Dulce Nombre de Culmí – Un periodo de sequía prolongado en los meses pasados tenía a toda Honduras en conmoción. Cosechas destruidas y plagas como el gorgojo de pino se registraron por el cambio climático que ha afectado todo el país en el pasado.
En las últimas fechas, se generaron acciones para contrarrestar este fenómeno natural a través de la adaptación al cambio climático. Para el caso, en la comunidad Las Crucitas, en el Municipio Dulce Nombre de Culmí, Olancho, algunos agricultores comenzaron a adaptarse con éxito al cambio climático.
Estos agricultores fueron apoyados por técnicos del Programa Adaptación al Cambio Climático en el sector Forestal (Clifor), financiados por la Unión Europea (UE) y el Gobierno Alemán (BMZ), y ejecutado por el Instituto de Conservación Forestal (ICF) y la GIZ.
Los pobladores locales han visto con sus propios ojos que la transformación de ideas y pensamientos en acciones prácticas en el campo no solamente ayudó a mantener sus cosechas, sino más bien aumentar las mismas considerablemente.
“Todo comenzó con una plática sobre el cambio climático en pleno verano y una discusión sobre semillas que son más resistentes a la sequía. Después de eso el personal del Clifor me ayudó a aplicar las medidas adecuadas como la construcción de un área de curva a nivel. Ni siquiera sabía que es, pero me lo enseñaron y lo construimos juntos. Y hoy, en el día de la cosecha, puedo decir que con las nuevas semillas variadas y la aplicación de la nueva técnica, adaptada al cambio climático, saqué mucho más maíz que pensaba”, expresó el poblador Santiago Velásquez.
Con la intención de poner en práctica la ya existente por algún tiempo “Estrategia Nacional de Cambio Climático”, los equipos técnicos del Programa Clifor, formados por el ICF y la GIZ en el marco de la forestería comunitaria, tuvieron desde el inicio una estrecha relación con los productores. ”Explicamos a los agricultores qué valor tiene la adaptación al cambio climático para sus producciones. Pusieron mucha atención y fueron muy receptivos”, explicaFrancisco Mejía de Clifor.
Uno de los agricultores ha sido Carlos Cáceres, quien al igual que los demás productores adoptó las medidas y sembró una semilla de frijol más resistente a la sequía en una pequeña parcela sin ningún riesgo. “El rendimiento en la parcela fue mucho más alto que en las demás áreas. Las medidas que he tomado valieron la pena y hay que replicarlas con otros productores y en otras áreas”, comenta el agricultor de casi 80 años.
Los buenos resultados de esta cosecha, planeados y realizados por los agricultores locales y técnicos del Programa Clifor en conjunto, ha llamado la atención de otros productores agrícolas en la región. Junto con otras instituciones como la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) y la Cruz Roja se quiere replicar estas buenas prácticas, que se aplica sin fertilizantes químicos, y en armonía con el medio ambiente, en zonas con alta vulnerabilidad ante el cambio climático. La diversificación de los productos es una de las medidas para adaptarse al cambio climático.
“Mono culturas son siempre dañinas para el medio ambiente. Por eso siempre recomendamos a los productores sembrar diferentes cultivos. En esta localidad dentro de la Zona de Amortiguamiento de la Biosfera del Río Plátano se puede cultivar cacao, limones, naranjas, plátanos, aguacate y café que necesita la sombra del bosque. Esta diversificación ayuda al medio ambiente y al mismo tiempo genera más ingresos para los agricultores”, relata Abel Morales del ICF. Malas prácticas agrícolas, ganadería extensiva, incendios forestales, presión demográfica entre otros han afectado al bosque hondureño en gran parte del territorio y particularmente en la zona de amortiguamiento de la Biosfera del Río Plátano. Por lo tanto iniciativas prácticas para la adaptación al cambio climático en el sector forestal con el amplio involucramiento de agricultores locales son una herramienta vital para la conservación de los recursos forestales y el bienestar de la población rural.
“En mi territorio sembré media manzana de caoba para mis hijos y mis nietos. Dentro de este bosque sembré también café. Si uno mira a otros lados en la cercanía se ve miseria. El bosque cuida el aire, el bosque cuida el agua y con las buenas prácticas para adaptarse al cambio climático nos beneficiamos todos”, dice sabiamente Carlos Cáceres, agricultor de 78 años.