Un duro golpe para Il Cavaliere, acostumbrado a cosechar un éxito tras otro y con unos índices de popularidad en Italia que rebasan el 70 por ciento y que ni siquiera resultan mellados por sus comentarios jocosos y sus actuaciones políticamente incorrectas.
El Berlusconi de arranques, impetuoso, bromista y que actúa con la soberbia y seguridad que le otorga el saberse el hombre más poderoso y de los más ricos de Italia, ha reaccionado hoy entre la amenaza de un divorcio «durísimo» y la resignación de un «no creo que vuelva con ella».
Fue en los camerinos del teatro Manzoni de Milán, donde prodigó Berlusconi sus palabras de amor a Veronica Lario tras su interpretación femenina en el «Magnifico Cornudo» de Fernand Cromelynk en 1980. Todo un flechazo.
Veronica era entonces una sexy y bella actriz de escaso éxito, de labios carnosos, mirada felina y clara que contrastaba con su oscura melena, mientras que Berlusconi ya era todo un magnate casado con Carla dall’Oglio con la que tenía dos hijos.
La pasión entre Lario y Berlusconi se desató en la antigua villa Bortelli, sede de Fininvest, en Milán, y fruto de ella en 1984 nació su primera hija, Barbara.
Un año después llegó el divorcio de su primera mujer y a continuación el nacimiento de otros dos hijos, Eleonora, hoy de 22 años y Luigi, de 20.
El 15 de diciembre de 1990 Silvio Berlusconi y Veronica Lario se casaban en ceremonia civil en el Palazzo Marino de Milán apadrinados por Bettino Craxi, ex presidente de la República.
Veronica Lario describió a su marido con una sola palabra: «irresistible», cuando fue nombrado primer ministro en 1994, pero nunca ejerció de activa primera dama.
Fue Berlusconi el que en 2002 se adentró en temas personales en público cuando se rumoreaba la existencia de una relación amorosa entre su mujer y el filósofo Massimo Cacciari.
En una conferencia de prensa con el entonces primer ministro danés, Lars Rasmussen, en el Palacio Chigi, Berlusconi dijo: «Rasmussen es el primer ministro más guapo de Europa, pienso presentárselo a mi mujer porque es más guapo que Cacciari».
Después de aquel episodio, las apariciones públicas de Veronica Lario se fueron espaciando, prefirió permanecer en un discreto segundo plano, se envolvió en un halo de melancolía y se enfrió la convivencia con su marido hasta su 50 cumpleaños, en 2006.
Su marido le organizó una fiesta sorpresa de dos días en Marraquech (Marruecos), en la que se disfrazó de bailarín marroquí y movió las caderas para diversión y gozo de su mujer.
Pero sólo se trató de un divertido paréntesis, porque a partir de entonces Veronica cogió la pluma y se dedicó a desahogarse y a verter sus sentimientos en los periódicos de la oposición del partido de su marido.
En 2007, antes de nombrarla ministra de Igualdad de Oportunidades, Berlusconi dijo de Mara Carfagna: «Si no estuviera casado, me casaría con ella inmediatamente».
Esta frase provocó que Lario exigiera a su marido excusas públicas, lo que Berlusconi hizo por medio de una carta enviada al diario «La Repubblica». «Aquí están mis excusas, tu dignidad es un bien precioso», escribió Il Cavaliere.
Antes de las discusiones actuales que han sido la guinda para Lario y que les conducen al divorcio -las bailarinas en las listas para la elecciones europeas y la visita de Berlusconi a una joven de 18 años en Nápoles-, el primer ministro dedicó un disco a su mujer.
El pasado mes de febrero escribió la premonitoria canción «Pero si te pierdo» para aplacar las iras de su mujer por sus desaires y coqueteos con otras mujeres.
«Vivo cada día con la angustia en el corazón. Siento que no sabría perderte, tú formas parte de mi. Pero si te pierdo todas las cosas más valiosas no tendrán valor para mi», escribió Berlusconi.