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Corrupción, narrativa de fraude y polarización marcan la coyuntura político-electoral, analiza Héctor Soto

Tegucigalpa – La coyuntura político-electoral en Honduras hasta el mes de junio de 2025 estuvo marcada por un deterioro profundo de la confianza ciudadana e institucional, según el más reciente análisis del politólogo Héctor Soto, presentado a través de la consultora Estrategia y Desarrollo.

El informe señala que la corrupción estructural, el uso anticipado de la narrativa de fraude electoral y una polarización cada vez más aguda son los principales factores que tensionan el proceso electoral de cara a las elecciones generales de 2025.

“Estamos ante un escenario de orden frágil, donde el proceso electoral avanza técnicamente, pero rodeado de desconfianza social y confrontación retórica que pueden desembocar en una crisis de legitimidad”, advirtió Soto, al referirse a la compleja interacción entre el deterioro ético del oficialismo y una oposición que gana visibilidad, pero carece de cohesión estratégica.

Casos de corrupción desmontan el relato oficialista

Uno de los hechos clave que, según el análisis, influyó decisivamente en la percepción ciudadana fue el escándalo de corrupción en Sedesol, que “desmonta la narrativa de cambio del oficialismo, refuerza la idea de una corrupción sistémica y elimina la supuesta superioridad ética del partido de gobierno sobre el resto del sistema político”. A este caso se suman los cuestionamientos sobre Koriun y el fracaso en aprobar el mecanismo internacional de la CICIH, lo que profundizó la desafección ciudadana, sobre todo en sectores urbanos independientes, clave para definir elecciones.

Narrativa de fraude anticipado y debilitamiento del CNE

Otro elemento destacado por Soto es el uso reiterado de la narrativa del fraude electoral anticipado por parte del oficialismo, que socava la credibilidad del Consejo Nacional Electoral (CNE). “Cuando el propio oficialismo plantea la posibilidad de fraude desde antes del día de la votación, lo que se debilita no es a la oposición, sino a la autoridad electoral en su conjunto”, explicó el analista.

En ese contexto, las disputas políticas sobre la implementación del sistema TREP, la biometría y las maletas electorales han alimentado sospechas y desconfianza sobre la capacidad del CNE de garantizar un proceso limpio y transparente.

Polarización en aumento y oposición reactiva

El tercer eje señalado en el informe es el crecimiento de la polarización entre izquierda y derecha, con un partido oficialista (Libre) que mantiene capacidad movilizadora, mientras la oposición, aunque más visible, sigue sin una estrategia unificada. “El riesgo de una confrontación sin mediaciones está latente, y eso limita la posibilidad de alcanzar acuerdos mínimos de gobernabilidad”, subrayó Soto.

En ese sentido, añade que hay varias amenazas clave detectadas, entre las amenazas más significativas identificadas por la consultora Estrategia y Desarrollo se incluyen: Consolidación de una narrativa de fraude electoral que podría deslegitimar las elecciones y al CNE.

Pérdida de confianza generalizada en partidos políticos e instituciones públicas debido a escándalos de corrupción.

Crisis operativa del CNE por fallas logísticas, técnicas o presupuestarias. Polarización extrema, que fracture la cohesión social e impida acuerdos básicos, el aumento de la abstención electoral por fatiga democrática y desencanto ciudadano y la desinformación digital y operaciones de manipulación que exacerban el conflicto político.

Ejes de incertidumbre: CNE y narrativa de fraude-corrupción

El análisis también resalta que el desempeño del CNE se ha convertido en el eje central de disputa entre los partidos, pero su falta de respaldo consensuado por parte de las tres fuerzas principales —Libre, Partido Nacional y Partido Liberal— compromete su legitimidad. A eso se suma la narrativa de fraude y corrupción, amplificada por medios y redes sociales, que genera una sensación extendida de que no hay garantías mínimas para un proceso electoral confiable.

El análisis en conclusión refiere que Honduras en la actualidad tiene un proceso electoral técnicamente en marcha, pero políticamente erosionado, al tiempo que advierte que, pese a una aparente coincidencia entre los partidos para sostener al CNE como mínimo procedimental, no existe un compromiso real por reconstruir la legitimidad ciudadana ni asegurar respaldo internacional. Si las condiciones actuales se mantienen, la consultora estima que el proceso electoral podría llegar a su fase crítica con una base institucional débil y sin suficiente confianza pública, lo que abre la puerta a escenarios de conflictividad poselectoral.

Finalmente, se resalta que “La volatilidad de la coyuntura no solo es alta, sino acumulativa: cada mes que pasa sin correcciones, crece el riesgo de una crisis de gobernabilidad post-electoral”, concluyó Héctor Soto. LB

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