Cuando se privatizó la empresa británica de telecomunicaciones (BT) fueron participantes de la compra 1,200,000 personas, de las cuales más de 600,000 no poseían ningún tipo de acciones previamente. Cuando se privatice Hondutel, se da una concesión de puertos, comunicaciones, o se vende una empresa estatal en Honduras una sola persona o a lo más un crepúsculo se vuelve propietario.
Como vemos, no es el capitalismo de por sí el concentrador de la riqueza, sino más bien la forma limitada con que se interpreta en Honduras que hace que los bienes y otros recursos públicos pasen a manos monopólicas, en detrimento del interés común y el bienestar de nuestra economía.
Un capitalismo democrático es lo que nuestro país requiere. Cuando una mayor proporción de personas se consideren con un grado de participación en la vida económica nacional. Pero para poder construir esto necesitamos hacer algunas reformas estructurales.
En primer lugar, en nuestro sistema, en las empresas la mayoría tiene un poder casi absoluto. Como hay un control administrativo total esto significa que un 51% puede dejar al otro 49% sin beneficios de ningún tipo, ya que puede sangrar a la empresa de mil maneras por su control de la administración y no dar un centavo de dividendos a la minoría. Esto hace que se desincentive el crecimiento horizontal de las bases accionarias de estas empresas.
No existen empresas cuyas acciones sean públicamente compradas y vendidas. Esto, además que dificulta el proceso de recoger capital para las actividades productivas, hace que sea difícil para las personas tener acceso a ser parte de este tipo de propiedad. La existencia de empresas con acciones comercializadas abiertamente ha demostrado ser uno de los mecanismos más importantes en hacer eficiente la distribución del capital con que cuenta la sociedad.
Para implementar las dos medidas expuestas arriba es necesario crear una ley de acceso público a la información empresarial. Obviamente que las limitantes de acceso general a la información varía en los casos de las empresas privadas cerradas o las presentes en la bolsa de acciones. Sin embargo, en ambos casos es importante que se haga constar el derecho de todos los accionistas a conocer los estados reales y a reducir la posibilidad de que las administraciones malversen los ingresos.
Además de esto, es necesario, especialmente cuando se hacen negocios privados de parte del Estado, que este tome la iniciativa de que este tipo de empresas más democratizadas, de preferencia incluyendo capital hondureño (es increíble como se discrimina contra las empresas hondureñas en muchas operaciones que maneja el Estado) tengan posibilidades de obtener el negocio. Es en interés de toda la sociedad si un negocio, en vez de hacerlo uno solo lo pueden hacer 10,000 siempre y cuando las condiciones para el país sean igualmente favorables.
La mejor forma de eliminar el monopolismo, la corrupción interna, y el clientelismo estatal es la construcción de un marco legal para la compra venta pública de acciones de empresas, con todas la transparencia y garantía requeridas. Si le sumamos la protección de los intereses minoritarios en todas nuestras sociedades mercantiles estaremos sentando las bases del capitalismo democrático, que es el camino probado hacia la prosperidad con justicia y libertad para los pueblos.