El pasado 21 de abril, nuestra Presidente denunció lo que, según ella, es una “conspiración para desestabilizar el gobierno”. Sin mencionar nombres, dijo que los principales conspiradores eran las mismas personas que habían participado en el movimiento que terminó con el gobierno de don Mel Zelaya en 2009.
Por lo pronto la única consecuencia de esa declaración será reducir la escasa inversión extranjera que llega a nuestro país, ya que los inversionistas, principalmente los extranjeros, son alérgicos a la inestabilidad. Buscan invertir donde las reglas son claras y permanentes y al no encontrar eso en nuestro país, colocarán sus recursos en otros países. Después de todo, hay 195 países miembros de la ONU, así que sobran los candidatos para invertir sus recursos.
Menos inversión por supuesto implica menos plazas de trabajo y por tanto más desempleo, pobreza y migración. A juzgar por sus declaraciones muchos altos funcionarios parecieran ser enemigos de nuestro país ya que sus pronunciamientos seguramente afectarán negativamente a nuestra patria. Pero en todo caso, ¿estamos frente a una conspiración? Y si así fuera, ¿Quiénes la lideran o promueven? Analicemos la situación y lleguemos a nuestras propias conclusiones.
Comencemos por aceptar que estamos viviendo una época difícil plagada de ubicuas y constantes tomas a lo largo y ancho del país. Además de las consabidas tomas exigiendo la dotación de tierra, de la reparación de infraestructura deficiente y del suministro de agua, tanto en Salud, como en educación, hemos presenciado continuas tomas. Todos los días nos enteramos de una toma en un diferente lugar, típicamente por atrasos en los salarios (cosa que es de la absoluta responsabilidad del gobierno), o por personas que exigen que se les contrate a ellos y se despida a personal que actualmente labora en Educación o Salud. Toda esta efervescencia produce una sensación de caos e inestabilidad y eso da pie a que se hable de una “conspiración”. Pero, irónicamente, en Salud principalmente, los protagonistas de las tomas son los miembros de los Colectivos de Libre, o sea que al final debemos concluir que es el mismo gobierno el promotor del caos, la inestabilidad y del clima de confrontación que se da en nuestro país. Cabe por tanto preguntar, ¿será posible que el mismo gobierno esté conscientemente fomentando la inestabilidad para luego hablar de una conspiración?
Seguramente que todos pensamos que los Colectivos responden a don Mel, y que por alguna razón, el Coordinador de Libre ha optado por no llamarles a que se abstengan de continuar fomentando el caos y así reducir la percepción de inestabilidad. Siendo eso así, la pregunta entonces es por qué permite que los Colectivos continúen destruyendo la paz social, la inversión y la generación de empleo. Esta situación me hace recordar la novela El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias. Como yo lo recuerdo, en la novela el Presidente se había convertido en un dictador y deseaba acabar con la oposición, para lo cual necesitaba identificar a los líderes más connotados de la misma. Al final se le ocurrió propagar el rumor de su muerte, y cuando los opositores salieron a las calles a celebrar, el pudo identificar a los líderes y luego proceder a arrestarlos. ¿Será posible que algo similar nos ocurra? ¿Será que se busca incrementar la inestabilidad a fin de identificar a los posibles nuevos líderes de la oposición para luego neutralizarlos? Ojalá que no sea esto así y que don Mel luego ponga en su lugar a los Colectivos. Caso contrario, todos sufriremos las consecuencias.
Todas las encuestas y sondeos que he visto muestran un marcado deterioro de la imagen del gobierno y de sus principales figuras. El gobierno es percibido como inepto e incapaz y el pesimismo se ha apoderado de la población. Solo una pequeña minoría piensa que en el futuro su situación mejorará. Esto incluye la percepción sobre la seguridad y la extorsión. Una amplia mayoría piensa que las políticas y estrategias que ha adoptado el gobierno para combatir esos flagelos han fracasado y que la situación empeorará. La pérdida del control de nuestras cárceles, incluidas las de máxima seguridad, han hecho pensar a muchos que estamos en manos del crimen organizado. A pesar del connotado esfuerzo de algunos funcionarios, prevalece la impresión de que el gobierno no tiene solución a nuestros problemas y simplemente da palos de ciego.
Para complicar aún más el panorama, en el ámbito internacional el gobierno aparentemente ha optado por alinearse con regímenes autocráticos o dictatoriales, alejándose de nuestros tradicionales amigos cuyos gobiernos se inspiran en la democracia liberal. Para algunos resulta imposible entender que nos distanciemos de los países donde reside un poco más de dos millones de compatriotas, quienes mantienen a flote nuestra economía con las remesas que envían a sus casas. Pareciera que muchas de las decisiones que toman van dirigidas a desincentivar la inversión y por ende a generar desempleo y pobreza.
Ojalá que el gobierno rectifique y entienda que necesitamos un clima de paz y tranquilidad, así como una actitud pragmática que reconozca que solo el sector privado genera riqueza. Las empresas públicas en nuestro país han sido agujeros negros que solo producen resultados deficitarios y corrupción. Los únicos recursos con los que el gobierno puede seguramente contar son los impuestos que los ciudadanos y las empresas privadas pagamos. Dios quiera que así sea y que retomemos el camino de la paz y hermandad, que mejoremos las condiciones para que la inversión crezca, y que nuestras relaciones internacionales se basen en la promoción de la democracia liberal y en el bienestar de nuestros migrantes y sus familias.