Tegucigalpa– Son el reflejo de la tragedia que significa no tener el derecho a una vivienda. El nuevo capítulo del drama que viven día a día empezó el viernes con un incendio ocurrido en el céntrico barrio La Isla, localizado en pleno casco histórico de la capital hondureña, el cual redujo a cenizas más de una docena de covachas construidas con tablas de orilla y láminas de zinc, desechadas. El fuego dejó en la calle las familias que las habitaban.
-Al igual que los habitantes del barrio La Isla, hay cientos de asentamientos humanos en Tegucigalpa y San Pedro Sula donde viven en condiciones precarias.
-El déficit habitacional de Honduras asciende a 1.1 millones de viviendas, por lo se requiere de 475 millones de dólares anuales por un periodo de 15 años.
– Novedosos programas gubernamentales buscan paliar el rezago en viviendas elementales.
En Honduras miles de familias viven hacinadas, han edificado sus improvisadas construcciones en zonas de alto riesgo o no adecuados para residir en la ribera de los ríos, zonas proclives a deslizamientos, sin acceso a servicios básicos mínimos, sin posibilidades de agua y mucho menos saneamiento básico.
En Tegucigalpa, la capital, el problema es mayúsculo por su endeble geología que le lleva a vulnerabilidad natural que le hace figurar como una “ciudad de papel” donde las fallas geológicas le cruzan en diversos ángulos y afectan a la mayor parte de sus sectores.
San Pedro Sula, de su lado, se ha expandido rodeado de cinturones de miseria y de los llamados “barrios calientes” donde las maras mantienen en incertidumbre a los pobladores, comercios, centros educativos y demás.
Ciudades como La Ceiba, Choloma, El Progreso, entre otras no escapan de este crecimiento que refleja la falta ordenamiento territorial, pero sobre todo la carencia de viviendas habitables en condiciones dignas mínimas.
En Honduras el déficit habitacional es de poco más de un millón de casas. Así lo refleja el estudio “El Estado de la Vivienda en Centroamérica”, elaborado por Hábitat para la Humanidad, en el cual se indica que el déficit de viviendas en Honduras asciende a 1.1 millones de viviendas.
En el trabajo de Hábitat para la Humanidad se señala que, para enfrentar el tema, se requiere de 475 millones de dólares (11,162 millones de lempiras) anuales por un periodo de 15 años, para cubrir esa profunda demanda.
Miseria y hacinamiento
En el sector de la Isla, ubicado a pocos metros del estadio Nacional de Tegucigalpa y equidistante del casco histórico capitalino, 40 familias habitan en un vecindario asentado en un terreno quebrajoso, colindante con las pestilentes aguas del río Choluteca.
En cada una de aquellas pequeñas covachas viven entre 10 y 12 personas. En cada uno de sus techos la miseria se respira.
La mayoría de los jefes de las familias son vendedores ambulantes. Venden golosinas, especialmente tajadas de plátano frito y agua en bolsas. Trabajan en las zonas aledañas al Estadio Nacional o en los semáforos y en las calles y avenidas del centro de la capital hondureña.
María Sofía
En una de estas humildes covachas ubicadas en ese sector de la Isla, reside doña María Sofía García, de 68 años, una mujer de semblante triste y tez trigueña, madre de ocho hijos, de los cuales tres viven aún con ella al igual que cinco de sus nietos. Sus otros cinco hijos viven en otros sectores vulnerables de la ciudad capital, relató a Proceso Digital.
“Uno de madre no puede exigirles a sus hijos que le ayuden ya que esa es su responsabilidad, pero también sé que tienen sus familias y con lo poco que pueden ayudarme lo hacen”, señaló.
María Sofía no fue afectada por el incendio, por eso en medio de su pobreza extrema en la que vive, ha abierto su casa para darles techo a sus vecinas afectadas por la quema.
