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Triángulo Norte: las nuevas tipologías de las redes criminales

Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – El avance del crimen organizado en los países del hemisferio, y en especial en el Triángulo Norte de Centroamérica, permite identificar nuevas tipologías que explican sus movimientos y conexiones. Se clasifican entre grandes, medianas y pequeñas, y se identifican bajo tres tipologías: las redes infiltradas en el Estado, las redes de base social y las redes empresariales.

Conocidas como un grupo de personas que se asocian de manera regular y prolongada para facilitar un objetivo criminal, las redes criminales pueden caracterizarse por asociaciones, alianzas o colaboraciones formales o informales. Estas se definen por un objetivo criminal común (como la provisión de bienes o servicios ilícitos; extracción de recursos o rentas de economías legales o ilegales; expulsión de redes rivales o regulación de actividades del hampa). Las redes criminales, en contraste, pueden incluir múltiples organizaciones con objetivos dispares y, en ocasiones, incluso opuestos, como parte de su lógica de operar y penetrar sectores que le son de interés.

De las redes criminales de los años sesenta, setenta, ochenta hasta entrada la década del año dos mil, la mutación e intereses evolucionaron del narcotráfico, contrabando de cigarrillos y lavado de dinero, para incursionar en lo que se conoce como “redes controladas por el Estado”. Esto a partir del año 2010, hasta la fecha, siendo Honduras, entre muchos otros, uno de los países identificados en esa última categoría.

Las maras o pandillas representan una amenaza para los estados.

En el lapso de esa evolución y diversificación del negocio, encontraron en su camino aliados como las maras o pandillas en sus diversas expresiones: callejeras, de motociclistas, étnicas; grupos paramilitares y de autodefensa, grupos supremacistas blancos hasta grupos insurgentes. Esta red de alianzas vuelve estas redes criminales, no solo sofisticadas en su accionar, sino más complejas de seguir, detectar y explicar su modus operandi y conexiones.

Así lo advierte el especialista en temas antidrogas y de seguridad, Steven Dudley, del portal especializado InSight Crime, en el marco de una charla magistral sobre redes criminales impartida en los Ciclos de Actualización de Periodistas (CAP), dirigido a periodistas de Guatemala, El Salvador y Honduras, que analizan y debaten sobre la Democracia en Centroamérica.

Los Ciclos CAP, son un espacio de formación e intercambio de conocimientos que permite a los periodistas fortalecer sus capacidades, conocer las amenazas a la democracia, la libertad de expresión, las técnicas del periodismo de investigación y los trabajos colaborativos, así como acceder a fuentes de alto nivel reputacional con quienes comparten visiones sobre los desafíos y amenazas a la región y su democracia, entre otros aspectos.

En esta nueva etapa de formación más de treinta periodistas del Triángulo Norte de Centroamérica, refuerzan sus conocimientos sobre la democracia en diversos temas de interés, y entre ellos, las llamadas redes criminales como amenaza a la democracia y la gobernabilidad, ha sido uno de ellos.

Steven Dudley.

Redes criminales y tipología

En su exposición sobre las redes criminales, evolución y la forma de verlas, exponerlas y abordarlas por parte de los periodistas, Steven Dudley, presentó lo que estima los tres tipos de redes que operan en la región suramericana y en el Triángulo Norte, en particular. Estas redes las clasificó en: redes infiltradas en el Estado, redes de base social y redes empresariales.

Las redes infiltradas en el Estado penetran los organismos de elección popular, la fuerza pública, los entes judiciales, los organismos reguladores y otros entes de gobierno. Usan el poder estatal para su enriquecimiento personal y el de sus cómplices mediante esquemas corruptos y criminales y para debilitar de manera sistemática el estado de derecho y las facultades de control, con el fin de proteger sus actividades y garantizar la impunidad.

Las redes de base social, explicó Dudleysurgen de un constituyente, se basan en circunstancias, tradiciones o convicciones políticas compartidas, y crean redes criminales que favorecen los intereses del constituyente. Pueden brindar protección frente a grupos criminales rivales y un estado depredador, a la vez que brindan las herramientas para el ascenso social y económico. Se lucran de diferentes economías criminales, pero su base de poder es de naturaleza claramente social y política. Estas redes surgen y operan en zonas en las que hay ausencia, corrupción o ineptitud estatal, y muchas veces asumen algunas de las funciones del Estado, como el uso de la violencia extrema para ejercer control sobre el territorio o el espacio físico.

En tanto, las redes empresariales, están diseñadas como una empresa comercial con múltiples niveles y una estructura flexible, que les permite maximizar las ganancias y minimizar el riesgo. En su mayoría proveen bienes y servicios, pero en ocasiones son depredadoras y muchas veces emplean la violencia. Aunque la base de estas redes suele ser una o más familias muy cohesionadas, lo que les brinda muchas ventajas intrínsecas en términos de confianza, reclutamiento y resolución de conflictos. 

Estas redes criminales tienen entre sus motivaciones capitalizar poder político, económico, capital social, forjar lazos fuertes con el constituyente en las comunidades, control de las comunidades donde se afincan, apalancar el poder del Estado con fines ilícitos, operar con redes desestructuradas, dispersas, para fomentar su capital económico montando empresas para lavar sus ganancias y montar sus operaciones.

Arnaldo Urbina Soto cuando fue extraditado desde Honduras a EEUU.

El clan Urbina Soto

En el Triángulo Norte, los comportamientos de estos tres tipos de redes se detectan a lo largo de los países que conforman esta franja territorial y se mezclan sus nexos con los carteles colombianos y mexicanos, sus conexiones en el caribe y Sudamérica. Las conexiones de carteles colombianos como Los Urabeños, el cartel venezolano de Los Soles y el cártel de Sinaloa, de México, han sido identificado en sus tipologías por los especialistas de InSight Crime, junto a sus conexiones en los países centroamericanos.

En el caso de Honduras, dentro de las redes infiltradas en el Estado destaca el cartel de los Urbina Soto, de Yoro, además de las conexiones gestadas desde lo más alto del poder. El cartel de los Urbina Soto tuvo entre su modus operandi el narcomenudeo local, el narcotráfico, el tráfico de madera, proyecto de obras públicas y robo de tierras.

El clan de Los Cachiros.

Para fortalecer su poder, tuvieron en sus alianzas redes de sicariato, aliados del narcotráfico, el poder político central, conexiones en el Congreso Nacional y en la municipalidad, última que fue rectorada por buen tiempo por la familia Urbina Soto. Tuvieron apoyo también de entes administradores de las tierras, los recursos naturales y el ambiente y fuerzas del orden.

El cartel de Los Cachiros y su penetración en las elites políticas, la estructura de la Mara Salvatrucha (MS-13) en El Salvador, la penetración del cartel de Los Zetas en Guatemala, el imperio de los Kaibiles en las cárceles de Guatemala, la estructura del Cartel de Sinaloa, el tráfico de narcóticos a través de Paraguay y que implica el ex presidente paraguayo Horacio Cartes, las conexiones chinas y rusas en esta dinámica transnacional de las redes criminales, fueron parte de la tipología y radiografía presentada a los periodistas de los Ciclos CAP por el conferencista Steven Dudley.

Estas conexiones y expresiones de la criminalidad organizada ya no pueden ser cubiertas de una forma tradicional, del registro del hecho o de la historia de disputas por plazas como suele ser la narrativa oficial. La lógica y forma de operar de estos grupos, debe ser vista de una forma más profunda porque su actuar está incidiendo en la erosión de la democracia, el Estado y sus instituciones, aseveró Dudley. (PD)

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