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La dispersión de la centro derecha pone en bandeja el poder al Chavismo en Honduras

Tegucigalpa -Mientras la izquierda aliada con retazos incoloros y una franja del Partido Liberal se encuentra unida de cara a los comicios generales del 24 de noviembre, la centro derecha hondureña, aunque mayoritaria según los sondeos del momento, ve amenazada su supremacía.
 

La posibilidad de acudir dividida al evento electoral de noviembre próximo daría un giro a la historia de Honduras.

La candidata del partido Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro, que se mantiene casi anónima y se cobija en la figura de su marido el ex presidente Manuel Zelaya, logra una importante intención de voto, la centro derecha, que según esos mismos sondeos es mayoritaria, responde atomizada.

En las encuestas Castro sale junto con el nacionalista Juan Hernández en la cabeza, van seguidos del presentador de televisión Salvador Nasralla quien se hace de lo suyo y del liberal Mauricio Villeda.

Castro logra virtualmente aglutinar el 99 por ciento de la base de la izquierda, así como de las corrientes liberales de centro izquierda, sin que la alianza de los partidos Unificación Democrática y Faper, las otras dos agrupaciones izquierdistas, logren dispersar el voto del núcleo de la izquierda tradicional.

Las encuestas dan la razón a los analistas en cuanto a que el techo electoral de la izquierda tradicional, fusionada con los que abandonaron el partido Liberal, es de un 25-30 por ciento aproximadamente. Una base que en los últimos días se ha movido con masivos retornos de libres a las huestes blanco y rojo.

La gran mayoría de la izquierda está concentrada en Libre, mientras la nueva alianza Unificación Democrática-Faper no logra concitar a los votantes izquierdistas hondureños. Esta alianza lleva en su fórmula presidencial al presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (Codeh), Andrés Pavón.

Libre y su mini-competidor de la alianza UD-Faper tienen en común su apoyo al socialismo del siglo XXI, su posición antisistema y su odio a lo que denominan los“poderes fácticos”, prometiéndose impulsar una constituyente que logre cambiar el actual “estado de cosas”.

También son seguidores del desaparecido expresidente Hugo Chávez y de su sucesor Nicolás Maduro y del resto de gobiernos de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba).

División

Pero el resto del arco electoral hondureño se encuentra ubicado en el centro y la derecha, cuyas expresiones electorales serán seis partidos políticos con igual número de candidatos presidenciales.

El centro y la derecha concentran más del 60 por ciento del voto que acude a las elecciones, pero deberán distribuírselo entre seis partidos, aunque la gran mayoría se dispersará entre tres grandes agrupaciones.

Dichas agrupaciones son el Partido Nacional que nomina a Juan Hernández; el emergente Partido Anticorrupción que postula a Salvador Nasralla y el Partido Liberal encabezado por Mauricio Villeda.

Las mismas encuestas indican que el Partido Nacional como el más grande y estructurado en Honduras.

Según las encuestas, las tres agrupaciones logran atraer más del 50 por ciento del voto electoral, pero divididos su realidad no es de privilegio en cuanto al posicionamiento con respecto a Castro.

Las otras expresiones electorales de los partidos pro sistema son Innovación y Unidad (Pinu), Democracia Cristiana y el emergente pro militarista Alianza Patriótica.

El candidato del PINU-SD es Jorge Aguilar, la Democracia Cristiana propone al diputado Orle Solís, mientras Alianza Patriótica será representada por el general Romeo Vásquez Velásquez.

Instituciones

Las encuestas destacan que a nivel de adhesión partidaria, el nacionalismo es el partido con mayor respaldo, seguido por el Liberal y en un distante tercer lugar Libre.

Pero está adhesión requiere despertar el fervor partidario de los adeptos que deberá traducirse en intención de votos.

En todo caso, la centro derecha hondureña asiste a unas elecciones donde por primera vez es amenazada su supremacía y el futuro del sistema político centenario del bipartidismo y pro sistema.

La división del voto centro derechista, como ocurrió en Venezuela y Nicaragua, puede dar lugar al ascenso y consolidación de la izquierda y de un modelo hegemónico que después se haga con las demás herramientas de poder.

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