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“De qué sirve acumular cosas que ahí se quedan”, señala el cardenal Rodríguez

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Tegucigalpa – El cardenal Óscar Andrés Rodríguez, recriminó este domingo durante la homilía celebrada en la Basílica Menor de Suyapa, las riquezas mal habidas por lo que preguntó que “de qué sirve acumular cosas que ahí se quedan”.

-“Nada tiene el precio de una conciencia limpia y en paz, se podrán comprar cosas, se podrá defraudar y acumular riquezas mal habidas, pero tarde o temprano ahí está la conciencia que nos dice, no te es lícito”, señaló.

En la eucaristía correspondiente al décimo séptimo domingo del tiempo ordinaria en el que la primera lectura se refiere al primer libro de Reyes, el caso del joven Salomón a quien Dios le dijo: “Pídeme lo que deseas que te dé”.

El prelado refirió que el reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El prelado indicó que el tesoro de Jesús lo encontramos en la comunidad, en el pan de vida, lo encontramos en las hermanas y hermanos que sufren, en el pobre, en el necesitado, todo esto, son caminos de encuentro con Él.

Pero muchas veces, una de las dificultades más grandes para encontrar a Jesús es una escala de valores trastocada, una escala de valores de nuestro mundo en lo que se busca son las cosas materiales, el dinero, aunque sea mal habido y se piensa que con eso van a ser más felices y con eso, sólo queda un gran vacío en el corazón, alienación, insatisfacción.

Lo que verdaderamente nos lleva a la alegría, no son los tesoros engañosos, no son las perlas fáciles, falsas, no es la búsqueda del poder, el afán por el dinero, el consumismo desenfrenado, un éxito social aparente, lo que algunos llaman “buena vida”, recriminó.

Advirtió que eso tarde o temprano, conduce a una crisis muy grave, una crisis al centro de la vida misma. “Es lamentable darnos cuenta que tantas personas tras la fachada y la apariencia, no saben por qué o para qué viven; ya nos advertía el evangelio, de qué le sirve al ser humano ganar todo este mundo si al final pierde su vida, pierde el sentido de la vida”, señaló el purpurado.

De qué sirve acumular cosas que ahí se quedan, de qué sirve acumular dinero mal habido que después se pierde, de qué sirve actuar con doblez, con falta de transparencia, con falta de sinceridad, tarde o temprano esas cosas se descubren y ahí quedan, insistió.

“Esta crisis que vive nuestro mundo nos debe hacer pensar”, reflexionó el prelado quien de inmediato se refirió a la primera lectura de hoy, que es una oración preciosa de un joven que quiere reinar, que quiere gobernar el pueblo, pero quiere gobernar con sabiduría y por eso pide ese don al Señor y el Señor se lo concede.

En ese sentido, pidió: “padres de familia, dirigentes de comunidad, políticos nuestros, cuántos piden al Señor el don de la sabiduría para ser buenos educadores de sus hijos, para ser buenos gobernantes, para ser buenos legisladores. ¿Se guían por la sabiduría de Dios?, o por intereses inconfesables que no soportan la luz de la verdad”.

“La palabra nos hace reflexionar porque precisamente esta epidemia tan cruel que está azotando a nuestro país y que está llevándose tantas vidas, que bien nos hace recordar el salmo que nos dice: enséñanos a calcular nuestros años y toda nuestra vida será alegría y jubilo, no perdiendo el tiempo acumulando cosas que ahí se quedan, acumulando riquezas mal habidas, provenientes del crimen, de la extorsión, de la muerte, del tráfico de estupefacientes, del tráfico de personas, de qué sirve todo eso si llega el momento en el que se dice hasta aquí, enséñanos a calcular nuestros años y toda nuestra vida será alegría y jubilo”, recalcó.

Rodríguez remarcó que “nada tiene el precio de una conciencia limpia y en paz, se podrán comprar cosas, se podrá defraudar y acumular riquezas mal habidas, pero tarde o temprano ahí está la conciencia que nos dice, no te es lícito”.

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