El reto al 2030

Por:Julio Raudales
Tegucigalpa.- ¡Tres lustros hace ya! Fue en septiembre de 2000. Un nuevo milenio despuntaba y la esperanza bullía en los corazones de la gente que buscaba en el nuevo siglo el cumplimiento de tantos y tan viejos sueños.

189 presidentes estuvieron presentes en aquella “Cumbre del Milenio” para validar un trabajo que llevaba 2 años fraguándose. También estaba allí el de Honduras y al volver, nos pidió iniciar el trabajo de consolidación de aquellos 8 objetivos en un programa que permitiera generar una plataforma de desarrollo para nuestro país.
Quince años han pasado y no lo logramos. El 2015 se acaba y el país no vio cumplido ni uno solo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODMs). La pobreza extrema sigue atenazando y robando el futuro de nuestros hogares, no universalizamos la educación básica, la diferencia de oportunidades entre mujeres y hombres sigue siendo abismal, etc. Apenas avanzamos en una de las 18 metas: la que nos constriñe a reducir a la mitad la población que padece de hambre y no estoy seguro de que se haya logrado de manera sostenible. La sequía de este año y las malas experiencias previas dan motivos para la duda. Pero la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) nos premió en 2013 y supongo que debemos estar alegres.
¿De quién es la culpa del fracaso? Es muy evidente. Cinco gobiernos han transcurrido desde el 2000 y ninguno mostró un compromiso decidido por los ODMs. Los técnicos pusimos en buena medida nuestro mejor empeño en el diseño y operación de metodologías e instrumental para facilitar su consecución, la Sociedad Civil, los Organismos y Agencias de Cooperación trabajaron desde sus posibilidades e incluso hubo alcaldes que centraron su agenda en el cumplimiento de muchas de las metas. Pero los tomadores de decisiones de alto nivel nunca reflejaron en sus acciones las acciones necesarias para lograr su cumplimiento aunque sea de forma parcial.
Y es que los discursos deben verse reflejados fundamentalmente en dos cosas: En primer lugar en el compromiso por hacer reformas legales, además de diseñar normas y programas funcionales y en segundo lugar la alineación del presupuesto a dichos programas. Sin estos elementos nada puede materializarse y esto es exactamente lo que ocurrió en nuestro país.
Al resto del mundo le fue mejor: Los países africanos cumplieron en buena medida con los ODMs. Algunos como Etiopía, Kenya y Mozambique cumplieron con todos y están saliendo aceleradamente de la pobreza. Latinoamérica mostró aun mayores resultados: Bolivia, Paraguay, Ecuador, Costa Rica, Perú, Panamá, Chile, etc. Todos cumplieron a cabalidad la tarea. Quedan aun muchos retos, pero se aprendieron muchas lecciones que vale la pena rescatar para nosotros, los que no cumplimos.
Como para que las cosas no queden allí, los presidentes del mundo aprobaron en la ONU, en una Cumbre realizada en el marco de su Asamblea General de 2015 el pasado mes de septiembre, una nueva agenda para el desarrollo global. Esta es mucho más ambiciosa que la anterior y se denomina: Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con un horizonte hacia el 2030, con 17 objetivos, 169 metas y una cantidad aun mayor de indicadores para la medición de su cumplimiento. ¡Vana tarea! Dirán algunos y no sin razón. Pero no debemos perder el ánimo y trabajar con orden e inteligencia para alcanzar el éxito.
Esta vez, los ODS son el resultado de un proceso masivo de consultas liderado por las Naciones Unidas; un hecho que, en sí mismo, ya devuelve cierto protagonismo a la agenda de desarrollo. Además, la narrativa igualizante del mundo parece haberse transformado en un discurso de retos comunes como la desigualdad o el cambio climático.
En definitiva, los procesos de desarrollo son largos, complejos, holísticos, multidimensionales e inciertos. La agenda de desarrollo que guíe el sistema de cooperación de los próximos 15 años deberá saber comprometer y aglutinar a la comunidad internacional en torno a metas concretas pero también deberá reconocer la dificultad de esta tarea y, de momento, este reconocimiento ya ha llegado.

Esperemos que esta vez nuestras autoridades apliquen la metodología abierta y participativa adoptada por el PNUD en la elaboración, discusión y aplicación de este nuevo proceso, pero mas importante es que por fin se decidan a adoptar esta agenda como su eje de políticas para alcanzar de verdad el desarrollo sostenible. ¡Podemos hacerlo! Pero hay que tomar estas cosas en serio.

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