Roma – La final de la Eurocopa de la selección de fútbol italiana, que peleará este domingo en Wembley con Inglaterra por su segunda corona, y el camino triunfal de Matteo Berrettini en el torneo de tenis de Wimbledon, en el que se plantó en semifinales, hacen que Italia vea a Londres como el centro del mundo en estos días.
“Wem-Wim”, es el apodo con el que se habla en Italia de los dos centros de los sueños deportivos del país. Conquistar Wembley para levantar la Eurocopa y seguir creciendo en Wimbledon, donde Berrettini ya hizo historia al llevar la bandera italiana hasta las semifinales 61 años después de la última vez, son los desafíos.
La Italia de Roberto Mancini devolvió entusiasmo a un país entero tras la debacle mundialista de 2018, cuando los “azzurri” no se clasificaron. El equipo transformó esa frustración en motivaciones y renació en la gestión del entrenador de Jesi (Marcas, centro).
Llega a la final con una racha récord de 34 partidos sin conocer la derrota, con cinco victorias y un empate en esta Eurocopa y con un reto enorme por delante, ganar a Inglaterra en su casa.
Si la afición inglesa canta “It’s coming home” (Está regresando a casa), refiriéndose al título internacional, la hinchada italiana contesta con un “It’s coming Rome” (Está regresando a Roma).
Banderas tricolores están llenando los balcones de las ciudades italianas, donde los aficionados quieren completar el trabajo, de nuevo enamorados de un grupo de futbolistas unido y comprometido.
La victoria ante España en la intensa tanda de penaltis final disparó el entusiasmo en el país, cuya última alegría se remonta a 2006, cuando el equipo de Marcello Lippi fue campeón del mundo.
Italia luce en su palmarés una Eurocopa, ganada en 1968, y cuatro Mundiales, conquistados en 1934, 1938, 1982 y 2006.
En la Eurocopa, Italia disputará su cuarta final, mientras que para Inglaterra será la primera. Los “azzurri” ganaron a Yugoslavia en 1968, pero cayeron en 2000 contra Francia y en 2012 ante España.
Pero Londres es el centro del mundo para Italia también gracias a Matteo Berrettini, tenista romano que a base de sus saques y derechas se está haciendo un hueco entre los más grandes.
El italiano, que fue octavofinalista hace dos años, cuando fue arrollado por el suizo Roger Federer en poco más de una hora, es ahora maduro. Llegó a Wimbledon como campeón del Queen’s y se plantó en las semifinales de este viernes.
Le tocará un partido contra el polaco Hubert Hurkacz, número 18 del mundo, que venció con contundencia este miércoles a Federer.
Hacía 61 años que un italiano no llegaba tan lejos en Wimbledon. El último fue Nicola Pietrangeli, en 1960, y nunca hubo italianos en la final.
Puede cambiar la historia Berrettini, en un cuadro que ve al serbio Novak Djokovic como favorito. “Nole” jugará su semifinal contra el canadiense Denis Shapovalov.
Veinte kilómetros separan el estadio de Wembley y la pista central de Wimbledon, los teatros de los dos grandes sueños italianos.
Los “azzurri” están a un solo paso de alcanzar la gloria futbolística, mientras que a Berrettini le faltan dos, tras practicar un tenis de alto nivel en la temporada sobre hierba.
Tras años oscuros, con el movimiento futbolístico hundido, y pocos tenistas capaces de tutear a los grandes, Italia se prepara para tres días que pueden marcar su historia deportiva.