Campaña de amenazas y miedo

Pedro Gómez Nieto

En los albores de la campaña electoral, percibimos que el comportamiento de algunos candidatos es prolongación del mantenido durante la legislatura. Nada diferente que ofrecer, cual viaje de un tiovivo a ninguna parte. Dice Carlos Boaglio, poeta argentino, que ante la desesperación es cuando el ser humano desnuda toda su grandeza o toda su miseria. Al carecer de grandeza, muestran sus miserias, incapaces de estar a la altura de las exigencias del momento político que Honduras demanda, y que espera de sus lideres. De donde no hay no se puede sacar. Están desesperados, nerviosos e impacientes porque llegue el dia del parto, olvidando los cuidados que toda gestación requiere.    

Repiten errores de parvulario cometidos la campaña anterior que los llevaron a la derrota. Un mantra reactivado: «somos los primeros en las encuestas; nadie nos puede arrebatar la victoria». Hacer ostentación de una aplastante victoria al comienzo de la campaña, es un error provocado por la soberbia y prepotencia. En lugar de intimidar al electorado adversario, consigue desmotivar al electorado propio, porque entendería el simpatizante que estando tan sobrados de votos no necesitan del suyo. A la inversa, el electorado adversario, ofendido por el desprecio recibido, cierra filas sobre su candidato votándole masivamente. Estrategia que produce el efecto contrario al deseado.     

No hay campaña electoral sin propaganda como no puede haber cementerio sin muerto. El juego electorero demanda legitimar a cada candidato ante sus adversarios y los votantes. Necesitan mostrar aquello que los diferencia, el sello personal que los hace reconocibles. Una frase, una palabra, que sintetice lo que ofrecen. Un eslogan que los defina. Pero cuando observamos a los profetas de calamidades, encaramados al pedestal de la sabiduría, anunciar entre insultos y descalificaciones, amenazas y advertencias, el apocalipsis que se avecina para Honduras si ellos pierden las elecciones, detectamos que fueron abducidos por Venom. Por su eslogan los conoceréis.

Un ejemplo “ficticio”: imaginemos la plaza de una localidad cualquiera, donde se han reunido doscientas personas para escuchar las propuestas del candidato. Quien desde el escenario, agarrando el micrófono y mirando con altanería al rebaño, les dice: “Cómo me gustaría ver colgado aquí con una soga al presidente de la Republica”. Menos mal que es hipotético, porque de ser real sería punible: incitación al odio y la violencia. En Mateo 15,18, Jesús nos dice: “Lo que sale de la boca viene del corazón, y eso es lo que mancha al hombre”. Sabemos el color de ese tipo de corazones. Parafraseando a Boaglio, desesperados ante una potencial derrota, nos muestran sus miserias. Utilizar el insulto, la injuria y la calumnia, para captar votos, despreciando la dignidad de las personas, por tanto, la del propio votante, es un suicidio. Táctica de tierra quemada que destruye el tejido social. Demencial.

Lucio Séneca reflexiona: “La ignorancia es la causa del miedo”. Se promueve el miedo cuando se amenaza con una guerra si vuelve a ganar el partido en el poder; cuando el candidato advierte al electorado que tienen que votar por él y no por sus adversarios, porque entonces Honduras desaparecerá; cuando se favorece el pensamiento único provocando la fractura social. La solución es sorprendente: ¿quieren evitar que el candidato incendie Honduras, cual Nerón de pacotilla quemando Roma? Voten por él. Táctica perversa y mafiosa, cual impuesto de guerra marero. El candidato reclama a los votantes que le entreguen lo que es suyo por derecho divino, o se atengan a las consecuencias. Profetas del miedo. Esperamos una campaña de pocilga y protestas en lugar de reconciliación y propuestas.

Honduras necesita elecciones pacíficas y limpias, apoyadas en mecanismos de control para las votaciones y la transmisión de resultados; fiscalizadas por los entes correspondientes, y las misiones internacionales de observación (MOEs), para que los resultados reflejen la voluntad del electorado. No obstante, hay candidatos y líderes políticos que ya manifestaron sus demandas coercitivas: no aceptaran que gane el Partido Nacional,y denunciaran que hubo fraude, aunque no exista. La puerta queda abierta para que ganando quien gane, cualquiera que pierda acuse de fraude. Comportamiento chantajista, temerario e irresponsable, de consecuencias imprevisibles. Si esto ocurriese, conocemos lo que vendrá después del día siguiente, Honduras ya lo ha padecido. Necesitamos urgentemente la regeneración de la clase política, o como sociedad no tendremos futuro.

“Quien mucho amenaza, el miedo tiene en casa”. -Del refranero popular-

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