Tegucigalpa, Honduras. No se hace patria pegando símbolos en murales; tampoco desfilando con bastones y pompones.
Hacer patria no es sudar en marchas o desfiles entre fanfarrias y piernas descubiertas, ni los titulares desgastados de “civismo”.
Hacer patria no es entonar el Himno Nacional con la mano en el pecho o el puño en el aire.
No se hace patria callando. No se hace patria otorgando.
Hacer patria es reencarnar en Morazán, Valle y Cabañas, y trabajar para cumplir sus ideales.
Es denunciar, sea esta una denuncia social o criminal.
Es no guardar silencio ni esperar que otras personas hagan lo que nos corresponde.
Es velar por el respeto a nuestra casa común, y no ser indiferente ante las injusticias.
Es condenar el cierre de espacios cívicos.
Hacer patria es prevenir, disuadir y combatir la corrupción
Es capacitar a la niñez, juventud, sociedad civil, gobiernos locales, funcionarios y servidores públicos.
Es fomentar valores, promover la cultura de la transparencia, exigir rendición de cuentas y acceso a la información pública.
Es mencionar con nombre y apellido a las y los corruptos, reflejar la realidad y documentarla para la memoria histórica de la nación.
Es investigar y no descansar hasta que los malos hondureños paguen por sus delitos.
Cada uno de nosotros y nosotras hacemos patria, pero la patria no se construye sola.
Por eso, hay muchas formas de hacer patria, una de ellas es luchando contra la corrupción e impunidad, respaldando la labor de las y los defensores de derechos humanos, resguardando nuestra riqueza natural, liderando espacios cívicos, comprometiéndonos con una activa participación ciudadana, impidiendo el comercio de nuestra tierra y soberanía. Esa es la bandera que debemos enarbolar.
¡Sigamos trabajando de forma honesta, objetiva y combativa! Cada persona desde su trinchera, pues es el mejor saludo a la Patria que podemos expresar las y los hondureños.
Ese es el verdadero civismo, lo demás solo son tambores, liras y show.