Ubicado en un área de aledaña al parque nacional La Tigra, La Cantadora se encuentra a unos 13 kilómetros de Tegucigalpa, la capital hondureña y en ella habitan obreros y agricultores que se dedican al cultivo de moras, fresas y vegetales.
En la zona también hay cultivos de flores que parecen brotar sin esfuerzo.
La ruta que conduce de la Capital hasta La Cantadora cruza la pavimentada carretera de El Hatillo, una de las zonas residenciales más exclusivas de la ciudad; luego una carretera de tierra abre paso hasta el pequeño poblado, en medio de una espesa vegetación, donde árboles centenarios se mezclan con pinares tiernos que dificultan la entrada de los rayos solares.
Allí está ubicado el lugar de nuestro destino. Se trata de la finca también denominada La Cantadora, donde su dueño, Rafael Salomón Flores atiende personalmente y con esmero sus siete hectáreas de sembradíos de moras que luego convierte en vinos.
![]() | Inició sus plantaciones hace 13 años, luego de recibir entrenamiento en la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola, (FHIA). Sus capacitaciones le permitieron asistir a escuelas especializadas en La Lima, en la zona norte de este país; en Guatemala y en Costa Rica. Mientras atiende a sus visitantes y les permite degustar sus vinos, Rafael conversa con Proceso Digital y cuenta de sus esfuerzos iniciales por exportar las moras que las tradicionales y burocráticas practicas estatales le impidieron lograr con el éxito deseado. |
Entonces, dijo, “decidí mantener mis cultivos y procesar personalmente la fruta”. Explica que lo hizo junto a su esposa Iris Graciela, una maestra de química con la que fue afinando y puliendo cada detalle hasta lograr dos variedades de vinos que ahora son el placer de los paladares de turistas nacionales y extranjeros que se acercan a su finca.
Rafael junto a sus trabajadores, atiende sus sembradíos y el procesamiento de sus vinos de forma personal. La variedad de sus moras es conocida como “brazos”, su tamaño es mayor que el de las moras de “castilla” y su dulzura también en más intensa. La mora “brazos” es originaria de Houston, Estados Unidos.
Las siete hectáreas de sus cultivos reciben mantenimiento totalmente orgánico. Las plantaciones son fertilizadas con abonos armónicos con la naturaleza a base de casulla de arroz, cal, carbón, melaza y gallinaza.
Luego vienen las cosechas que son dos anuales. Los cortes de las frutas se realizan en marzo y junio de cada año. Se extraen unas 400 libras de moras a la semana.
“El proceso conlleva mucha delicadeza desde el corte hasta que tenemos el producto final, el vino”, nos dice.
Cada año la finca La Cantadora produce más de cinco mil botellas de vinos que son consumidos por los visitantes, especialmente, – indica su dueño,- son turistas europeos, canadienses y estadounidenses. “Nos visitan también de universidades de los Estados Unidos, especialmente de Oklahoma”, explica mientras muestra orgulloso las fotografías donde se le ve feliz compartiendo con estudiantes norteamericanos. | ![]() |
Rafael Salomón Flores puede pasar largas horas hablando de sus vinos, por ahora está a la expectativa de la floración de sus siembras que se inicia a finales de febrero y se prolonga hasta parte de marzo.
Mientras atiende a sus visitantes este hombre mantiene su espíritu entrañablemente ligado a sus moras, a sus tierras y a sus vinos.