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Egos, Desinformación y la Guerra por el Poder

Por: Javier Franco Núñez

En Honduras, las elecciones internas se acercan y, con ellas, un escenario de extrema desinformación. A pocos días del 9 de marzo, el ambiente político está saturado de estrategias que buscan moldear la percepción de la realidad. No solo se trata de una disputa electoral; es una guerra donde la información se ha convertido en el arma más letal.

La desinformación masiva, los fake news y los deepfake han invadido la política hondureña como herramientas clave en una guerra de cuarta generación. La manipulación mediática y los egos desmesurados de los líderes políticos alimentan este fenómeno.

Las campañas políticas han evolucionado más allá de los discursos tradicionales. Ahora, las redes sociales y medios digitales se han convertido en los verdaderos campos de batalla. La guerra de cuarta generación ya no depende de enfrentamientos físicos, sino de la conquista de percepciones.

Los fake news se han vuelto la herramienta predilecta para manipular la opinión pública, sembrando dudas y alimentando narrativas convenientes. Mientras tanto, los deepfake han sofisticado la desinformación, permitiendo la creación de imágenes y videos falsos con un realismo impactante. Este contexto ha facilitado que políticos sin propuestas reales puedan imponerse simplemente dominando la manipulación digital.

En esta elección interna, la cantidad de desinformación ha alcanzado niveles alarmantes. Se han visto desde audios manipulados hasta videos fabricados con deepfake que buscan desacreditar a candidatos y reforzar falsos relatos.

Los fake news permiten que una mentira repetida se convierta en verdad a los ojos del electorado. Políticos y estrategas han comprendido que no necesitan hechos, sino percepciones. En este entorno, el ciudadano es víctima de una narrativa artificialmente construida, donde la verdad pierde relevancia frente a lo que emocionalmente parece creíble.

A la par de la desinformación, el ego de ciertos líderes políticos se convierte en el principal combustible de estas estrategias. Muchos de estos personajes se presentan como salvadores o víctimas, según lo requiera el momento. Construyen relatos mesiánicos donde ellos son la única solución posible.

En la política hondureña, esta estrategia se ha consolidado: políticos egocéntricos utilizan la desinformación para proyectar su imagen como líderes indispensables. Se rodean de aduladores, rechazan la crítica y desacreditan a cualquier opositor mediante narrativas falsas.

Este problema no se limita a la tecnología, sino que responde a una cultura política que prefiere el espectáculo sobre el análisis crítico. Si el público acepta narrativas sin cuestionarlas, las herramientas digitales seguirán siendo el arma más poderosa en la política.

La solución está en la educación mediática, la verificación de información y el fortalecimiento del pensamiento crítico. Lo que está en juego no es solo el resultado de unas elecciones, sino el riesgo de que la política hondureña sea dominada por realidades artificiales, fabricadas a conveniencia del ego de unos pocos.

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