El verdadero problema

Julio Raudales

¡Por fin! La presidenta del Banco Central habló. Intentó poner en claro cuál es la visión de la actual administración sobre algunos de los problemas económicos más agudos del país. Lo hizo desde uno de los mercados de la capital mientras compraba verduras y carnes como cualquier ciudadana de a pie, en contacto con la gente.

La prensa la abordó con las preguntas de siempre: ¿Han aumentado los precios de la canasta alimenticia? ¿Cómo ve el problema del acceso a dólares? ¿Qué le ha dicho el Fondo Monetario Internacional? Ella contestó con naturalidad y firmeza: las cosas marchan como prevé el Programa Monetario del BCH, el tipo de cambio nominal se maneja de manera que no afecte a los pobres y las conversaciones con el FMI se mantienen con normalidad.

Sus respuestas tranquilas y su actitud hierática generaron sosiego entre la prensa. Anunció que no habrá golpes de timón abruptos en el manejo de la política monetaria, aunque no descarta ajustes graduales sobre todo en lo concerniente a la Tasa de Política Monetaria (TPM), el encaje legal y los otros instrumentos con los que cuenta la institución que preside.

Pero en macroeconomía hay que ser avezado; ver el bosque y no los árboles. Las cifras son elocuentes y deben leerse con atención y pericia para tener el panorama completo, comprender que está sucediendo y anticiparnos a lo que deviene el futuro.

Lo primero es entender que el manejo monetario debe estar destinado a generar incentivos a la producción y ésta solo la puede desarrollar con efectividad el sector privado, es decir trabajadores y empresarios. Son estos los que deben gozar del privilegio y la atención de las políticas públicas. Utilizar la normativa para lograr que vengan los desembolsos de organismos internacionales que financien al gobierno, es ser cómplices de la construcción del estado fallido que hasta ahora hemos labrado.

Pero la imagen que han desplegado las autoridades del BCH a lo largo de los años es otra. Continuamente alardean acerca de la importancia de mantener un acuerdo con el FMI únicamente con el fin de que vengan los desembolsos de “apoyo presupuestario” como si financiar el gasto público fuera la única razón de existir de la política monetaria.

¿Y el financiamiento al agro, las facilidades a la transformación de bienes primarios, el fomento a la generación de nuevas empresas, la mejora en la calidad de los servicios? ¡Cosas como estas son las que permitirán que las hondureñas y hondureños estemos mejor en unos pocos años!

No se puede desconocer el rol que un gobierno responsable y fuerte debe ejercer en un país como Honduras: Las condiciones de miseria en que viven muchos hogares, más de medio millón de infantes padecen de desnutrición crónica y de persistir en ese estado estarán condenados a ser pobres el resto de su vida, casi 20 mil escuelas y colegios públicos desprovistos de las condiciones mínimas para que los maestros hagan su trabajo de forma adecuada, cientos de miles de hectáreas de bosque y valles sin acceso carretero para facilitar la producción ¡En fin! la lista de necesidades es larga.

Pero ¿Ha cumplido el sector público con este mandato tan urgente? La verdad es que no.

El problema es que financiar al sector público como lo han venido haciendo los presupuestos de las 5 décadas anteriores no resuelve nada. El gasto crece año con año. Para ello nos aumentan continuamente los impuestos, se contrae deuda en condiciones cada vez más asfixiantes y se abren más y más secretarías y oficinas. ¿Qué hemos ganado con esto sino pobreza e inseguridad?

La presidenta del BCH es una entendida en estos asuntos. A diferencia de muchos de sus colegas de gabinete, cuando se le pregunta sobre el tema que le concierne, sabe de lo que está hablando. Pero es importante que siempre tenga presente que su mandato como responsable de la política monetaria y cambiaria, no es buscarle financiamiento al gobierno.

¡Hay muchas cosas importantes que debe hacer antes que ello! Mantener una inflación baja (la de Honduras es actualmente la más elevada del istmo), proveer incentivos financieros adecuados a los sectores productivos para que por sí mismos desarrollen sus habilidades y velar porque la posición de Honduras frente al resto del mundo sea la adecuada y competitiva.

Quizás valdría la pena recordarles a nuestras autoridades que en situaciones como las que vivimos en la actualidad, el gobierno no es la solución a nuestros problemas, el gobierno es el problema.   

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