
Según el informe del jefe de la Misión de Observación Electoral de la Organización de los Estados Americanos, hace referencia a algunos aspectos muy importantes que valen la pena reflexionar al respecto. Cómo se ha dicho, la democracia cuesta y hasta este momento ha demostrado ser el mejor sistema en donde se respira libertad, atmósfera, que añoran algunos países que están lejos de vivir. Algunos puntos claves del informe referidos a la tardanza en la toma de decisiones para tener y afinar cada momento que requiere un proceso eleccionario.
Definitivamente, no podemos negar que este y otros problemas, le pasaron factura al CNE, que por las razones ya de todos conocido, hizo que el cronograma se viera maltratado y ajustado “a matacaballo”, y eso es algo imperdonable en donde no existen los medios ni mucho menos el echar mano tan rápido para medio tapar “el ojo al macho”. Los conflictos y la gobernanza manifiesta entre los miembros del CNE y el TJE, marcaron un hito para el olvido, ya que por estar resolviendo diferencias y caprichos, se cayó en vacíos terribles de liderazgo, incertidumbre, insultos y amenazas.
Un terrible fantasma difundido e infundado de un posible fraude, el cual se volvió como ese estigma que nos persigue a los hondureños, pues hay hasta declaraciones y frases como: “yo llegué a la presidencia de la República mediante fraude”. Esto es bueno decirlo, más nunca repetirlo. Es bueno decirlo, más borrarlo para siempre, y evocar un espíritu democrático en que los hondureños de a poco, elegimos nuestras autoridades legítimamente.
Es interesante el informe entre otros aspectos señalados taxativamente, como es que a pesar de los problemas técnicos, aseguran que no ha habido manipulación, ni dolo. Por lo tanto, sin ambages, recalcan que no hay duda en los resultados. Los resultados deben ser respetados, pues no se puede a estas alturas del Siglo XXI, veinticinco siglos después de la herencia helénica, que nosotros todavía no le demos la credibilidad a los ciudadanos de Honduras, que el 30 de noviembre, hablaron los designios de un pueblo que decidió por quien creyó era la mejor opción para gobernar el país.
Hay algo súper poderoso en esta experiencia eleccionaria de los hondureños y es que con resultados muy ajustados, se privilegie la institucionalidad, dándole la primera y última palabra al máximo organismo electoral, quien debe hacer la respectiva declaratoria en forma oficial el 30 de diciembre del 2025. A pesar de la “impericia electoral por parte de las autoridades electorales” como lo apunta la Misión, son las actas físicas las que determinan el ganador de las elecciones en Honduras.
Debe evitarse cualquier zozobra y espera eterna en conocer los resultados finales en este proceso, no hacerlo con la prisa requerida, podría ser aprovechada y dar lugar para caer en la especulación, y la emisión de juicios equivocados y ligeros, provocando disturbios e inseguridad en la población. Lo anterior, significa que es el CNE, quien debe hacer y establecer los tiempos para el conteo de actas inconsistentes, a fin de salir de este embrollo, amarillismo y desinformación.
Como apuntamos arriba, la democracia cuesta, y ningún sistema informático o físico es impoluto, más los ciudadanos hondureños aprendemos cada día que el voto tiene poder para poner y quitar en el marco de la civilidad y de las buenas prácticas democráticas que son las que robustecen la institucionalidad y ponen a un país en la lista de aquellos que viven en democracia, no tan solo por el ejercicio del voto, sino, por el goce de los derechos al trabajo, salud, seguridad, educación, vivienda y demás servicios para una vida digna.
Lo que vivimos el 9 de marzo, no fue más que una pesadilla de una noche larga para votar, pues las urnas salieron y llegaron cuando quisieron, a la espera eterna de saber quién es el ganador de estos comicios del 30 de noviembre. Lo que sí es seguro, es que los ojos del mundo están sobre Honduras, esperando que el civismo, patriotismo y espíritu democrático demostrado en las urnas, sea respetado y divulgado correctamente, ya que los hondureños, tanto los que viven fuera, como los que vivimos en este cielo hondureño, podamos ser respetados por alcanzar madurez política y aceptar que vivir democráticamente es aprender a ganar y perder, aprender lecciones y prepararse para próximos tiempos de elección popular.
“Tu voto cuenta” y sí que cuenta, porque es capaz de decidir el destino y la historia de una nación, en este caso la de Honduras. Quien sea que gobierne los próximos cuatro años, sabe que tendrá millones de veedores sociales, a los cuales hay que responder con transparencia, excelentes ejecutorias presupuestarias, haciendo un uso correcto de los recursos económicos que se administran a fin de que ajuste, “ cuando hay transparencia y no hay corrupción, el dinero ajusta”y mejores oportunidades para los niños, jóvenes y población en general.






