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La experiencia adquirida durante los siete meses de la pandemia del SARS-CoV-2 nos revela que los países que han tenido éxito en el control y manejo sostenido de la infección son aquellos que actuaron rápido implementando restricciones al ingreso de extranjeros al país, aislando la población con medidas “quédate en casa”, comprobando la presencia del virus en personas con síntomas compatibles con COVID- 19, recomendándoles su aislamiento identificando a sus contactos recomendándoles también aislamiento para evitar el contagio de otras personas.
En honor a la verdad, en Honduras se cerraron las fronteras el 15 de marzo y pocos días después se implementó la ordenanza “quédate en casa”, como también la Secretaria de Salud estandarizo la prueba de PCR (Reacción de la Polimerasa en Cadena) para la detección del virus en personas con síntomas compatibles con COVID-19, recomendando el aislamiento de los positivos y de sus contactos. Al inicio de la pandemia esta estrategia de control funcionó relativamente bien pues el número de casos eran pocos. Sin embargo según fueron aumentado las personas infectadas dicha estrategia dejo de funcionar aun cuando se permitió que laboratorios privados pudieran realizar la prueba de PCR. Vale la pena entonces preguntarnos, ¿Qué fue lo que sucedió para que al 20 de Julio el número de infectados conocidos llegara a más de 33,835 y los fallecidos a 900? Permítanme sugerirles una explicación, y no la única, de lo que ha sucedido.
PCR es una prueba molecular, considerada el “gold standard”, pero es compleja y tardada en realizar y usualmente se usa para confirmar un resultado obtenido por otra prueba molecular u otra prueba serológica; en otras palabras, PCR es una prueba “confirmatoria” y no una prueba para diagnóstico de rutina. Por ejemplo, cuando hay indicios clínicos o resultados positivos de anticuerpos para determinado virus, se recomienda realizar PCR, para identificar al virus infectante.
Al inicio de la pandemia a las personas que resultaban positivas por PCR se les entregaba su resultado relativamente rápido, lo que permitió que la persona se aislara por un tiempo prudente y también diera espacio para avisar a sus contactos que pudiesen estar infectados, para que tomaran las medidas preventivas del caso. Con el aumento de la infección se hizo imposible entregar con prontitud un resultado positivo por PCR y pasaron varios días, semanas y aun meses <la Secretaria de salud informo el jueves 16 que tenían mas 4,000 muestras retrasadas por analizar> antes que la persona supiera que estaba en la fase aguda de la infección que es cuando la concentración viral está en su máximo nivel en las vías respiratorias. Conclusión, debido a la tardanza en la entrega de resultados positivos, las personas infectadas siguieron con sus actividades del día a día infectando a «Raimundo ó Raymundo y medio mundo”. Esto no solo ha sucedido en nuestro país, es la regla a nivel mundial, aun ahora debido al resurgimiento de la infección en los Estados Unidos ya se escuchan voces de científicos diciendo que la entrega de resultados tardíos no abona nada al control de la pandemia pues estamos viéndola por el “retrovisor”; al tener tantas muestras por analizar, los resultados que se entregan hoy son de muestras de personas tomadas días o semanas atrás. Entonces pareciera que con los datos diarios que nos da SINAGER lo único que estamos haciendo es contando una fracción de los infectados, ya que hay muchas personas asintomáticas, y a la mayoría de las personas fallecidas en los hospitales.
Entonces, ¿Que podríamos hacer para remediar esta situación? Si pudiéramos detectar la presencia del virus con una prueba relativamente barata, sencilla y que diera, con alta sensibilidad, un resultado en minutos, esto nos permitiría diagnosticar personas en la fase aguda de la infección, tanto en los laboratorios clínicos públicos y privados del país y también, porque nó, en los puntos fronterizos. Esto nos permitiría tomar la decisión de aislar a los infectados de inmediato para evitar justo lo que está aconteciendo en la actualidad, la diseminación acelerada de la infección.
Da la casualidad que en días pasados en consultas con mis colegas inmunólogos de Guatemala me informaron que dicha prueba ya está en el mercado, es una prueba rápida fabricada en Corea del Sur <que dicho sea de paso se ha convertido en una potencia mundial en biología molecular> que asegura el fabricante que tiene la capacidad de detectar 85 positivos en 100 muestras positivas por PCR; es decir, con un 85% de sensibilidad. Aún más, me enviaron un estudio de validación de la prueba donde la comparan con PCR, realizada en el Hospital Roosevelt y en el Instituto Guatemalteco del Seguro Social. Dicha prueba es regulada por la Secretaria de Salud de Guatemala para ser realizada en ciertos laboratorios del país para identificar de forma rápida a personas infectadas sintomáticas, pero también para comprobar que el virus ya no es detectable en personas infectadas que han desarrollado anticuerpos y por lo tanto, probablemente pueden retornar a sus labores con poco riesgo de infectar a otros.
Aun más, para mi sorpresa, ARSA ya ha autorizado la importación al país de la prueba rápida Coreana que, lo repito, detecta antígenos del SARS-CoV-2 en 15 minutos con 85% de sensibilidad! Ante esta situación esperanzadora, insto a la Secretaria de Salud a que proceda a la validación de dicha prueba contra el “gold standard” que es PCR y si se comprueba una sensibilidad mayor al 70%, que se proceda a su regulación e implementación en los laboratorios del Estado, como también en Laboratorios Clínicos Privados con Licencia Sanitaria. De no hacerlo, la necesidad de un diagnóstico rápido y asequible en personas con síntomas y en la fase aguda de la infección, hará que la gente lo demande y acuda a realizarse la prueba independientemente de su validación por las autoridades competentes.
En resumen, con un diagnóstico rápido de la infección tendremos la oportunidad de evitar que el virus se siga propagando por no contar con un diagnóstico oportuno. Es solo una sugerencia para dejar de solo seguir contando tardíamente a los infectados y a los fallecidos.