Según el periodista Robert Kaplan, la esencia del poder radica en la capacidad para influir en el comportamiento del adversario. Las técnicas de Inteligencia permiten que esa influencia sea indirecta, es decir, que el rebaño tome decisiones creyendo que realiza un acto libre y voluntario, cuando realmente ha sido previamente inducido. Por el contrario, cuando falta sentido común y sobra prepotencia se practica la intimidación. Un tipo de poder que se impone, nunca se propone. El comunista Carlos Marx definía el poder político como el poder organizado de una clase social para oprimir a otra. Organización que se fortalece en la medida que va controlando las estructuras que soportan el poder y modificando su respaldo legislativo, para terminar implementando políticas revolucionarias tendentes a igualar a la sociedad en la pobreza, nunca en la riqueza.
Escuchamos nombres de potenciales candidatos para integrar el próximo gobierno socialista. Warren Buffett, uno de los empresarios más ricos e influyentes del mundo, asegura que la manera más eficaz de formar un equipo ganador es contratando a los mejores especialistas para cada puesto, y dejarles que hagan lo que saben hacer. Una utopía. La realidad percibida es la de gobiernos “tutti frutti”. Colocar algunos expertos en puestos claves, rellenando el resto con familiares, amigos, y terceros a los que se les debe favores. Para dar un salto cualitativo en la forma de hacer política, los seleccionados deben someterse a la transparencia personal y la “gestión por resultados”. Imperativo presentar la declaración de bienes, y la carta firmada con su renuncia, que la presidencia podrá utilizar en cualquier momento. Cada año deben sustituirse a los peor evaluados, lo que genera motivación, renovación y permanencia de los mejores. Todos deben asumir que sus techos pasan a ser de cristal, observados y cuestionados por la opinión pública.
Los electores votaron por un partido socialista para que gestione el poder, no para que lo delegue. Mal entenderían las bases que sus autoridades entreguen cargos importantes a otros partidos minoritarios, desde donde se tomarían decisiones perjudicando sus intereses. Un partido político tiene tanta fortaleza y credibilidad como la tengan sus líderes. Nada ocurre por lo que son las cosas, las apariencias determinan las acciones en lugar de los contenidos. La verdad no interesa cuando carece de utilidad, se rechaza o reformula según las necesidades. El socialismo pone el acento en el adoctrinamiento de la población, estableciendo su aparato de propaganda y contrainformación, con simbología y lenguaje propio, comenzando por apropiarse de la palabra “pueblo”.
Normalmente los presidentes prefieren controlar que delegar poder, porque lo consideran una debilidad y perdida de protagonismo. La primera consigna para sus subordinados es que cuando informen sobre su gestión, publiciten que sus responsabilidades son impulsadas desde la presidencia de la República. La marca visible en el envoltorio. Del lado del “pueblo”, los colectivos de trabajadores, sea cual fuese el gobierno, nunca renunciaran a exigir la presencia del mandatario para resolverles favorablemente sus reclamaciones laborales y sociales.
Proliferan cantamañanas que considerando exitoso el trabajo que desarrollan, creen que eso les permite gestionar cualquier otra actividad, aunque carezcan de conocimientos y experiencia. Tienen un problema con el ego, la sobrevaloración de su propia capacidad, y consideran la política como “tierra de oportunidades”. Decía el filósofo Bertrand Russell que uno de los problemas de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo mientras los inteligentes están llenos de dudas. La ignorancia de los primeros produce mayor confianza popular que el propio conocimiento de los segundos.
Hay iluminados que van por la vida creyendo que sentir una cosa y desearla genera el derecho a que se materialice. El fracaso les provoca frustración y buscan culpables que siempre se encuentran en su ombligo. No entienden que el genuino liderazgo no se logra dominando sino delegando, para después fiscalizar desde el conocimiento y el respeto. Percibimos un incremento de políticos en paro y empresarios abrazafarolas que buscan chamba en la próxima administración. Los escuchamos opinar sobre lo que debe hacerse desde el Poder Ejecutivo, como si fuesen voceros. Este tipo de atribuciones irresponsables deben prohibirse porque generaran “desajustes” en la gestión presidencial. La opinión pública terminará percibiendo al rey detrás del trono, y detrás del rey a los asesores… ¿bolivarianos?
“Aquello a lo que te resistes, persiste. Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”. -Carl Jung-