“Yo lo que pido es que con esta tragedia el gobierno pueda ayudarnos con una casita y vivir como la gente, es cierto que ellos son los que tuvieron problemas al quemarse su casita, pero todos acá tenemos necesidad, mi casa se está cayendo, además, con la construcción del puente, ese cerro se cae a cada rato y las piedras vienen a dar a mi casa”, describió la mujer.
Sus peticiones son por debajo de la minuta mínima de sus derechos: “sí logran que nos ubiquen en otro sector pedimos que nos den madera y lámina aunque sea con eso que nos ayuden, ahí veremos nosotros como levantar de nuevo las casas aunque sea remendada, pero al menos tener algo donde vivir”, exhortó.
La contingencia fue atendida por autoridades municipales y gubernamentales con alimentos y colchonetas que les han sacado del problema urgente, pero, el drama de fondo está con ellos y sigue esperando respuestas.
Claman por ayuda
Proceso Digital también conversó con Marlen Pineda, de 69 años, su casa fue una de las que se redujo a cenizas, ella vivía junto con otras 10 personas: seis adultos y cuatro niños, entre ellos un bebé de un mes de nacido.
“Al momento del incendio solo agarramos al bebé y a los niños porque las llamas ya las mirábamos encima de nosotros, minutos antes del incendio estábamos alistándonos para ir a vender agua y tajaditas porque a eso nos dedicamos, pero todo se quemó”, relató.
Agregó que “gracias a Dios no nos pasó nada, el fuego inicio a la par de mi casa, es que la madera ya estaba muy vieja”.
Expresó que confía en que las autoridades les apoyen con una nueva vivienda y los reubiquen en otro sector de la capital.
“Nosotros estuvimos en una reunión en Copeco, ellos nos dijeron que van a cumplir y nos van a resolver, si ellos nos resuelven y nos dicen que nos mandarán para otro lado, nosotros nos vamos, pero de momento estamos arrimados donde los vecinos porque no tenemos donde irnos, tampoco madera y láminas para levantar de nuevo nuestras casitas”, manifestó.
El drama de Calixto y su familia
Al igual que doña Marlen Pineda, don Calixto Sierra, de 48 años, perdió su casa, el hombre detalló a Proceso Digital que vive con su mujer y sus cuatro hijos entre las edades de 20, 16,14 y 8 años.
Sierra relató que “cuando hicieron el puente a desnivel nos prometieron que nos iban a sacar de acá por las condiciones en las que nos encontrábamos”. Pidió ayuda al alcalde Tito Asfura. Sus planteamientos son pobres como el entorno que le rodea.
Déficit habitacional
El estudio “El Estado de la Vivienda en Centroamérica”, elaborado por Hábitat para la Humanidad, señala que el déficit habitacional de Honduras asciende a 1.1 millones de viviendas, por lo se requiere de 475 millones de dólares anuales por un periodo de 15 años, para cubrir esa profunda demanda.
El informe de Hábitat para la Humanidad, detalla que esa cifra abarca la necesidad de 435 mil viviendas nuevas y que las 665 mil restantes ya existen, pero no cumplen con los requisitos básicos, por lo que requieren mejoras y ampliaciones.
“Hay muchas viviendas que no tienen piso ni sanitarios o tienen el techo en mal estado”, refiere el estudio.
Las zonas de este país donde se centra la mayor deficiencia de viviendas son: Tegucigalpa, San Pedro Sula, Choloma y Villanueva.
En el estudio se especifica que anualmente en Honduras surge la necesidad de 25 mil nuevas viviendas.
Una casa de dos dormitorios con baño, sala, comedor y cocina de 42 a 48 metros cuadrados, supera los 15 mil dólares. Cuando se agregan otros aditivos como cerámica y cielos falsos, puede ser mayor de 17 mil dólares, según la Asociación de Urbanizaciones y Promotoras de Viviendas de Honduras (Asuprovih).
Proyectos habitacionales
Ante esta situación, actualmente se ejecutan cinco proyectos de vivienda social en San Pedro Sula, lo que suma más de mil casas. El gobierno también promueve la construcción de vivienda social mediante la alianza público-privada, sin embargo estas iniciativas resultan insuficientes en comparación al déficit actual.
