Washington – Con un país colapsado por la pandemia, inéditamente fracturado a lo interno con una especie de terrorismo local y el desafío de enfrentar la inequidad racial y el cambio climático, así como una severa crisis económica que obliga a llevar alivio a los más necesitados y la ansiada equidad racial, el presidente Joe Biden inició su mandato de cuatro años en la cual espera enfrentar y salir delante de la multicrisis.
Biden, tras las ceremonias de asunción del mando y las de revista de tropas y otras tradicionales en las tomas de posesión, inmediatamente se puso en acción y una de las primeras acciones fue concentrarse en el tema migratorio.
Migración en primera línea
A pocos minutos de llegar a la Casa Blanca, el mandatario estadounidense firmó el miércoles decretos ejecutivos con los cuales protege contra la deportación a los “soñadores o dreamers” como son conocidos los jóvenes que llegaron como bebés o niños a Estados Unidos y crecieron en dicho país, así como a decenas miles que están protegidos por los programas de protección temporal (TPS, por sus siglas en inglés).
Decenas de miles de hondureños serán beneficiados con esta medida, ya que más de 60 mil están protegidos con el TPS y otros miles se encuentran protegidos con el DACA, en los que se amparan los soñadores.
También firmó el decreto ejecutivo ordenando detener la construcción del muro con México, uno de los programas estrellas del antecesor Donald Trump.
A la cascada de decretos, 17 en total firmados por Biden, también está el que anula la prohibición que impedía el ingreso de ciudadanos de 11 países, la mayoría de naciones musulmanas.
La mayoría de los decretos y proclamaciones estaban destinadas a anular medidas que tomó Trump en sus cuatro años de mandato.
Una de ellas pide a los Departamentos de Justicia y Seguridad Nacional tomar «todas las medidas necesarias» para salvaguardar el programa DACA, instaurado en 2012 y que protege de la deportación a casi 650 mil indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños, conocidos como «soñadores».
Trump ordenó acabar con ese programa en 2017, pero los tribunales le impidieron hacerlo, aunque todavía hay un litigio activo sobre el caso ante un tribunal federal en Texas, estado que junto a otros ocho territorios del país han pedido declarar inconstitucional el programa.
Biden también ha pedido que el Congreso actúe para proteger a los «soñadores», y su nueva propuesta de reforma migratoria insta a otorgarles directamente la residencia permanente a ellos y a los beneficiarios del Estatuto de Protección Temporal (TPS).
Además, Biden ordenó volver a contar a los inmigrantes indocumentados en el censo de población que se lleva a cabo cada diez años, y revisar los mecanismos de la Oficina de Inmigración y Aduanas de EE.UU. (ICE) a la hora de arrestar a indocumentados, que se recrudecieron durante el mandato de Trump.
Muro y veto
En un segundo decreto, Biden ordenó acabar con la emergencia nacional decretada por Trump para desviar fondos hacia la construcción del muro en la frontera con México.
Eso permitirá al nuevo presidente cumplir su promesa de frenar el proyecto estrella de Trump en la frontera, aunque Biden no planea derribar la parte de barrera ya construida por su predecesor, que se extiende a lo largo de 727 kilómetros (452 millas) de la zona limítrofe.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) dijo este mes que tiene fondos para completar otros 3,480 kilómetros de muro y que planeaba adjudicar contratos para hacerlo antes de que Biden llegara al poder.
Eso promete complicar los esfuerzos del nuevo presidente para frenar el proyecto, y es posible que solo pueda hacerlo una vez que se agoten los fondos ya comprometidos para ello.
Un tercer decreto anuló el veto migratorio que impuso Trump hace cuatro años a los viajeros procedentes de 11 países de mayoría musulmana, conocido popularmente como el «veto a los musulmanes».
Ese veto obstaculizaba hasta ahora la entrada a EE.UU. de los nacionales de 11 países con una significativa población musulmana (Eritrea, Irán, Kirguistán, Libia, Birmania, Nigeria, Somalia, Sudán, Siria, Tanzania y Yemen), e incluye restricciones para algunos funcionarios de Venezuela y Corea del Norte.
Biden también instruyó al Departamento de Estado a reanudar las solicitudes de visado para esos países, según su equipo.
Pandemia
Pero Biden tiene como una de sus principales tareas enfrentar y resolver el tema de la pandemia que ha provocado más de 400 mil muertes en su país, desbordado el sistema sanitario y destrozado la economía con la pérdida de más de 10 millones de empleos.
Biden ha prometido agilizar la vacunación masiva y que en menos de seis meses unos 100 millones de ciudadanos estarían inmunizados con las vacunas que tienen a disposición.
Centrarse en combatir la pandemia es considerada vital para lograr la recuperación de la economía del país y con ello los miles de empleos.
El nuevo mandatario busca que el Congreso apruebe un nuevo programa de ayuda a la población estimada en 1.9 billones de dólares, mientras el virus es controlado y la economía comience a dinamizarse.
Fractura interna
Igualmente Biden anunció que hará frente a lo que considera la fractura interna profunda en la que se encuentra Estados Unidos, llamando a la unidad del país e indicó que gobernará a los que lo votaron, así como para los republicanos que votaron a Trump.
Pero enfatizó que también se concentrará en combatir lo que llamó el terrorismo interno y el supremacismo blanco, así como promover una mayor equidad racial, una de las deudas pendientes en el país del norte.
El nuevo mandatario llamó a poner fin lo que llamó “guerra no civil” entre demócratas y republicanos, progresistas y seguidores de Trump, indicando que solo la unidad permitirá salir de la crisis.
Clima
El nuevo jefe de la Casa Blanca se comprometió a regresar a Estados Unidos a la lucha contra el cambio climático, apostando por tecnologías alternativas y verdes.
Ya en su campaña electoral, Biden dijo que anularía con el tiempo la extracción de petróleo por la vía de la fracturación.
Anunció que el país volvería al Acuerdo de París, donde las grandes potencias se comprometen a reducir las emisiones contaminantes y apostar por energías amigables con el ambiente.