Tegucigalpa (Especial Proceso Digital /Jorge Sierra) – Su cátedra representó un paso obligado para quienes querían ser periodistas a fondo, capaces de escribir con sencillez, fluidez, objetividad, técnica y estilo. Considerado como uno de los grandes formadores de las buenas generaciones de redactores, otros simplemente preferían no matricular clases con él por estricto. Todos coinciden en que enseñaba como pocos.
– Nunca recibió premios porque para él bastaba con el reconocimiento de sus educandos.
– Se puede vivir con decoro ejerciendo la carrera con apego a la ética, reflexionó.
– Siempre modesto, puntual, comprometido y cascarrabias. Sus alumnos le recuerdan porque incidió en las vidas de todos para bien.
Se trata de Jorge Reinaldo Amador, un catedrático en el retiro, que por décadas formó a las jóvenes generaciones de periodistas en la emblemática escuela de Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Él se valió del rigor y la mística periodística que ahora se ve reflejada en la capacidad de redacción de decenas de comunicadores que llevan su sello.
Amador es oriundo de Tegucigalpa, donde nació el 26 de diciembre de 1949. Tiene cinco hijos, tres mujeres en el primer matrimonio y dos varones en el segundo. Por ahora, disfruta de su vida de jubilado haciendo obras y brindando consejos a las nuevas generaciones de periodistas.
Ingresó en 1970 a la UNAH y egresó en 1973. Fue el tercer graduado de la carrera en 1974. En más de 33 años de docencia atendió unos 85 cursos.
Recordó que sacó cursos de mecanografía en la Academia Alpha en Comayagüela, donde aprendió a escribir a máquina usando los 10 dedos, porque su sueño era ser reportero de Radio América.
Comenzó su actividad periodística como fundador de Diario Tiempo en 1970. Fue reportero, comentarista y jefe de redacción de Radio América.
Además, por muchos años se desempeñó como jefe de redacción en HRN, así como comentarista-editorialista. Ejerció el mismo cargo en Diario El Día y Diario El Heraldo, también fue editorialista de Diario El Cronista.
Vida de catedrático
Fue una figura respetada y hasta temida en la cátedra de la asignatura de Periodismo Informativo, aunque también impartió: Introducción al Periodismo, Radioperiodismo, Periodismo en Televisión y Relaciones Públicas en la escuela de periodismo de la UNAH.
Narró que siempre disfrutó más el periodismo escrito, porque a su criterio “es periodista legítimo el que puede redactar una nota, los demás también lo son, pero no están completos al no tener una formación integral”.
Lamentó que muchos jóvenes prefieren la radio y la televisión para no tener que redactar. “El que tiene capacidad de redacción lo puede hacer en cualquier campo de la comunicación (relaciones públicas, publicidad, mercadotecnia, comunicación agrícola, comunicación en salud)”.
Reveló también que “en la vida me he ganado mis pesos haciendo discursos políticos e incluso para varios presidentes de la República”.
Aseguró que el mejor galardón que recibió en la vida es el reconocimiento de sus alumnos y personas que aprendieron de sus enseñanzas. “Para mí el mayor galardón es encontrarme en la calle a gente que me agradece y me saluda con mucho respeto y admiración, que me dicen: ‘mire licenciado yo me defiendo hoy día gracias en parte a los conocimientos que usted me impartió’, eso me llena de orgullo y digo he cumplido con mi deber en la formación de estos muchachos”, exteriorizó.
Se autorretrató como una persona que no le gustan las bromas, que siempre tenía claro el camino: del aula a la casa y viceversa. “Siempre tuve perfil bajo”, dijo.
Reconoció que “la inmensa mayoría de la gente tiene mejor opinión de mí que negativa. Soy una persona de mal genio, de mal carácter y no soy nada simpático. Siempre lo dije, a mí me importa poco resultar simpático, lo que se quiere es enseñar, si les caigo mal no es asunto que me preocupe”.
El recordado maestro de las aulas universitarias tuvo una plática sincera con Proceso Digital. Detalló su filosofía y algunos aspectos hasta ahora desconocidos de su vida.
Proceso Digital (PD): ¿Qué es el periodismo para usted?
Reinaldo Amador (RA): Es una de las profesiones más nobles, siempre y cuando sea desempeñada de forma correcta. A través de la comunicación se puede servir al pueblo y la colectividad en general, sin embargo, cuando no se ejerza de manera adecuada, con verdad e imparcialidad, se puede hacer mucho daño como ocurre frecuentemente cuando la noticia se transmite como mercancía, como espectáculo y explotación del morbo.
PD: ¿Qué recuerda de la vieja Escuela de Periodismo de la UNAH?
RA: Difícil comienzo. Como al inicio dependíamos de la Escuela de Derecho, la carrera funcionaba en unos reducidos cubículos. No teníamos ningún tipo de equipo. Hasta después contamos con una reducida donación de viejas máquinas de escribir mecánicas donadas por una entidad del Estado y un par de cámaras fotográficas. La enseñanza se fundamentaba solo en teoría, por medio de folletos mimeografiados que los alumnos debíamos comprar.
