El Día Mundial del Suelo (DMS) 2024, que se celebra este 5 de diciembre bajo el lema «Cuidar los suelos: medir, monitorear y gestionar», nos recuerda la importancia de un recurso esencial para la vida humana, la agricultura y los ecosistemas. En Honduras, donde la agricultura es la base de la economía rural, la gestión sostenible de los suelos se ha convertido en una prioridad frente a los impactos del cambio climático, la degradación de la biodiversidad y las prácticas agrícolas inadecuadas.
De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) el 95% de nuestros alimentos procede de los suelos donde el 33% presentan algún estado de degradación. Esto tiene una implicación en la producción agrícola que debería aumentar en un 60% para satisfacer la demanda mundial de alimentos en 2050.
La llave está en la gestión sostenible del suelo que podría aumentar hasta un 58% más la producción y suministro de alimentos saludables y contribuir a reducir la inseguridad alimentaria de la población mundial, razón por la que gobiernos, cooperantes, productores, productoras y población en general estamos llamados a minimizar la degradación de los suelos y restaurar la productividad de los suelos que ya están degradados, en aquellas regiones donde las personas son más vulnerables.
Los suelos hondureños son fundamentales para la producción agrícola, permitiendo el cultivo de productos de exportación como el café, el cacao y el banano, así como cultivos de subsistencia como el maíz y el frijol. Sin embargo, la degradación de estos suelos amenaza tanto la seguridad alimentaria del país como su estabilidad económica. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), más del 40% de las tierras agrícolas del país están afectadas por la degradación, lo que resulta en pérdidas económicas de más de 200 millones de dólares anuales.
Este fenómeno es impulsado por una combinación de factores naturales y humanos, entre los que el cambio climático juega un papel determinante. El cambio climático está intensificando los procesos de degradación de los suelos en Honduras. Fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes y sequías, han aumentado en frecuencia e intensidad, provocando impactos directos en la salud de los suelos.
Además, el uso excesivo de fertilizantes y las lluvias ácidas están alterando el pH del suelo en varias regiones agrícolas de Honduras. La acidificación de los suelos disminuye su capacidad para retener nutrientes, lo que a su vez reduce la fertilidad y afecta el crecimiento de los cultivos. Este fenómeno es especialmente problemático en áreas de alta producción agrícola, como las de los valles cercanos a la región central del país.
La disminución de la materia orgánica en el suelo, resultado de las altas temperaturas y elevada humedad asociada a la mala gestión agrícola reducen su capacidad para almacenar carbono y retener agua. Este proceso disminuye la fertilidad del suelo y aumenta la vulnerabilidad de los cultivos a las condiciones climáticas extremas.
Las políticas públicas como la Política de Estado del Sector Agroalimentario (PESAH), donde nace el Programa PROSUELOS de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) y da paso a la creación de la Alianza Hondureña por el Suelo (AHS), marca un paso importante para fortalecer la gestión sostenible del suelo en Honduras.
Es bajo la sombrilla de PROSUELOS que se implementan los proyectos SoilFER y Suelos de Honduras, ejecutados con el apoyo técnico de la FAO y a Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) con financiamiento del Departamento de Estado de los Estados Unidos y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), respectivamente.
Ambos proyectos, se encuentran trabajando en la elaboración de mapas de características físicas, químicas y biológicas de los suelos a partir de información levantada en campo y laboratorio. Adicionalmente, el desarrollo de herramientas y sistemas que permitan monitorear el comportamiento de los suelos a lo largo del tiempo y realizar previsiones que ayuden a los diferentes actores y principalmente al pequeño productor en la toma de decisiones.
El trabajo realizado por estas instituciones busca brindar a los y las agricultoras un enfoque más integral, centrado en el cuidado y conservación del suelo, y en la implementación de prácticas de manejo sostenible que aseguren la productividad y la salud del suelo a largo plazo.
Honduras tiene el potencial de ser un líder regional en la gestión sostenible de los suelos. Modelos como el Sistema Agroforestal Quesungual desarrollado por FAO en 1988 fue replicado en otros países de América Latina y África por ofrecer soluciones innovadoras para enfrentar los desafíos del cambio climático y la degradación de los suelos.
Es crucial que el trabajo para alcanzar la gestión sostenible del suelo se alinee con enfoques para evitar problemas como la desertificación, la erosión, el mal uso del suelo, la deforestación y el abandono de tierras agrícolas, incorporando la participación comunitaria, conocimientos tradicionales y una perspectiva de género. La sostenibilidad del recurso suelo en Honduras es una responsabilidad colectiva que garantizará un futuro próspero para las generaciones venideras, sin que nadie quede atrás.