la enseñanza, subirle la estima a los docentes y restituirles el respeto y el lugar que ocupan en la sociedad, además, potenciar a la UPNFM con mejor presupuesto para que abra un abanico de maestrías, doctorados, post doctorados, que ya ofrece pero con pocos recursos, y, algo sumamente importante, es reconocerles sus estudios, ya que la calificación académica, llega hasta el requisito mínimo para el maestro, trayendo esto, como aparejada consecuencia, que el docente no tenga ningún interés por seguirse educando y preparándose más, ya que la meritocracia va hasta lo más elemental, de lo que dice la Ley Fundamental de Educación, que con un grado de licenciatura basta para ingresar al sistema educativo. Para finalizar esta reflexión, cabe decir, que los docentes una vez jubilados, no gozan del Seguro Social, que es cuando más lo necesitan por los agudos problemas de salud, los cuales van ligados al ejercicio de la profesión, como ser: pérdidas de voz, hipertensión arterial, diabetes, enfermedades renales, afecciones cardíacas, problemas neurovasculares, artritis, Párkinson, y trastornos mentales. La incertidumbre de trabajar hasta después de los 55, 59 o después de los 60 años y no alcanzar una jubilación digna, hace que muchos docentes vivan en la peor tristeza de sus vidas y no en el júbilo que significa el final de su profesión, ya que la muerte les sorprende y no logran gozar de nada. Tenemos que apostar por una carrera docente, que ennoblezca a la persona y por ende al profesional de la docencia. Concienciar a los gobiernos y ver una dirigencia magisterial comprometida con la masa de docentes que aspiran a dar lo mejor en las aulas de clases, a fin de formar los mejores estudiantes para una sociedad altamente competitiva, y ver a Honduras con maestros felices y estudiantes equipados con las mejores herramientas y conocimientos científicos que demanda la empresa privada y estatal. La dignidad de un maestro se respeta y nunca jamás se debe ultrajar ni amenazar, ni mucho menos, exponerlo a situaciones de estrecheces y de necesidades básicas no satisfechas. La carrera docente en Honduras, debe ser una buena opción, si y solo si, se mejoran las condiciones del maestro, se les dignifica, honra y sobre todo, revalorizarla y ofrecer los mejores incentivos a quienes trabajan en educación, para lograr el éxito educativo de la presente y futura generación de profesionales del Siglo XXI. Propongo una mirada exhaustiva a la Constitución de La República, La Ley Fundamental de Educación, Estatuto del Docente Hondureño, Reglamento de La Carrera Docente, Estatutos de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, Manual de Puestos, Estatutos de los Colegios Magisteriales, y, además, una Comisión de ALTO NIVEL, que reúna a la Sociedad Civil, Empresa Privada, Secretaría de Educación, Organizaciones No Gubernamentales, Cooperación Externa, Docentes en servicio, a fin de elaborar un plan para la REVALORIZACIÓN de la CARRERA DOCENTE, y MEJORA DE LA CALIDAD EDUCATIVA en donde todos nos involucremos, y nos a sacudamos los errores que hemos venido cometiendo y hagamos docencia en Honduras, con profesores haciendo y rehaciendo escuelas, dando el todo por el todo, de lo contrario, se nos caerán los edificios y los docentes hondureños, terminarán su Carrera sin ningún resultado, frustrados, deprimidos y desvalidos al final de sus días.

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