PD: ¿Qué maestros influyeron en su formación como comunicador?
RA: Óscar Reyes Baca, Mario Espinoza, Antonio Pineda Green, Cristina de Idiáquez, Ana de Merriam, Carlos Echeverría y su esposa, entre otros.
PD: ¿Qué alumnos recuerda con especial cariño o por sus dotes en la carrera?
RA: No quiero hacer exclusiones. Todos merecen consideración y les agradezco haberme dado la oportunidad de enseñarles. Disculpo y trato de comprender a quienes por mis exigencias formativas llegaron a sentir antipatía por mi persona, me hicieron graves amenazas, propalaron que padecía de enfermedades terminales, ocasionaron daños al vehículo, hicieron disparos frente a mi casa, enviaron anónimos insultantes o burlescos y hasta llegaron donde el presidente del Congreso de la época, Roberto Micheletti, para que cancelaran mi nombramiento como docente porque “es muy estricto”.
PD: ¿Cree que ha bajado la calidad de la Escuela de Periodismo?
RA: No me consta. Pero he escuchado quejas de algunos alumnos y hasta docentes en ese sentido. Tendrían que determinarlo los órganos especializados de la UNAH a través de las evaluaciones correspondientes. Una opinión que tomar en cuenta es también la de los directores, coordinadores o jefes de redacción de los medios de comunicación que trabajan con los actuales egresados.
PD: ¿Qué se debe hacer para levantar la calidad desde la formación académica?
RA: Evaluar con rigor y de manera sistemática el trabajo de los docentes, como se hacía en tiempos pasados. Contratar al mejor personal de conformidad con su capacidad pedagógica, conocimientos de la carrera y de índole general. Enfatizar en el aspecto práctico, el cual es en definitiva lo que les permite a los muchachos desempeñarse con acierto en el ejercicio profesional.
PD: Siempre fue de los maestros más modestos y con poco protagonismo, ¿cree que los periodistas igual deben pasar desapercibidos en sus trincheras?
RA: Siempre tuve un comportamiento introvertido y fiel a ello me limitaba a cumplir con mis responsabilidades como maestro. Jamás me interesó ocupar ningún cargo directivo en la carrera ni el galardón interno al “mejor maestro” que en ciertos años otorgaban los estudiantes a los catedráticos que les resultaban simpáticos.
Pienso que la conducta frente al público de los periodistas en ejercicio debe ser lo más estrictamente profesional que sea posible, tomando en cuenta que somos los canalizadores del mensaje entre el medio y las personas. No somos los protagonistas del hecho y como tales debemos dar a conocer los sucesos o interpretarlos en riguroso apego a la verdad e imparcialidad, con equilibrio y ecuanimidad.
Obviamente si en algún momento el comunicador obtiene una primicia informativa, es entendible que sentirá mucha satisfacción por el reconocimiento del público a su trabajo, pero evitando caer en el morbo o amarillismo.
PD: ¿El periodismo actual, qué sensaciones le deja después de formar a tantas generaciones?
RA: Es sorprendente la evolución que ha tenido el periodismo gracias a los avances tecnológicos. Lo último en hechos noticiosos se conoce primero a través de los medios digitales que cada vez crecen en el favor popular. Es lamentable, eso sí, que ello haya traído como consecuencia la casi desaparición de los periódicos en el contexto mundial. Muchísimos medios escritos han debido cerrar, reducir su circulación al mínimo o incorporar el componente digital. Soy de los que creo que el periodismo por excelencia es el escrito. En eso profundicé durante mi gestión docente, en el entendido que un periodista que no sabe redactar no está capacitado a plenitud. Sí posee destreza redaccional, podrá desempeñarse con éxito en cualquier otro medio, sin distingo de su naturaleza. Es deplorable, asimismo, que en las actuales circunstancias lo que prevalece es la concepción de noticia como espectáculo y no como un servicio público. Los criterios de valoración de la noticia andan muy mal, porque se prioriza lo intrascendente sobre lo significativo. La explotación del morbo es lo que vende, y esto va en menoscabo de los sucesos realmente relevantes, de interés general.
PD: ¿Qué debe tener un buen periodista?
RA: Ante todo, un periodista que se precie de serlo debe tener vocación para ejercer la profesión. Debe percibir que lleva hondo en sus más caros sentimientos el propósito de ser periodista, básicamente para cumplir una función social, no sólo por resolver una necesidad laboral, buscar notoriedad o hacer dinero fácil. Salvo muy escasas excepciones de colegas que pudieron instalar sus empresas, el periodismo no es una vía para enriquecerse. Quienes hagan ostentación de mucha solvencia económica y no puedan demostrar el origen lícito de esos dineros, no andan en buenos pasos y son objeto del repudio general. Se puede vivir con decoro ejerciendo la carrera con apego a la ética.
PD: Compártanos una anécdota como catedrático.
