La realidad hondureña y todo el espectro político, social, religioso, cultural y tecnológico nos llama a todos los hondureños a detenernos y pensar por Honduras y por la generación que ahora es infante y que dentro de veintiséis años más estará arribando al año 2050, año crucial por las premoniciones que hizo el famoso historiador Israelí Juval Noah Harari. Dijo que países como Honduras podrían desaparecer para la segunda mitad del Siglo XXI. Lo anterior, es preocupante, empero, solo debe de ser una alerta para nosotros como País. En este artículo, se exponen algunas de las fatigas improductivas que caracterizan el quehacer histórico del ayer, y que no son ajenas al pasado reciente y latentes hoy día.
Un País como el nuestro que históricamente ha vivido en medio de una inestabilidad política impresionante y esto no es propio del Siglo XX o XXI, se remonta a mucho tiempo atrás, trayendo esto como aparejada consecuencia un atraso brutal con respecto a los demás países del Continente y del Mundo. Hemos copiado mal, hemos hecho errores gravísimos y nos hemos equivocado en relación a las malas decisiones, afectando el desarrollo y matando las oportunidades que como hondureños nos merecemos, desembocando esto en inequidades y desigualdades que torpedean los sueños y aspiraciones de la gente que cree que se pueden cambiar paradigmas y malas prácticas enclaustradas en las entrañas de nuestra Nación.
La política como arte y ciencia es una belleza, pues es hacer posible aquellas cosas que satisfacen las necesidades básicas de los ciudadanos de un país, desafortunadamente nos hemos enfrascado en fatigas improductivas, sendas equivocadas, círculos viciosos y en repeticiones tautológicas pésimas que nos tienen sumidos en una pobreza de liderazgo político, en una ausencia total de diálogo, vivimos inventando cada diatriba, cada cosa, descalificando, desdeñando y desfigurando a quien se cruce por cada camino. Creo que hay hombres y mujeres en este País que han tenido grandiosas oportunidades de hacer posible lo imposible, de cambiar historias de dolor, de mejorar ostensiblemente la calidad de vida de los hondureños, sin embargo, la ambición personal, los egoísmos y los sectarismos políticos que no han cambiado en nada de la realidad del caudillismo del Siglo XIX, con respecto a lo que hacemos hoy en día. Los pleitos hoy se dan por las redes sociales, micrófonos abiertos de radio emisoras, desacreditándonos, enviando toda clase de ironías, sarcasmos, y conductas totalmente reprochables e indeseadas por los que aspiramos a que se herede una mejor Patria, una mejor Nación, volcada al trabajo, a la honorabilidad y visionando un mejor destino para aquellos que llegarán al 2050 y más.
Todos pensamos y reflexionábamos que tendríamos mejores opiniones y conductas aceptables después de la Pandemia del COVID 19, no obstante, hemos visto todo lo contrario, proliferan el crimen organizado, el tráfico ilícito de drogas y estupefacientes, la trata de personas, la corrupción y demás delitos que vemos todos los días, agregado a lo anterior, la familia hondureña dividida y peleada por diferentes intereses.
Seguimos viendo el problema de la salud, con el desabastecimiento de medicinas, problemas en las principales vías de comunicación terrestre, una pésima educación vial, ya que vemos todos los días accidentes por imprudencia e irresponsabilidad, agregado a la escasa formación para la conducción de vehículos en el área rural y urbana del País. Los grandes embotellamientos de todos los días que tienen a la población enferma por la mala planificación de obras innecesarias que al final solo producen fatiga y desesperación en la población.
Porque no trabajar y discutir los principales temas de Nación y buscar soluciones viables mediante planes y políticas de País que nos permitan dar el salto cualitativo y así, mejorar las situaciones pauperimas del 90% de la población hondureña, estableciendo políticas de salud pública ciertas y realizables, alcanzar mejores índices de desarrollo humano, cambiar y revisar el Currículum Nacional Básico que eduque para un mundo existente que es el que los milenials están abrazando y así ofrecer mejores oportunidades a los jóvenes que egresan al mundo académico y al laboral. Por otro lado, que haya una rendición de cuentas de cada una de las instituciones a fin de transparentar cada proceso y dejar atrás el lastre y la maldición de la corrupción que le quita el derecho de vivir y crecer a las generaciones presentes y futuras.
Entre otras fatigas improductivas están también aquellas situaciones que nos dividen y nos exhiben al mundo por delitos internacionales que cometen algunos compatriotas que ponen en precario la salud de la población convirtiendo en epidemias y descalabros de vidas valiosas presas y adictas al consumo de la cocaina y el fentanilo que están volviendo a niños, jóvenes y viejos en seres enajenados y perdidos en el tiempo, olvidados y aturdidos por la ingestión de estos alcaloides mortales. Pareciera que es una carrera interminable, es un daño irreversible el que se producen en las sociedades donde se distribuyen y se ingieren, evidencia de algunas ciudades de Los Estados Unidos de América.
Los problemas que nos aquejan son demasiados para estar fatigados improductivamente, nos debería hacer falta tiempo para pensar en un mejor país, en donde los hombres y mujeres de Honduras tengan mejor alimentación, salud, vivienda, educación, trabajo, seguridad, pues mejorando estos grandes temas y necesidades con planes y políticas, nos evitaríamos la huida de compatriotas que día a día salen sin saber si llegarán vivos, si pasarán el río o el desierto por un sueño que para muchos se ha vuelto una pesadilla, pues han encontrado la muerte. Además. En una sociedad en la que se coarta la libertad de expresión y se violan derechos propios de los ciudadanos, sabiendo, que el cumplimiento de estos fortalecen la democracia, es más bien de mejorarlos y no deteriorarlos, es mejor buscar los avances y alcances ostensibles y significativos a efecto de que los individuos se sientan respetados y valorados por las autoridades e instituciones nacionales que velan por las garantías que corresponden en el ejercicio de la profesión de los comunicadores sociales y otras profesiones necesarias que fomentan el civismo, patriotismo y sobretodo la dignidad con que hacen su trabajo. Ignorar y atropellar lo arriba mencionado, es caer en otra fatiga improductiva nociva para el País.
Repensemos cómo mejorar y alargar la vida de la presentes y futuras generaciones, de lo contrario, seguiremos reproduciendo fatigas improductivas y arrastrando cada vez más a Honduras a una situación difícil de descrédito, desesperanza y de fatiga total.