De neoliberalismos y neopopulismos

Por Yanivis Melissa Izaguirre | Periodista, Honduras

Tegucigalpa, Honduras. En la arena política lo desconocido no siempre es negativo.

Aquí no aplica el refrán: “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

Sin embargo, seguimos con ausencia de propuestas. Y, por ello, la eterna receta de salud+educación+trabajo en una fórmula presidencialista que sigue atrayendo al electorado; ¿por qué? Pues porque seguimos sin acceso a la salud, sin educación de calidad y sin trabajo digno.

La constitucionalidad pasó a cuarto plano, le perdimos el respeto a la democracia. El oficialismo parece oposición y la oposición parece perdida.

Y con las candidaturas que ya han salido a flote, nos preguntamos ¿cuál es la mejor opción?

¿Será que, para ese entonces, el gobierno del socialismo democrático habrá avanzado en su plan refundacional y reconquistado los votos indiferentes e indecisos? ¿Seguirá la pugna entre el gabinete de gobierno y todo aquel que se atreva a criticar mínimamente el accionar del Ejecutivo? ¿Se reanimará el discurso de la reconciliación o continuará el resentimiento volcado en una resistencia que casi es poder absoluto?

Suenan algunos precandidatos/as con la intención de quedarse con la anhelada silla presidencial, algunos que lo han anunciado a los cuatro vientos y otros que, de forma timorata, reanudan su proselitismo sin develarlo totalmente.

No parece haber opciones con una genuina oportunidad de parar lo que ya tenemos o dar un vuelco, lo que sí hay es más de lo mismo, pero con nuevos nombres.

Se acaba el tiempo para encontrar una opción sin manchas, sin pasado oscuro y con un sponsor que haga más bien que mal.

Solo resta confiar en que como hondureños/as alcancemos una madurez electoral que nos permita abrir los ojos y la mente para votar por las mejores opciones. O ver si una nueva Ley Electoral en donde se contemple el balotaje podría dar a un gobierno la oportunidad de mantener la representatividad y popularidad que no logran preservar las figuras presidenciales, pues se desgastan tan rápido como sus discursos retrógrados.

Si bien es cierto, nada superará el mal gobierno de la narcodictadura, tampoco tendrá oportunidad aquella oposición (ahora en el poder) si continúa con su retórica anti-todo.

Urgimos de ideas frescas, de rostros nuevos, de liderazgos innovadores con el pueblo como mecenas.

Mientras, solo nos queda la actitud pasiva de esperar a que aparezca una candidatura sin extremos, que lidere a un país miembro de un continente en donde lo único que se mueve y avanza son sus interminables éxodos inhumanos.

Se requieren candidaturas que no vean el poder como un instrumento político, sino como una oportunidad para transformar sociedades.

Con propuestas políticas contemporáneas que no busquen en el desprestigio su nicho electoral.

Sin neoliberalismos y neopopulismos que se pasan la pelota como potra de barrio. ¡Pero sí antisistema!, si eso equivale a combatir de manera efectiva la pobreza, desempleo, criminalidad y narcotráfico, cargas que por años han formado parte de nuestro sistema político-económico.

Una propuesta que nos despierte la confianza en una nueva clase política en la que no haya ni olvido ni perdón para la corrupción e impunidad, de donde sea que esta provenga.

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