Madrid – El Gobierno español lamentó hoy que el escritor Mario Vargas Llosa haya rechazado su ofrecimiento para presidir el Instituto Cervantes, y cree que no ha habido «precipitación» en haber hecho pública la propuesta antes de que el Premio Nobel de Literatura comunicara su respuesta.
«No hay por qué ocultar las cosas. Se trata de buscar los mejores para los mejores puestos, y no siempre las circunstancias permiten que sea así», indicó hoy la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
Sáenz de Santamaría aseguraba que, por su trayectoria, Vargas Llosa era una de las personas «más idóneas» para presidir el Cervantes, pero el escritor «no ha podido» aceptar el cargo.
A primera hora de hoy, fuentes del Gobierno daban a conocer la decisión del autor de «La fiesta del Chivo» de rechazar la presidencia del Cervantes, aunque el escritor peruano, con nacionalidad española desde 1993, reiteraba su disposición a seguir colaborando con este organismo.
Vargas Llosa, que estos días está en Londres en viaje privado, ha remitido una carta al presidente del Gobierno, el conservador Mariano Rajoy, en la que le explica su decisión, según esas mismas fuentes.
Esta es la segunda ocasión en la que Vargas Llosa, de 75 años, declina esta responsabilidad después de que en 1996 el entonces presidente del Gobierno y también conservador, José María Aznar, le ofreciera encabezar esta institución.
El pasado miércoles, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, pedía públicamente al literato que aceptara la propuesta, al tiempo que el titular de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, aseguraba que su satisfacción hubiera sido «altísima» si el novelista hubiera dicho que sí.
Desde el Partido Socialista (PSOE), su portavoz en la Comisión de Cultura del Congreso, José Andrés Torres Mora, acusó hoy al Gobierno de haber «improvisado» en relación con este asunto.
«No entiendo semejante improvisación», dijo el portavoz socialista, quien consideró que a García-Margallo se le «ocurrió una jugada brillante en la pugna del Ministerio de Asuntos Exteriores con el de Educación y Cultura para mantener bajo su control el Instituto Cervantes».
«Y ahora se encuentra con que Vargas Llosa prefiere, legítimamente, seguir dedicándose a la literatura», aseveró el diputado
El escritor peruano Fernando Iwasaki, buen amigo de Vargas Llosa, dijo hoy a Efe que si el premio nobel «ha declinado esta oferta es porque nadie mejor que él sabe las responsabilidades reales que tendría, de asumir una dignidad tan importante como ésta».
«Creo que lo que ha hecho es absolutamente legítimo, responsable y consciente», aseguró Iwasaki.
Luis Goytisolo, novelista y académico de la Lengua española, cree que «es una pena para el Cervantes» que Vargas Llosa no haya aceptado ser presidente, pero comprende que ese puesto da «mucho trabajo y muchas preocupaciones», y el escritor «tiene sus propios trabajos y sus propias preocupaciones». «Hubiera sido un presidente ideal».
A quien le ha parecido que Vargas Llosa «ha actuado muy bien» es al escritor español Antonio Muñoz Molina, que ayer, «con todos los respetos» hacia el novelista peruano, se preguntaba qué iba a hacer él en el Cervantes, y atribuía esa oferta a «la política de gestos» en lugar de «al análisis serio y el trabajo pegado a la realidad».
«Todo era un despropósito», dijo hoy Muñoz Molina.
Sáenz de Santamaría aseguraba que, por su trayectoria, Vargas Llosa era una de las personas «más idóneas» para presidir el Cervantes, pero el escritor «no ha podido» aceptar el cargo.
A primera hora de hoy, fuentes del Gobierno daban a conocer la decisión del autor de «La fiesta del Chivo» de rechazar la presidencia del Cervantes, aunque el escritor peruano, con nacionalidad española desde 1993, reiteraba su disposición a seguir colaborando con este organismo.
Vargas Llosa, que estos días está en Londres en viaje privado, ha remitido una carta al presidente del Gobierno, el conservador Mariano Rajoy, en la que le explica su decisión, según esas mismas fuentes.
Esta es la segunda ocasión en la que Vargas Llosa, de 75 años, declina esta responsabilidad después de que en 1996 el entonces presidente del Gobierno y también conservador, José María Aznar, le ofreciera encabezar esta institución.
El pasado miércoles, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, pedía públicamente al literato que aceptara la propuesta, al tiempo que el titular de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, aseguraba que su satisfacción hubiera sido «altísima» si el novelista hubiera dicho que sí.
Desde el Partido Socialista (PSOE), su portavoz en la Comisión de Cultura del Congreso, José Andrés Torres Mora, acusó hoy al Gobierno de haber «improvisado» en relación con este asunto.
«No entiendo semejante improvisación», dijo el portavoz socialista, quien consideró que a García-Margallo se le «ocurrió una jugada brillante en la pugna del Ministerio de Asuntos Exteriores con el de Educación y Cultura para mantener bajo su control el Instituto Cervantes».
«Y ahora se encuentra con que Vargas Llosa prefiere, legítimamente, seguir dedicándose a la literatura», aseveró el diputado
El escritor peruano Fernando Iwasaki, buen amigo de Vargas Llosa, dijo hoy a Efe que si el premio nobel «ha declinado esta oferta es porque nadie mejor que él sabe las responsabilidades reales que tendría, de asumir una dignidad tan importante como ésta».
«Creo que lo que ha hecho es absolutamente legítimo, responsable y consciente», aseguró Iwasaki.
Luis Goytisolo, novelista y académico de la Lengua española, cree que «es una pena para el Cervantes» que Vargas Llosa no haya aceptado ser presidente, pero comprende que ese puesto da «mucho trabajo y muchas preocupaciones», y el escritor «tiene sus propios trabajos y sus propias preocupaciones». «Hubiera sido un presidente ideal».
A quien le ha parecido que Vargas Llosa «ha actuado muy bien» es al escritor español Antonio Muñoz Molina, que ayer, «con todos los respetos» hacia el novelista peruano, se preguntaba qué iba a hacer él en el Cervantes, y atribuía esa oferta a «la política de gestos» en lugar de «al análisis serio y el trabajo pegado a la realidad».
«Todo era un despropósito», dijo hoy Muñoz Molina.