Otra de las iniciativas estatales lo constituye la Comisión Nacional de la Vivienda y Asentamientos Humanos (Convivienda), por medio de la cual se disponen bonos entre mil 300 y tres mil 800 dólares para familias con ingresos bajos que quieran optar por una vivienda.
La meta establecida por el gobierno es construir entre ocho mil y 10 mil viviendas anuales y la ejecución de alrededor de 14 mil mejoramientos mediante la inversión de más de 170 millones de dólares enfocados en financiamiento y construcción de proyectos de vivienda social.
Los recursos son canalizados por el Banco Hondureño para la Producción y la Vivienda (Banhprovi), con el fin de crear más de 10 mil nuevas soluciones habitacionales al año y la generación de unos 300 mil nuevos puestos de trabajo entre directos e indirectos.
Las cifras de la CHICO
Un informe de la Cámara de Comercio de la Industria de la Construcción (CHICO), señala que el año pasado fueron edificadas cerca de 24 mil viviendas, a través de mil 700 proyectos ejecutados a nivel nacional.
El departamento de Francisco Morazán registró la construcción de más de ocho mil viviendas, el índice más alto, seguido de Cortés, donde fueron edificadas unas 6,100 residencias.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la zona urbana de Honduras cuenta con un millón 186 mil 709 viviendas particulares y en zona rural existen 966 mil 344.
Según el VI Censo de Vivienda de Honduras 2013, contabiliza un total de dos millones 158 mil 42 viviendas en el país, de las cuales 314 mil 525 están desocupadas, un millón 838 mil 527 son viviendas ocupadas y cuatro mil 990 viviendas colectivas. La mayoría de estas viviendas, un 56 por ciento, es decir un millón 37 mil 119, se localizan en zonas urbanas de país mientras que un 44 por ciento (801 mil 408) están ubicadas en zonas rurales.
Ley Marco de Vivienda
Sobre el déficit de viviendas en el país, Proceso Digital, conversó con el gerente general de la Chico, Silvio Larios, indicó que esa organización empresarial ha estado trabajando y acompañando el proceso para contar en el país con una Ley Marco de Vivienda y Asentamientos Humanos que el presidente Juan Orlando Hernández, entregó al Congreso Nacional durante la toma su toma de posesión el pasado 27 de enero.
“Lo que nosotros esperamos que todas las sugerencias y recomendaciones que hemos estado aportando durante todo este tiempo sean tomadas en cuenta porque de esa manera se convertirá en una ley más equitativa, más justa, algo ya consensuado con todos los diferentes actores”, destacó.
Añadió que, como constructores y desarrolladores de proyectos, esperan que ese programa sea sostenible y perdure en el tiempo y que el mismo no solamente abarque la vivienda social sino que abarque a la clase media.
En ese sentido, esperan que la ley sea aprobada expeditamente para poder trabajar bajo el nuevo esquema organizado.
Larios cree que el país tiene capacidad como para construir más de esas 10 mil unidades habitaciones anuales que se pretenden desarrollar mediante la nueva ley, para lo cual lo que se debe hacer es colaborar con los pequeños, medianos y grandes desarrolladores de proyectos y no solamente para un sector en particular porque tradicionalmente en el país “el más grande se come al más pequeño” externó el dirigente de la construcción.
El dirigente empresarial recalcó que el problema del déficit habitacional en el país “es muy serio”, principalmente en el Distrito Central y San Pedro Sula, que es donde está concentrada la principal actividad económica del país.
Precisó que actualmente se tiene la necesidad inmediata de construir 600 mil viviendas nuevas y cerca de 700 mil unidades necesitan reparaciones, mejoramiento del sistema hidrosanitario, techos, paredes, ventanas, puertas y otros aspectos. “No solamente se trata de pensar en viviendas nuevas, sino apoyar también a las personas que necesitan mejorar la calidad de sus casas a través de microcréditos”, puntualizó.