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De constructor de victorias a destructor de partidos… Libre vuelve a ser Resistencia

Por Yanivis Melissa Izaguirre | Periodista, Honduras

Tegucigalpa, Honduras. A la candidata de Libre no le tembló la voz. Rixi sabe que se hace más grande entre más grande sea el enemigo. Un enemigo del tamaño de un imperio. Un enemigo del tamaño de Trump. Y si de algo vive Libre, es de mantener vivo al enemigo.

Vestida de rojo y negro y con un escaso grupo de seguidores coreando “Rixi, no estás sola”, se presentó como en sus mejores batallas, volvió a pararse frente a su gente, no como víctima de un fraude, sino como mártir de una causa. Acompañada por cánticos de “¡Te queremos, Rixi!” y “¡El pueblo unido jamás será vencido!”, la exconsejera electoral y candidata presidencial ofreció un discurso que osciló entre el acto de resistencia y la liturgia populista.

Pero esta vez, el libreto traía un giro internacional: Donald Trump. De los que más gusta, la lucha contra la injerencia internacional y la defensa de la autodeterminación de los pueblos.

La candidata denunció una injerencia “sin precedentes” del expresidente estadounidense, quien, según dijo, la ha convertido en blanco político por atreverse a enfrentar a la oligarquía y defender la soberanía. El punto de quiebre: el anuncio del indulto de Juan Orlando Hernández, presentado por Moncada como una jugada del imperio para premiar al narcotraficante y castigar a quien se opuso a él.

“Trump me condena y amenaza por mi participación. Reconociéndome como la principal opositora, dijo que la gente inteligente de Honduras me rechazaría. Pero lo que suena a insulto, mi pueblo lo entendió como coerción”, aseguró Moncada, provocando un estruendoso “¡No volverán!” en la sede de Libre, donde su pueblo esperaba detrás de un cerco.

Su narrativa no se limitó a lo simbólico. Moncada enumeró las que considera las claves técnicas del fraude, actas sin validación biométrica que favorecen al bipartidismo.

Pero se tardó mucho Rixi. Su militancia, sus activistas, el gabinete de la presidenta ya se había despedido, aceptado la derrota y culpado al pueblo por ignorante.

La eliminación del cruce de huellas fue aprobada por el bipartidismo en el CNE una noche antes de las elecciones, sentenció.

En su lógica, los enemigos de siempre se aliaron en una vieja trampa con nuevas tecnologías. ¿El objetivo? Inflar actas, adulterar el TREP, desprestigiar el proyecto de refundación. Pero, ¿le ajustará esa narrativa?  ¿Le ajustarán los votos?

¿Se inflará (tal como los votos denuncia) la convicción del pueblo que ya se expresó en las urnas y la ubicó en un tercer lugar sin la mínima oportunidad de acercarse a sus contrincantes?

Hubo también espacio para elogios internos. Pidió reconocimiento para la presidenta Xiomara Castro, por la dignidad que le ha impreso a la presidencia, y agradeció al partido Libre por respaldarla tras una “hermosa y victoriosa campaña” que la oligarquía intentó empañar.

Y como buena heredera de la narrativa refundacional, hiló el mito de origen:

“Libre es un partido de batallas nacido en las calles, cuyo origen es la Cuarta Urna y la resistencia al golpe de Estado y los fraudes de 2009, 2013 y 2017”. ¿Sumará este, según ella?

En ese espejo se mira Rixi, una mujer rodeada de pueblo, con discursos que evocan épicas revolucionarias, con una resistencia que se niega a ser decorativa.

Y, con la nostalgia de los últimos meses, volvió a referirse a su público de ataque preferido:

“Si por denunciar a los 25 grupos económicos y 10 familias que controlan al país, Trump me llama comunista, que lo haga. Ese expediente gastado de la Guerra Fría ya no engaña al pueblo hondureño”.

Y mientras el discurso se cerraba entre promesas de lucha legal y llamados a movilización pacífica, la consigna final reventó los parlantes:

“¡A la calle! ¡A la calle!”. Rixi solo sonrió. Invitó a su militancia y otros sectores a continuar la lucha pacíficamente.

Ella ya no está en campaña, ahora habla como quien está en juicio. La voz se le llena de patria, pero también de martirio. 

Rixi convirtió un revés electoral en un conflicto internacional. Su liderazgo pasó del constructor de victoria al destructor de partidos. Libre vuelve a donde empezó, a ser Resistencia.

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