Por: Otto Martín Wolf
A finales de la Segunda Guerra Mundial un tren alemán con 300 toneladas de oro puro y otros tesoros, fue escondido en algún lugar de Polonia… nunca se supo su destino.
Ahora, hace un par de semanas dos hombres hicieron un reclamo oficial ya que dicen haberlo encontrado y, de acuerdo a la ley, tienen derecho al 10% del valor total del hallazgo.
Una tonelada tiene 32.084 onzas Troy (medida especial para el oro, algo diferente a la onza que los demás mortales usamos para medir cosas como azúcar o mantequilla).
Trescientas toneladas equivalen a 9,625.200 onzas Troy (nueve millones seiscientos veinticinco mil doscientas onzas Troy)
El precio actual del oro en el mercado es de $1160.oo por cada onza.
El valor total de 9,625.200 onzas Troy es de $ 11,165.232.000.oo (Once billones, ciento sesenta y cinco mil doscientos millones, centavos más o menos).
Como anoté, el valor de la recompensa es del 10%, o sean $1,165, 232.00 (un billón mil ciento sesenta y cinco mil doscientos treinta y dos dolaritos).
Se sabe que una parte del oro provenía de las dentaduras de sus víctimas en los campos de exterminio (6 millones de seres humanos) y otras riquezas robadas a sus indefensos propietarios.
Pregunta: Denunciaría usted el hallazgo y se conformaría con el 10% o intentaría quedarse con todo, tratando de sacarlo y venderlo por su cuenta?
No sé lo que yo haría; la ambición puede trastornar la mente de cualquiera.
Pero no es sólo por ahí por donde va el fondo de este artículo, quiero comentar sobre la llamada “Alemania Nazi” y sus enseñanzas para nuestra actualidad.
Quiénes eran los alemanes nazis que mandaron a los hornos a seis millones de seres humanos y provocaron una guerra que costó más de cincuenta millones de vidas?
Antes de la Primera Guerra, cuyo resultado condujo a la Segunda Guerra Mundial, Alemania era una de las naciones más ricas, cultas y prósperas del planeta.
Pero, esa misma gente, impulsada por la crisis económica y el discurso populista e inflamatorio de Adolfo Hitler se convirtió al nazismo.
Su truco? Culpó a los judíos de todos los males y el pueblo lo creyó.
Médicos, carpinteros, agricultores, amas de casa, profesores, estudiantes, gente de todas las clases sociales – casi todo el país- se trastornó, convirtiéndose en bestias, capaces de los más horrendos crímenes.
Naciones enteras pueden ser enloquecidas por un caudillo carismático y aprobar o ejecutar actos salvajes de los que nunca se hubieran creído capaces.
Algo parecido y muy preocupante está ocurriendo en los USA: Donald Trump -precandidato a la presidencia – está sembrando el odio étnico como una manera de agenciarse votos.
Una importante muestra: Un prestigiado periodista fue expulsado a empellones de una conferencia de prensa de Trump, simplemente por haber hecho preguntas incómodas.
Más alarmante aún, uno de los seguidores de Trump le dijo que “se fuera de su país”, aunque Jorge Ramos es ciudadano norteamericano, de origen mexicano.
Qué le está inyectando Trump en la cabeza a sus seguidores y cuál puede ser su efecto en el pueblo norteamericano?
Quienes no aprenden de la historia pueden cometer los mismos errores.
En los USA, país formado por emigrantes de todas partes del mundo, un candidato con posibilidad real de llegar a la presidencia está sembrando el odio étnico y, lo digo con verdadero temor, la estrategia le está funcionando.
A dónde puede conducir eso?