Naciones Unidas – La Administración Trump ha prescindido de la ONU para negociar una salida a los dos grandes conflictos actuales, la guerra de Gaza y la de Ucrania, y esta marginación diplomática se suma a los enormes recortes aplicados por el presidente a la organización, lo que amenaza con condenar a Naciones Unidas a la irrelevancia política y reducirla a un papel humanitario.
El propio Trump ya lo dijo en febrero sin esconder su disgusto: «Muchos de estos conflictos (actuales) en los que trabajamos deberían resolverse, o deberíamos tener ayuda para resolverlos, y nunca vemos esa ayuda. Esa debería ser la misión principal de Naciones Unidas».
«En general, los republicanos tienen antipatía por la ONU», comenta a EFE Richard Gowan, del centro de estudios Crisis Group, y en el caso de Trump se suma que él «prefiere manejar los asuntos globales mediante sus relaciones con los grandes poderes, como (Vladímir) Putin o Xi (Jinping)».
El secretario general de la ONU, António Guterres, no habla con Trump desde su investidura, ni siquiera desde su triunfo en las elecciones presidenciales en Estados Unidos, es decir, hace casi cinco meses
Recuerda al caso del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, que se niega a responder las llamadas de Guterres desde hace un año y medio, aunque éste ha ido mucho más lejos en su enfrentamiento con Naciones Unidas.
Pero no es solo una cuestión de gestos: nada más asumir el poder, Trump anunció que sacaba a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se retiraba también de los acuerdos climáticos de París. A los pocos días, dijo que reducía a su mínima expresión su aportación a la cooperación internacional y ayuda humanitaria por medio de USAID, un durísimo golpe dado que la financiación estadounidense supuso en 2024 un 47 % del total.
En las dos guerras que están poniendo en crisis la diplomacia mundial y las alianzas internacionales, Estados Unidos ha decidido erigirse como único mediador entre las partes, aunque en ambos casos lo ha hecho sin conseguir sentar a las partes -Rusia y Ucrania, por un lado, e Israel y Hamás, por otro- en la misma mesa.
En ambos casos, la ONU no ha tenido ni voz ni voto en las mesas de negociación de Riad y de Catar, una muestra más de que Donald Trump cree que él solo puede solucionar problemas enquistados en el mundo, algo que está demostrando ser mucho más difícil de lo que prometía.
¿Qué reprocha Estados Unidos a la ONU?
Gowan señala que la postura de Donald Trump no es tan novedosa, sino que ahonda en una vieja desconfianza de Washington hacia una organización donde ven que «los estados europeos tienen demasiada influencia en el sistema de la ONU», pero en el caso de Trump se añade su idea de que muchos pequeños estados «obstaculizan el camino del verdadero negocio de la diplomacia de los grandes poderes».
Para el analista, esto no significa que Trump vaya a prescindir de la ONU por completo, sino que lo hará de manera muy selectiva, «yendo caso por caso y sin comprometerse con la institución por su propio interés», sin importarle saltarse los principios de la carta fundacional de la ONU cuando, por ejemplo, habla de anexionarse Groenlandia.
Hay ciertamente un peligro de contagio de esta actitud del gobierno de Trump: «Muchos estados pueden llegar a la conclusión de que si a EEUU no le importa la ONU, la institución deja de ser creíble en los procesos de paz», y su papel diplomático puede quedar reducido al de mero «escenario» en que una Asamblea General sirva a los pequeños y medianos estados como caja de resonancia de sus posturas.
«Creo que la ONU -concluye Gowan- puede derivar hacia un club de tertulia para un número menguante de estados liberales que Estados Unidos, Rusia y China utilizarán esporádicamente para lograr acuerdos cuando así les convenga». EFE
(vc)