Seguimos en franco deterioro. La posición externa de la economía hondureña continúa en caída libre y es imposible que las cosas se arreglen por generación espontanea o por obra de un milagro. ¡Hay que hacer algo!
Las exportaciones no paran de caer; las importaciones crecen, aunque a un ritmo menor que en años anteriores. ¿Qué significa eso?, pues que el promedio de los hondureños se está endeudando cada vez mas rápidamente con el resto del mundo. Ese no debería ser un problema si esa deuda se contrajera para invertir en nuestro futuro.
No es así.
Nuestro país nunca ha destacado por su capacidad de producir bienes que los extranjeros apetezcan. A diferencia de México, Venezuela, Brasil, Perú, Chile o Bolivia, los países centroamericanos carecen de grandes yacimientos de oro, plata, uranio, petroleo, litio o alguna substancia que sea util para impulsar el enorme crecimiento económico que el mundo experimenta en los últimos dos siglos, muy especialmente en esta era de la inteligencia artificial, la biología sintética y la energía atómica.
Hace un siglo teníamos algunos metales (no muchos), que eran atractivos para la creciente industría mundial, despues tuvimos que mudarnos al banano, aceite de palma, camarones y otros moluscos. 40 años atrás inició, gracias a la enjundia y visión de algunos empresarios, la disrrupción en la producción de la maquila textil que, en su momento multiplicó las exportaciones y atenuó el desempleo.
Hoy ya no. Los pocos “postres” que intentamos vender pierden espacio en el mercado mundial y ahora el panorama se cierne oscuro y estrecho. No hicimos bien la tarea y debemos pagar esa onerosa factura.
En otras latitudes, sociedades que carecen de recursos naturales en abundancia, se vieron forzados a buscar alternativas que no solo les permitieran sobrevivir, sino alcanzar niveles de bienestar espectaculares: Japón, Taiwan, Estonia, Irlanda, Uruguay y otros, no tienen petroleo ni ejercitos poderosos. Sus territorios y poblaciones son pequeños y sus climas pueden llegar a ser verdaderamente inclementes, sin contar los enormes problemas que les causa el calentamiento global. Sin embargo, por alguna razón lograron salir avantes y su gente goza de libertad, paz y prosperidad.
¿Cómo lo hicieron? La respuesta parece compleja, pero no lo es tanto. La historía demuestra que, aquellas sociedades que permiten que las ideas fluyan con mayor facilidad, tienden a desarrollar productos mas deseados por sus congéneres.
El economista español Xavier Sala i Martin identifica 3 barreras que impiden la conectividad de estas ideas y que, por supuesto, los países mencionados anteriormente, lograron derribar.
La primera es cultural. Giordano Bruno en 1600 fue condenado a la hoguera porque se le ocurrio que el universo es tan grande que pueden haber en él mas planetas semejantes a la Tierra. Este ejemplo parece excesivo y lejano, pero hoy día, los prejuicios morales y los atavismos hacen que muchas personas se coarten a la hora de avanzar con emprendimientos innovadores.
Un segundo valladar es, por supuesto, como no, el Estado. Algunas veces de manera involuntaria, otras con perversidad o estulticia, los estados imponen trabas al traspaso de buenas ideas. Honduras y Bangladesh son dos ejemplos tristes de cómo un esquema educativo público anacrónico atenta contra el desarrollo. Por ejemplo, el veto de la Presidenta en 2023 a la nueva ley de eduación sexual en las escuelas resume lo dicho.
Pur último, las élites económicas y empresariales que viven de tecnologías mas antiguas y que se verán afectados por la irrupción de nuevas ideas y evita esa “destrucción creativa”. ¿Cuántas veces los mismos empresarios se cierran a la apertura de nuevas tecnologías por miedo a lo desconocido?
Cosa triste es escuchar a nuestros políticos ofrecer soluciones que se limitan al corto plazo, siempre y cuando les puedan redituar antes de las elecciones. Sin visión ni compromiso, adaptan sus monsergas al logro de metas facilistas, sin pensar en el futuro.
Eso es precisamente lo que sucede ahora con nuestras autoridades: fueron a Washington para ponerse al día con el FMI, sin pensar mas en avanzar hacia una educación y salud generadoras de ideas disrruptivas, sino en obtener 334 millones de dólares para cerrar su presupuesto.
¿Subirán la TPM a mata caballos? ¿Tomarán medidas draconianas con el tipo de cambio nominal para intentar cerrar la brecha comercial? ¿Qué intentarán hacer para, por fin reducir las pérdidas en la ENEE?
Cualquiera de estas medidas solo traerán mas dolor y sufrimiento, especialmente entre los pobres. ¡Agora y’es tarde!