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Cardenal llama a cerrar filas contra la inmoralidad y deuda social

Panamá.- El cardenal hondureño, Oscar Rodríguez Maradiaga, hizo hoy un llamado a cerrar filas contra la inmoralidad y a asumir la responsabilidad de pagar la deuda social.
 

Rodríguez Maradiaga se refirió al asunto durante un almuerzo ofrecido por el presidente panameño, Martín Torrijos y la primera dama, Vivian Fernández de Torrijos, en el Palacio de las Garzas (casa de Gobierno), según un comunicado de la Presidencia.

El prelado dijo que «la vida moderna está profundamente tocada por este problema (de la inmoralidad), en lo político, en lo económico, en lo ético», y que «la conciencia de la dimensión moral es indispensable hoy en día y nos plantea muchos desafíos».

«Todos los actos de la vida de las sociedades están iluminados de una manera u otra por principios y planteamientos que caen en el terreno de lo moral y lo ético, sin embargo, cuántas sociedades se empeñan en desconocer ese hecho inocultable», indicó.

Afirmó que «es inmoral atentar contra los demás y también lo es no actuar para impedir que se atente contra los demás, es inmoral despojar a otros, pero lo es y mucho peor no impedir que se haga despojo, es inmoral pervertir a los demás, pero mucho más no impedir que este crimen se cometa, y así sucesivamente».

Igualmente, según expreso, hay inmoralidad en los que legitiman «los actos de agresión y de arbitrariedad contra otras naciones del planeta bajo el precepto de la preservación de la paz mundial y no menos recurrido argumento del combate contra el terrorismo».

Destacó que la humanidad ha alcanzado grados de perversión no imaginados (…) y vamos ya estrenando los años del siglo XXI sin percatarnos de la negligencia o la falta de acción que está llevando a que se destruyan pueblos enteros por efecto de la guerra, como es el caso de naciones como Irak, Afganistán, Ruanda, Somalia y otras».

Gente que se muere de hambre, Repúblicas hundidas en el caos y la inconsciencia, «eso es inmoral desde donde se mire y cabe toda la responsabilidad en los gobiernos, en la clase política, en la sociedad que está permitiendo que eso suceda».

Empero, el cardenal dijo que han aparecido otras formas de inmoralidad y de agresión «que por ser menos evidentes no dejan de ser menos peligrosas y devastadoras: los organismos económicos (…) que andan por todos los países endeudando, saqueando, hipotecando, expropiando, empobreciendo a otros».

Añadió que «es lamentable cómo la deuda económica atenta abierta y agresivamente contra las personas y las condene a vivir en la pobreza», pero tampoco es aceptable que gobiernos que entienden de este problema «no hagan nada para cambiar la tendencia y corregir los modelos para favorecer el bienestar de todos en el bien común».

Los gobiernos en cuanto actúen en connivencia con el sistema financiero, protegiendo intereses particulares y favoreciendo el desempeño «actúan de manera inmoral».

«Y lo hacen así, y de ese modo, en tanto se preocupan por mantener saludables los indicadores financieros aun a costa del bienestar y del esfuerzo de las personas», recalcó.

Invitó a invertir el principio de Maquiavelo de que el fin justifica los medios, por el de que el fin social de la economía, la elevación de calidad de vida, los salarios y la disminución de la pobreza «justifica cualquier acción y medio que aplique un gobierno para lograrlo».

El cardenal llamó a poner en acción la «globalización de la solidaridad» para que todas las personas «tengan como mínimo los bienes materiales, culturales, medio ambientales que en su igualdad y su dignidad merecen, en armonía, no en contraposición con los bienes del espíritu».

«Se trata de aprender, se trata de esperar contra toda esperanza, eso nos dice que hay razones para el optimismo, indica que tenemos que esperar esta generación de valientes que se comprometa a pagar la deuda social», precisó.

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