Tegucigalpa – Citando la parábola sobre la semilla de mostaza, el párroco de la iglesia catedral San Miguel Arcángel de esta capital, padre Juan Carlos Martínez, advirtió que “corremos el riesgo de ahogarnos en el activismo y en el trabajo”.
En su homilía dominical, Martínez señaló que hoy casi todo nos obliga a vivir bajo la presión de la actividad y el rendimiento y en el fondo de nuestra conciencia moderna existe la convicción de que para dar el máximo sentido a la vida lo único importante es trabajar para sacarle el máximo rendimiento y utilidad.
“Corremos el riesgo de ahogarnos en el activismo y en el trabajo, sin embargo, esta extraña parábola de Jesucristo nos habla de una semilla que crece sola, sin que el labrador le proporciones con su trabajo la fuerza que necesita para germinar, para crecer”, añadió.
El prelado refirió que esa parábola recuerda que la vida no se puede reducir a actividad, a trabajo, a rendimiento, pues la vida es un regalo que no valoramos conscientemente, necesitamos tiempo para valorar la vida y vivirla en la alegría del evangelio.
Recalcó que por eso la actitud fundamental de un cristiano no es la lucha y el esfuerzo sino la admiración, la alegría y la confianza en el Señor.
“Naturalmente que la acción de Dios en nosotros requiere de la colaboración de nuestra libertad, nuestra tarea consiste en acoger la acción del Espíritu Santo”, apuntó el sacerdote quien indicó que en ese momento de la existencia que pide el Espíritu de Dios sobre alguna crisis económica, una necesidad familiar.
Con qué podemos comparar el reino de Dios, con un grano de mostaza, la que al sembrarla en tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y la parábola del grano de mostaza pone en acento el sorprendente resultado final de la acción de Dios en contraste con el comienzo pequeño y débil.
La parábola de la semilla de mostaza es una comparación de Jesús de Nazaret transmitida en el Nuevo Testamento por los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.
“Estamos llamados a sembrar pequeñas semillas de humanidad en nuestro entorno, como una sonrisa, un gesto de cercanía, pequeños servicios, así es el reino de Dios”, señaló Martínez.
