París – El pertiguista sueco Armand Duplantis, la velocista estadounidense Sydney McLaughlin, en 400 vallas, la keniana Beatrice Chebet, en las dos grandes pruebas del fondo en pista, los 5.000 y 10.000, y la neerlandesa Sifan Hissan, con triplete de medallas en tres disciplinas, incluido el oro en maratón, dejaron para siempre sus nombres unidos a París, ciudad dónde reinaron en sus especialidades con actuaciones memorables que ya son historia de los Juegos.
Armand Duplantis hace mucho tiempo que compite contra sí mismo y, cada vez que salta a una pista, la pregunta es por cuánto ganará. En un escenario como el Estadio de Francia, con casi 80.000 personas en las gradas, el sueco se vino arriba y, aparte de ganar un oro sin discusión, lo hizo con un nuevo récord de 6,25 metros.
También brilló en París la británica Sydney McLaughlin-Levrone, que defendía el título olímpico obtenido en Tokio 2020 y volvió a salir por la puerta grande dando una lección del talento que posee volviendo a ganar en una final apasionante los 400 metros vallas en su particular duelo con la neerlandesa Femke Bol, que se conformó con el bronce y aparte se llevó el oro en el relevo 4×400 con su selección.
Una de las carreras más esperadas por todo el aficionado al atletismo fueron los 1.500 masculinos, en los que el estadounidense Cole Hocker dio una lección de pundonor, táctica y poderío físico para tocar el cielo en París. Se llevó la final con 3:27.65, récord olímpico, en una prueba en la que uno de los grandes favoritos, Jakob Ingebrigtsen, se desfondó y quedó cuarto ante el asombro de los presentes.
El noruego se desquitó unos días después en su prueba fetiche, los 5.000, que volvió a dominar con autoridad ante la armada etíope, incapaz de hacer sufrir a Ingebrigtsen, un atleta que, pase lo que pase, siempre da espectáculo.
También se recompuso la keniana Fait Kipyegon, que tras la plata en los 5.000, recuperó las fuerzas en los 1.500, con récord olímpico incluido (3:51.29), a poco más de dos segundos de su propia plusmarca universal (3:49.04).
El ugandés Joshua Cheptegei, plusmarquista mundial de 10.000 metros, dio una auténtica lección táctica y de poderío físico para llevarse la medalla de oro en los Juegos de París, en los que además batió el récord olímpico con un tiempo de 26:43.14. De esa forma se quitó la espinita que le dejó la final en Tokio, dónde fue segundo.
También quiso su cuota de protagonismo la dominicana Marileidy Paulino, que se colgó la medalla de oro de los Juegos de París en los 400 metros, tras ganar la final con mucha autoridad y parar el crono en 48.15, nuevo récord olímpico.
La neerlandesa Sifan Hassan nunca olvidará los Juegos de París. Llegó a la capital francesa con el objetivo de defender sus títulos olímpicos de 5.000 y 10.000 metros, añadiendo a esas dos distancias el maratón en busca del triplete de medallas como hizo hace 72 años el checo Emil Zatopek.
El reto lo cumplió aunque no pudo ser con triplete de oros. En los 5.000 y 10.000 se llevó dos bronces y para el maratón, apenas 34 horas después de correr por última vez en la pista del Estadio de Francia, se volvió a calzar las zapatillas para dar un recital sobre el asfalto de París y ganar con autoridad.
En peso, el estadounidense Ryan Crouser hizo historia al convertirse en el primer lanzador que logra tres títulos olímpicos de forma consecutiva. El atleta de Portland se impuso en el coliseo parisino con un mejor registro de 22,90 metros e hizo doblete junto a su compatriota Joe Kovacs, que en su último intento envió la bala hasta 22,15 metros y se hizo con la plata.
Sin la venezolana Yulimar Rojas, plusmarquista mundial de triple salto, el nuevo trono olímpico lo ocupó la dominica Thea Lafond, que, con 15,02 metros, se colgó la medalla de oro, en un concurso en el que la española Ana Peleteiro, campeona de Europa, fue sexta.