RA: En realidad son muchas, pero recuerdo una con un Mayor del Ejército que entró a mi cubículo, abre el maletín frente a mi escritorio y me dice: ‘licenciado se me olvidó’, pero me muestra una miniuzi adentro. Aquello era una obvia intimidación, entonces le dije: a de veras, para que no se le olvide, se la aceptó (la tarea), pero sin derecho a nota porque usted no puede tener el mismo beneficio de los que sí lo entregan puntualmente. El tipo cerró el maletín molesto y se marchó.
PD: El periodismo digital, ¿Qué piensa y hacia dónde va con el uso de la evolución de las plataformas digitales?
RA: Sin duda, el periodismo digital continúa avanzando en su objetivo de convertirse en la mejor opción en la materia al más breve plazo posible. Ya lo es en aquellos lugares del país donde hay conectividad y las personas son poseedoras de un aparato de telefonía móvil, una computadora o una “tableta”. Pero hay amplios sectores de la población que no tienen acceso a estas posibilidades y esto se ha constatado en la actual pandemia en el campo educativo. De ahí, entonces, que la radio sigue siendo el medio más popular y barato en una sociedad en desarrollo como la nuestra.
Sin embargo, es incuestionable que el periodismo digital se fortalece cada vez más, habida cuenta que internet es la red informática de difusión de información y contenidos por excelencia.
PD: ¿Sigue teniendo esa pasión por la profesión como cuando impartía clases en la UNAH?
RA: Definitivamente el periodismo ha sido, es y será mi gran pasión profesional. Cuando uno cree que nació con esa vocación, esa actitud se mantiene hasta el fin de nuestros días.
PD: ¿Qué es de su vida en estos momentos, ¿cómo transcurre cada día?
RA: Me mantengo permanentemente informado, en los órdenes nacional e internacional. Estoy suscrito a todos los periódicos del país e inclusive (vía digital) a algunos de Estados Unidos, América Latina y España. Estoy atento a noticieros radiales y televisivos del país, así como a varios periódicos digitales. También soy suscriptor de “Tunein Radio” y de las plataformas “Netflix”, “Amazon Prime” y “Disney Plus”. Ocasionalmente escribo comentarios para un diario digital y para un programa radial nocturno. Oriento a ciertos colegas cuando me lo solicitan y a otros los recomiendo cuando me piden candidatos para ciertas plazas. Con mis modestos recursos de jubilado, reforesto y protejo seis áreas verdes del anillo periférico, regalamos sopas los domingos para un grupo de ancianos pobres (con el apoyo de mi esposa y mis hijos), les hacemos módicas aportaciones económicas y les regalamos medicamentos básicos. También damos de comer a animalitos de la calle. Vamos a la Iglesia en familia y hago natación y caminatas, cuidándonos mucho para evitar el contagio del COVID 19. La clave es mantenernos ocupados para no caer en la depresión generada por el confinamiento.
PD: ¿Deben los periodistas recibir premios?
RA: Los premios deben ser el reconocimiento a los méritos comprobados de un profesional. En Honduras se otorgan muchos y no siempre con justicia. Deberían concederse a los que lo merecen, a la luz de ejecutorias verificadas con seriedad, prolijidad y amplitud de criterios, sin sectarismo, politización, amiguismo o compadrazgo. Aquí la mayor parte se otorgan a personas de los medios tradicionales, algunos de los cuales hasta tienen colección de ellos. Casi siempre son los mismos. Salvo las contadas excepciones, no toman en cuenta a los nuevos valores. En ese contexto, en el orden personal nunca acepté recibir ningún premio. Decliné uno del Congreso y dos de la APH. El mejor galardón es el reconocimiento del público a nuestro trabajo en los medios donde laboré y la gratitud de mis exalumnos por mi aporte a su formación. Lo demás es superfluo.
PD: ¿Qué siente cuando escucha que el periodismo es el cuarto poder?
RA: Es una ocurrente frase hecha que no se fundamenta en la realidad. El verdadero poder lo ejercen los propietarios de los medios y los grupos fácticos. Ellos dictan las pautas, los lineamientos, las políticas informativas o editoriales. Si el periodista no se acomoda a esas circunstancias o no se autocensura, pierde su empleo. Así ha sido siempre y de momento no hay visos de que este panorama vaya a cambiar.
PD: ¿Sus consejos para los que abrazan la carrera?
RA: Que procuren en el curso de su vida ser buenos profesionales, cultivarse, cumplir con sus deberes a cabalidad, aspirar cada día a ser mejores, no conformarse con el mínimo de su potencial, no caer en la rutina, desarrollar al máximo sus capacidades, pero sobre todo actuar en apego a la ética, las buenas costumbres y los principios espirituales, luchar por los intereses colectivos y defender las causas más nobles.
Así se despidió Reinaldo Amador, con esa misma pasión que lo caracterizaba en las aulas universitarias. “Gracias joven”, dice para concluir la entrevista y rematarla con “me siento orgulloso de haber estudiado esta profesión, siempre quise ser periodista. He contribuido con el país”. (JS)