«Todos los hijos han sido repatriados», dijo Holder en una entrevista con el canal de televisión CBS.
Los espías, algunos de los cuales estaban casados entre ellos, tienen siete hijos, la mayoría de ellos ciudadanos estadounidenses, ya que nacieron en este país.
Holder afirmó que el Gobierno dio la opción a los hijos que eran mayores de edad de decidir si querían quedarse o irse y decidieron marcharse. «Se han ido con sus padres», dijo.
El fiscal general dijo que los diez espías, que fueron arrestados el 28 de junio, no pasaron a Rusia ningún secreto durante los más de 10 años que el Gobierno de Estados Unidos los tuvo bajo vigilancia.
Aún así, suponían una «amenaza potencial», por lo que se decidió desmantelar la red.
Los espías recibieron «cientos de miles de dólares» del Gobierno de Rusia, que los consideraba «muy importantes para sus actividades de inteligencia», dijo Holder.
El fiscal general defendió la decisión de no someterlos a juicio, sino intercambiarlos por cuatro rusos condenados en su país por pasar información a Estados Unidos y Reino Unido, porque el trato le permitió recibir «a cuatro personas en las que tenemos un gran interés».
