Moscú- El 12 de julio de 1998, Didier Deschamps capitaneó el primer éxito mundialista del equipo de Francia. Veinte años y tres días más tarde, ya como seleccionador, dirigió brillantemente la segunda conquista gala para cerrar un círculo que solo otros dos hombres en la historia del fútbol lograron trazar.
El brasileño Mario Zagallo, dos veces campeón del mundo como jugador (1958 y 1962), guió a la ‘Canarinha’ desde el banquillo en México 1970. El alemán Franz Beckenbauer, triunfó en 1974 y 1990.
Dos décadas separan los momentos más culminantes en la carrera del Deschamps futbolista y entrenador, presente en las finales de Saint-Denis y de Moscú, en 1998 y 2018.
Esas son dos ciudades imborrables en la memoria del preparador de Bayona, de 49 años; también de todo aficionado ‘bleu’, ya entregado inexorablemente a la figura de Didier, con contrato hasta 2020.
Antes del inicio del certamen, coincidiendo con la renuncia de Zinedine Zidane a seguir en el Real Madrid, alguno sugería el próximo relevo. Clausurado el Mundial con el trofeo, parece postergado ese debate.
La copa era una exigencia para él después de la Eurocopa de 2016. La selección anfitriona falló en el Estadio de Francia, en la última ronda. Cedió por 1-0 ante el combinado de Portugal, dado un gol de Éder en el minuto 109 de la prórroga.
Entonces Didier Deschamps no supo corregir la euforia que en el vestuario desató el triunfo en semifinales ante la anterior campeona del mundo, Alemania.
Asumió su error y, con un equipo notablemente remozado -repiten en la convocatoria mundialista solo 9 jugadores-, pidió a sus pupilos «calma», «concentración» y «confianza».
Con ese ánimo compitió el bloque capitaneado por Hugo Lloris ante los Vatreni, solo derrotados en la final de un Mundial excelso para ellos, pero especialmente primoroso – aun sin exhibir una versión vistosa- para los 23 muchachos citados por Didier Deschamps.
El extécnico de Mónaco, Juventus y Olympique de Marsella, enrolado a la selección ‘bleu’ desde 2012, consiguió el título más importante de su carrera como entrenador.
Tenía el subcampeonato de la Liga de Campeones de 2004 con la escuadra monegasca como logro más reseñable; ahora luce en su palmarés un Campeonato del Mundo.
En realidad, dos. Porque él recogió, como capitán, la primera copa dorada del fútbol francés una tarde de julio de 1998. Dos décadas después de aquella victoria comandada por Zinedine Zidane y remachada por Emmanuel Petit su nombre volvió a abrazar la historia.
Como Mario Zagallo y Franz Beckenbauer, Didier Deschamps es campeón del mundo en el césped y en el banquillo. Antoine Griezmann, Paul Pogba y Kylian Mbappé rubricaron la hazaña en Luzhniki.