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Carmen María Miselem, la comayagüense que triunfa en la agricultura

Tegucigalpa (Especiales Proceso Digital/Por Verónica Castro) – Carmen María Miselem sobresale en un campo donde los hombres han sido reyes y señores, y lo hace con muy buen tono, innovando y revolucionando la siembra, cultivo y exportación de calabazas en Expocan, la empresa que su padre, Enrique Miselem, fundó hace 17 años.

Carmen nació en Comayagua el 23 de abril de 1987, rodeada del amor de sus padres Enrique Miselem y doña Carmen Romero de Miselem, relató a Proceso Digital, durante una entrevista donde nos permitió conocer cómo ha llegado a triunfar en el mundo de la agricultura y su sueño de que Honduras adopte la agricultura sostenible a todos los niveles.

Carmen María Miselem justo a su padre, Enrique Miselem en una foto del álbum familiar.

Fue en sus primeros años de vida que sintió curiosidad no solo por las ventas, sino por la optimización de las cosas. “Yo jugaba a vender, es curioso porque yo de chiquita, en la casa de mi bisabuela María Teresa de Ipsilanty había un balconcito que daba a la calle y allí me ponía a vender ciruelas y los mangos que encontraba en el patio que ella las regalaba y yo le decía, abuelita, pero si las podemos vender”, relató entre risas al recordar cómo jugaba a las ventas con sus primos.

Carmen nos contó que de niña era muy tímida, pero que a medida iba creciendo descubrió que el marketing, era lo suyo. Hoy con más de 17 años de experiencia en este campo, la joven pone en práctica la gestión de residuos, restauración ecológica y proyectos de economía circular que estudió en su vida universitaria.

En el nivel de pregrado estudió Mercadotecnia y Negocios Internacionales en la Universidad Tecnológica Centroamericana (UNITEC) y obtuvo el Máster en Dirección de Relaciones Públicas y Comunicación Relaciones Públicas en Barcelona, España.

Experiencias y retos

Su experiencia laboral comenzó en el área de Mercadeo del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) y al poco tiempo pasó al área de Responsabilidad Social Empresarial.

Relata que uno de los grandes retos que ha tenido hasta ahora en su vida laboral fue la organización de la Teletón cuando apenas faltaban dos meses para el evento. “Tocó hacer en dos meses lo que había que hacer en un año completo, eso fue un gran reto para mí, y gracias a Dios en esa Teletón se recolectaron como 30 % más la meta fijada”.

Esa experiencia, que vivió a sus 22 años, le dejó el valor del trabajo coordinado en equipo.

Después Carmen comenzó de cero al irse a vivir a Panamá luego que se casó, donde comenzó como voluntaria de Teletón Panamá y al tiempo trabajó en una empresa enfocada en la parte de sostenibilidad ambiental.

Expocan, el legado de su padre

Después de su regreso del país canalero, Carmen reflexionó que “había llegado a un punto en el que había trabajado para terceros, ya llevaba una experiencia pero algo en mí me decía que debía involucrarme en mi empresa familiar”. Su madre ya lo hacía, en la parte administrativa, pero ella llevó su participación al terreno.

Expocam fue fundada hace 17 años por el padre de la joven, junto a otro socio, y cuando él falleció, en 2019, para ella y para su madre fue un impacto fuerte. “Nosotras dos pasamos a su porcentaje en la sociedad y dos años después de eso fue que yo vi la necesidad de involucrarme en la empresa”, comentó.

En este rubro, Carmen se encontró y se sigue encontrando con muchos “no, eso no se hace así”.

“Hay tanta gente que me pasa diciendo, esto no es así cuando yo les doy una idea me dicen que eso no es así, hay muchas personas a mi alrededor que me dicen eso no te va salir o qué para qué le invierto tanto tiempo a eso si no tendrá buenos resultados”, refirió.

Es por eso, comentó que “eso ha sido parte de lo que más me ha motivado para demostrarles que sí se puede y parte de estos resultados han sido los premios que he ganado, uno el de Mujeres BAC, que permite procesar la calabaza que antes desperdiciaba”.

Cuando ella llegó, Expocam había estado perdiendo 94 mil libras en promedio porque si alguna calabaza tenía algún rallón, algo estético, simplemente era desechada porque no cumple con los estándares de exportación. Ahora se encaminan a aprovechar todo el producto.

El otro premio con el programa «Juntas Contamos» fue co-financiado por Agora Partnerships, BID Lab y We-Fi, donde ganó fondos para crear un plan de gestión de residuos integrales.

Carmen Miselem promociona las calabazas que produce en el país, durante una feria de emprendedores.

Los fondos de este premio también sirvieron para certificarse en Global Gap para poder entrar al mercado europeo y poder hacer más sostenible la empresa. La empresa exporta desde sus inicios a Estados Unidos.

Ahora, Carmen siente que su papá estaría orgulloso de que ella esté dando sus aportes a la empresa a la que él le apostó, al alejarse de la agricultura tradicional y enfocarse en el cultivo de calabazas.

“Algo que yo hago para compensar la falta que nos hace es ponerme a leer cada cierto tiempo, escojo un correo de él y lo leo. Él nos reenviaba todo a mi mamá y a mí, sus comentarios y aportes a las gremiales, a la Federación de exportadores, entonces es de mucho gusto para mí releer sus correos cada cierto tiempo”, confesó con mucha emotividad.

Caminando hacia una agricultura sostenible

Comentó que parte de su misión es seguir el legado de don Enrique, aportando en fortalecer la agroexportación en Honduras, también empoderar al agricultor, algo que considera es muy necesario, tomando en cuánto que un rubro fundamental para la seguridad a nivel mundial en alimentación y desarrollo económico.

“Y por supuesto siempre considerando como meta llegar a una agricultura sostenible en Honduras”, enfatizó.

Además, resaltó que busca fomentar un trabajo honrado y responsable, con toda la integridad que corresponde.

En esta empresa, el 30 % de la mano de obra en el campo está integrada por mujeres y el 50 % en la parte de la manufactura, así que además de su madre, otras mujeres la acompañan en este espacio dominado por los hombres.

Sobre su doña Carmen, su madre, expresó una gran admiración y destacó cómo la anima en sus planes y proyectos. “Ella me anima, me fortalece, me admira y yo la admiro a ella como ha estado allí por 17 años, que hace 17 años no es lo mismo a decir hoy. Siempre la mujer ha estado en un lugar inferior y a ella le ha tocado vivir todo esto, viendo la evolución, viendo como la mujer se puede ir involucrando y es que si la mujer quiere, la mujer puede”, dijo con voz firme.

Carmen es fiel creyente en que la sostenibilidad se puede aplicar de diferentes maneras, para diferentes presupuestos sin necesidad de ser una empresa grande.

“Parte de mi sueño es darle un ejemplo de trabajo honrado, responsable, e innovador a mi hija María Natalia”, dijo al referirse a su hija de cuatro años.

“Creo que la pasión, el trabajo y las necesidades del mundo deben unirse para crear un impacto significativo”, concluyó. VC

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