En la categoría masculina fue el español de origen cubano Jordan Díaz el que subió a lo más alto del podio del triple salto con 17,86, solo dos centímetros más que el portugués Pedro Pichardo, también nacido en la isla caribeña, igual que el tercer clasificado, Andy Díaz, nacionalizado italiano.
La joven atleta de Santa Lucia Thea Lafond se coronó como la reina de la velocidad en París al ganar con autoridad los 100 metros. Sin embargo, no pudo repetir en los 200, en los que destacó la estadounidense Gabrielle Thomas, que añadiría después a su colección de oros los relevos 4×100 y 4×400.
No pudo marcharse a casa con tres metales al cuello el estadounidense Noah Lyles, que quería emular al jamaicano Usain Bolt con triplete de oros en los 100, 200 y el 4×100. Solo pudo ganar en los 100 y resignarse a un bronce, mermado por el covid, en el 200, teniendo que renunciar al relevo por la enfermedad.
El gran beneficiado de esa circunstancia fue el botsuano Letsile Tebogo, que voló en los 200 ganando la final en 19.46, dieciséis centésimas menos que Lyles.
En las dos grandes pruebas del mediofondo y fondo en pista, los 5.000 y 10.000 metros, el nombre propio fue el de la keniana Beatrice Chebet, que, a sus 24 años, consiguió el doblete de oros, algo a lo que aspiraba también la neerlandesa Sifan Hassan, que buscó en París un triplete histórico que logró a medias. No pudieron ser tres medallas de oro pero sí dos bronces (maratón).
Precisamente el maratón de París, con un recorrido durísimo debido a rampas del 13%, nos dejó unas de las desgraciadas estampas de los Juegos. El keniano Eliud Kipchoge, considerado el mejor maratoniano de todos los tiempos, iba a batirse en duelo con otro ilustre, el etíope Kenenisa Bekele. Un problema de estómago le obligó a retirarse en el kilómetro 31, regalando incluso sus zapatillas a un aficionado. No ganaron ninguno de los dos sino que el triunfo, con récord olímpico, fue para el etíope Tamirat Tola con 2h06:26.
Álvaro Martín y María Pérez se marcharon de París con dos medallas cada uno. Por separado el extremeño un bronce en los 20 km y la granadina una plata mientras que juntos, en el inédito relevo de maratón mixto, se colgaron el oro, mismo metal que se llevó en solitario el ecuatoriano en los 20 km. Por parejas, con Glenda Morejón, fueron subcampeones del relevo.
La final de jabalina, con un componente geopolítico, tuvo un altísimo nivel con la victoria, por sorpresa, del pakistaní Arshad Nadeem, sobre el principal favorito, el indio Neeraj Chopra, campeón del mundo. Además el triunfo llegó con récord olímpico incluido gracias a un lanzamiento de 92,97 metros.
Otra vigente campeona mundial, la japonesa Haruka Kitaguchi se apuntó el título de jabalina (65,80), su mejor registro del año, con más de dos metros de ventaja sobre la sudafricana Jo-Ane van Dyk (63,93).
El ‘kiwi’ volador, Hamish Kerr, se convirtió en el primer saltador neozelandés campeón olímpico de altura. Ganó en el desempate al estadounidense Shelby McEwen, con el que había igualado a 2,36. Tercero fue el catarí Mutaz Essa Barshim, que no pudo revalidar la corona que compartió en Tokio con Gianmarco Tamberi, que quedó fuera de juego rápidamente en la final víctima de una dolencia renal que arrastra desde antes de llegar a París.
Los relevos 4×400 pusieron la guinda a la actividad del atletismo en el Estadio de Francia. Estados Unidos cumplió con los pronósticos, ganó ambos, aunque en el masculino su triunfo fue muy sufrido.
Necesitó hacer récord olímpico, con 2:54.43, ante la presión que le ejerció el cuarteto de Botsuana, que con una décima más estableció un nuevo récord de África. Gran Bretaña mejoró también el tope europeo con 2:55.83 para colgarse el bronce.
Las féminas estadounidenses dominaron de forma casi escandalosa. Batieron el récord continental con 3:15.27, a solo una décima de la plusmarca que la Unión Soviética tiene desde el 1 de octubre de 1988. Países Bajos y Gran Bretaña, ambos con récords nacionales, fueron segundo y tercero. JS