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De la Tercera a la Novena Sinfonía de Beethoven está la vida. Navidad, 2024

Dr. Ignacio Alonzo

Los músicos Barrocos, como Vivaldi, Bach, Handel, entre los Clásicos están Mozart, Haydn y Clementi. Románticos como Beethoven, Mendelssonh, Chopin, Schubert, Tchaikosvsky, Wagner y Mahler y en el Impresionismo se ubican a Debussy, Ravel y Satie.

Es una pleyade de músicos genios que han existido a lo largo de la historia humana, sin ignorar al mundo Semítico y al Lejano Oriente que han hecho importantes aportes a la música, expresión del mundo y del quehacer cotidiano de los pueblos. Este artículo, se decanta por dos, de las nueve sinfonías que compuso Ludwig Van Beethoven.

La Tercera que se llama “Eroica” y la Novena Sinfonía que es la “Coral” o Himno a la Alegría. Beethoven nació en Alemania allá por el año de 1770, muriendo a causa de una sirrosis hepatica cuando apenas tenía 57 años de edad.

No cabe duda, que los genios no nacen todos los días, aquellos que no tienen nada materialmente hablando, pero son “ cerebrotenientes”, para distinguirlos del común de los humanos.

Es Beethoven, quien sin duda, poseía esas características únicas, nacido en un momento cumbre de la historia en que se vislumbraba la luz al final del túnel, no obstante, su decepción por las hazañas de Napoleón Bonaparte, que luego se autoproclama Emperador, defraudando a quienes habían creído en el.

Esta conducta es muestra de la ambición de los hombres y mujeres del presente Siglo XXI, pues no ha cambiado en nada, a los de antaño. Su Tercera Sinfonía, alude a la ambición desmedida de poder, a esas astucias, artimañas y engañifas que se acostumbran a usar desde el poder, que luego terminan en desgracias, penurias y vergüenzas.

La música de Beethoven, es una cruzada para desentrañar las dudas más profundas de la existencia humana, a pesar de su sordera, escribió su Carta en donde muestra que el destino lo limitó a relacionarse con los demás, sin embargo, desde su ascetismo, eleva su alma y casi como iluminado compone la Tercera Sinfonía, en donde se desplaza del Clero y se aproxima a entender al hombre como el héroe y compone “Eroica” que abre el camino al romanticismo, conduciendo la obra a un homocentrismo, es decir, a la imposición de la razón, a la ilustración y a todas las luces que el hombre pudiera alcanzar.

Nada volvería a ser lo mismo pues el pensamiento en la Tercera Sinfonía, propone de manera magistral, él allegro con Brío, Marcha funebre, Scherzo y Finale, que no es más que la búsqueda, de su ser, de su yo, es un punto de inflexión. Así que, la Sinfonía Eroica es el resurgir de un hombre que había servido a la nobleza y ahora es el mismo, es su intimidad, es la osadía de sobreponerse a todo.

No es un salto de la Tercera a la Novena Sinfonía de Beethoven, es más bien, esa representación de un músico que ha marcado la vida de la humanidad, y es en ese sentido que me permito hablar desde mi percepción de sus inicios y de su obra final, que pese a su situación de sordera, su sentido de vida y propósito, está más que explícito en su sensibilidad de músico.

Beethoven en la Novena Sinfonía ya más agudizada su sordera, el genio introduce los primeros momentos del dolor, de la tragedia, lo insólito, y lo inesperado, que son las cosas que los humanos experimentamos, dolor, gozo, vacíos, saltos, sobresaltos, para algunos, días, meses y años, para otros, sin embargo, también, induce a oír todo aquello que nos invita a ver la vida, a reírnos, a gozar de la belleza de la naturaleza y de lo lindo que es estar entretenido, en otras palabras, estar vivo.

Enfatiza en ir por la vida, transformando aquellas cosas que aunque vayan lentas, dilatadas, nos van poniendo en contacto con nosotros mismos, es ir siguiendo cada aspecto de uno mismo, sin descuidar cada tejido de nuestra existencia, es ir abriéndose a los demás porque necesitan de mi paz, de mis sonrisas, y hasta de mis melancolías y nostalgias que me hacen humano y con respecto al dolor de otros que sufren la soledad, tristezas, cuitas y desastres insospechados.

Es ir cayendo en razón de lo que somos y que son los demás seres humanos, es ir creyendo en la libertad, en tener empatía por los otros, abrazar la desgracia para ayudar, levantar al desvalido para ponerlo de pie, es esta Novena Sinfonía, como ninguna otra en este momento que terminamos este 2024, cosecha de secuelas de muerte, guerras y desastres naturales, destrucción, depredación y aniquilación de sueños y alcance de anhelos, migraciones alrededor del mundo, abusos y caso omiso de los Derechos Humanos.

Esta época y siempre, llama a hacer un alto en la forma inhumana de ver a los demás, a los egoísmos y hedonismos malsanos a la que ha arribado esta sociedad mutista y ascética, retratada en una pantalla de los dispositivos y de los grandes avances tecnológicos que solo dejan una generación desorientada, desubicada y casi deshumanizada, embotada e imbuida en mundos inexplicables e irracionales.

Concluimos diciendo, que entre la Tercera y la Novena Sinfonía de Beethoven está la vida, por un lado el homocentrismo, el yo, el héroe, la decepción y el desapego de pertenecer y servir al poder clerical y político, es como un rompimiento y el descreimiento por el político que decepciona, que se enferma, adueña y equivoca, se mezcla con los círculos dudosos del mundo, más no sabiendo que el poder pronto pasa y es efímero.

Beethoven en la Novena Sinfonía, nos llama a transformarnos en humanos, a amar a los demás, nacionales y extranjeros, pobres, paupérrimos e indefensos, como a los más poderosos del Planeta, sin distinción alguna, de tal manera, que nos invita a unirnos y a extender La Paz y la Libertad a cada rincón del Mundo.

La vida está en amar al prójimo y en lanzar un canto celeste por las cosas más hermosas que Dios nos ha dado.

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