Brexit o la huida del león

Por: Julio Raudales
Tegucigalpa.- Mucho se ha hablado en los últimos días sobre los problemas que la salida del Reino Unido de la Unión Europea puede generarle al mundo entero y particularmente a nuestras economías subdesarrolladas. Luego del fatídico jueves, abundaron las preguntas de amigos y periodistas.
 
 

Mi punto de vista es que el asunto debe enfocarse desde lo político y no tanto de lo económico.
Seamos sinceros: El Brexit no fue un referéndum para retirar al Reino Unido de Europa, sino para retirar a sirios, afganos, iraquíes, y tantos más, de las ciudades británicas. Todo el mundo sabe que si ese referéndum no hubiera tenido lugar en medio del estallido de la crisis migratoria, habría sido ganado fácilmente por el Remain. De ese miedo colectivo viven los partidos xenófobos emergentes. Las próximas elecciones (plebiscitarias o no) que tengan lugar en los demás países de Europa, estarán marcadas por el fuego xenófobo.
El Brexit fue concebido por sus impulsores como parte de una cruzada continental anti-islámica. Razón suficiente para valorar a quienes optaron por el Remain. Cuando todo trabajaba en contra lograron mantener en alto las banderas de la razón frente a una parte de la población en declarado estado de histeria colectiva.
No es el momento para indagar aquí sobre las causas de los miedos. Hay que aceptar sí, que no siempre son infundados. Las migraciones que provienen de las zonas de guerra en el Oriente Medio han sido las más multitudinarias que ha conocido la Europa moderna. La política es más pedagógica de lo que se piensa. La gente, cuando es explicada, entiende. Los partidos nacionalistas y xenófobos de Reino Unido lo entendieron bien y por eso triunfaron.
¿Cómo explicaron en cambio los partidos democráticos la llegada de las multitudes islámicas? Con argumentos humanitarios que no convencen a nadie o con el simple silencio. Así, la campaña en contra del Brexit fue centrada por ellos en temas económicos y tecnocráticos, como si eso bastara para que los miedos de una ciudadanía aterrada fuesen paliados.
En lugar de enfrentar a los indudables problemas que plantea el fenómeno migratorio, han hundido la cabeza en cifras que a la mayoría de la población europea no dicen nada. Con ello han regalado el tema de las migraciones a los partidos xenófobos.
Ha llegado así la hora de los grandes demagogos. Los líderes de los “partidos emergentes” son en su mayoría personas sin antecedentes políticos. Algunos provienen del mundo empresarial. Otros, del periodismo, de la farándula e incluso de la comedia. Se trata, en general, de personajes histriónicos, imprevisibles, anárquicos. La tónica común es la prédica de odio en contra de los políticos y la política. Todos prometen el regreso a las raíces nacionales, a paisajes idílicos de la política que por supuesto nunca existieron, y como si estuvieran de acuerdo unos con otros, profesan admiración a la política y a la persona de Vladimir Putin.
En nombre de la independencia con respecto a una UE a la cual nunca han estado sometidas, las naciones que logren escindirse de la comunidad política abrirán el camino a los enemigos externos de la democracia. Esa es precisamente la distopía a evitar. Esas son las razones por las cuales todos los demócratas del continente deberán unirse en un solo frente e impedir el avance neo-fascista disfrazado de independentismo. Cada elección, aún la más insignificante, será después del Brexit una batalla decisiva para el destino de Europa. Y no solo de Europa.
Hoy la UE es una unidad heterogénea que funciona en los ámbitos financieros y comerciales, mas no así en los políticos. Al interior de la enmarañada burocracia tejida en los corredores de Bruselas y Ginebra han ido escalando posiciones personas muy eficientes en sus profesiones pero carentes del menor sentido político. En ese ambiente poblado de papeles y cifras, fue naciendo la quimera de una Europa sin enemigos.
La incapacidad de diversos políticos europeos para reconocer a los enemigos internos y externos de Europa ha pavimentado el camino del Brexit. Nuevos desastres asoman en el horizonte. La mayoría de los expertos afirman que para evitarlos la UE deberá ser sometida a un proceso de radical reformulación. Pero se cuidan muy bien de señalar los puntos a ser modificados. Nadie se atreve a decir una gran verdad: que nunca la UE podrá ser mejor que la política que prima en la mayoría de sus estados nacionales.
No en la UE sino al interior de cada una de sus naciones deberá tener lugar la reformulación política de Europa. Más de Julio Raudales Aquí…
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