“Mis personajes Inolvidables” – 7
Miami, (EEUU) – (Especial para “Proceso Digital”- Por Alberto García Marrder)
Como periodista, he entrado tres veces en el corredor de la muerte del estado de la Florida para entrevistar a tres condenados españoles: Uno está ya muerto, el segundo libre y el tercero sigue preso, después de más de 25 años.
Este es Pablo Ibar, el preso español que más tiempo ha pasado esperando la muerte y en esta crónica explico porque está en mi lista de mis diez “Personajes Inolvidables”.
En Florida, hay más de 300 condenados a muerte y tienen estos la opción de escoger entre la silla eléctrica o la inyección letal, la más preferida.
Ibar, de origen vasco y sobrino de José Manuel Urtaín (campeón europeo de los pesados en los años setenta) ya no está en el corredor de la muerte. En 2019, en su tercer juicio de apelaciones, fue conmutada su condena de muerte a prisión perpetua.
“NO ME VAN A MATAR, PERO UNA CADENA PERPETUA ES UNA SENTENCIA DE MUERTE”, dijo en un documental producido por Olmo Figueredo de seis capítulos, titulado “El Estado contra Pablo Ibar”.

El caso de Ibar ha provocado una gran repercusión mediática en el País Vasco, donde su gobierno autónomo regional del PNV ha contribuido ya casi con más de dos millones de dólares al fondo para pagar los abogados de su defensa.
Ibar tiene ya 49 años y más de la mitad de su vida la ha pasado tras rejas. Sigue defendiendo su inocencia de la acusación de haber sido uno de los dos jóvenes que entraron violentamente, en 1994 (en Miramar, Florida) a la casa de Casimir Suchaski, dueño del club “Casey´s Nickeldon” para robarle.
Y qué a sangre fría, lo mataron y a dos de sus bailarinas, Sharon Anderson y Marie Rosers.
Seith Peñalver, amigo de Ibar, también fue detenido bajo la misma acusación. Y condenado a muerte. Pero en 2012, fue declarado “no culpable” por el Tribunal Supremo de Florida por haber presentado los fiscales “pruebas impropias” y ahora está libre.
Ibar se pregunta, y con cierta razón: “Por qué Seith y yo no”. Y me recordó en nuestra entrevista para la Agencia EFE de España que no existe ninguna prueba de ADN o huellas dactilares suyas en el lugar del crimen. Lo que también es verdad.
Lo qué si existe y es la principal prueba de los fiscales, es un video de una cámara instalada por Suchaski, donde uno de los dos se acerca y esa cara que se ve, según la acusación, se parece a Ibar, cuando él tenía un bigote.
No sé si Ibar es inocente o culpable. Lo qué si tengo claro, es mi oposición a la pena de muerte. Es un castigo inhumano y su existencia en ciertos estados de la Unión no ha servido de disuasión para reducir los asesinatos o actos de violencia.
Y si he escogido a Ibar como uno de mis diez “Personajes Inolvidables” ha sido por su lucha de pregonar su inocencia, de seguir batallando en el complicado sistema judicial norteamericano por una apelación favorable y por mantener vivo el lazo familiar. Es decir, por no darse por vencido.
El día más feliz de Ibar, como le he visto con mis propios ojos, es un día a la semana. Es aquel cuando recibe la visita de su padre, Cándido Ibar, ex pelotari de Cesta Punta o de su mujer, la puertorriqueña Tanya Quiñones. Ella hace ese día, 14 horas en su auto de ida y vuelta desde Miami. Lleva años haciéndolo.

El Corredor de la Muerte destruye a cualquier preso, mucho antes de que llegue una ejecución.
El español Julio Mora (de Canarias) murió en 2016 de “causas naturales” en una cárcel del Doral, en Florida, a la edad de 89 años. Y yo añadiría, de demencia.

Estaba acusado de haber matado en 1994 y en Fort Lauderdale (Florida), con una pistola, a la abogada Karen Starr Marx de 30 años y embarazada. Y también a Clarence Rudolph, por una disputa legal.
En su juicio en 1997, Mora insistió en hacer ante el jurado su propia defensa y les habló en latín.
El tercero fue Joaquín José Martínez, de padre español y madre ecuatoriana. Lo cubrí para EFE desde el principio hasta el día que salió en libertad, en 2001 en Tampa (Florida) con absolutas primicias periodísticas. Estaba acusado de haber matado, en 1997, a una pareja en Brandon, (Florida). Vive ahora en Valencia (España).

Mañana, el octavo tema de la serie: EL periodista español Felipe Mellizo me enseñó el camino y me condujo al futuro