La Mosquitia, fuerte plaza en disputa por el narcotráfico

Tegucigalpa.- Ubicada en el Caribe hondureño, con una exuberante vegetación que la hace el principal pulmón ambiental de Honduras, el departamento de Gracias a Dios, conocido comúnmente como La Mosquitia, se ha convertido en los últimos años en un atractivo paraíso para la narcoactividad por su lejanía, la frontera natural que comparte en sus aguas caribeñas con Nicaragua y la colindancia con los departamentos de Colón y Olancho, dos de las regiones donde la inseguridad se ha apoderado en los últimos años, según reportes del Observatorio de la Violencia de la UNAH.
 

La escasa presencia institucional, el abandono a que se ha visto sometida por décadas y las oportunidades que su naturaleza presenta para el trasiego de la droga, ha hecho que este pedazo de territorio hondureño se convierta desde hace algún tiempo en una plaza altamente disputada por las mafias del narcotráfico, al grado expertos aseguran que de sus seis municipios, al menos un 60 por ciento es controlado por pequeños carteles que cuentan con el apoyo de las comunidades para la efectividad de sus operaciones.

Fuentes dedicadas a la lucha contra las drogas consultadas por Proceso Digital señalan que regiones como Brus Laguna, Rus Rus, Palacios, Raya, Juan Francisco Bulnes, Ramón Villeda Morales, Wampusirpe, Ahúas, Cauquira y parte de Puerto Lempira (la cabecera municipal) se encuentran controladas por los carteles locales de la droga.

Afirman, incluso, que en comunidades como Rus Rus casi el veinte por ciento de su población ha abandonado sus tierras y sus viviendas huyendo de la violencia e inseguridad. Son desplazados de un pleito que no es suyo.

Preocupa incluso que algunos de estos líderes estén incursionando en proyectos sustentables como forma de disimular sus labores de trasiego. Incluso se aseveró que hace dos meses, un proyecto de la cooperación europea fue obligado a abandonar una de estas zonas, al darles los narcotraficantes un plazo de 15 días para salir de La Mosquitia.

La misma suerte estaría por suceder a otros proyectos de la cooperación internacional, algunos de los cuales se están replanteando su estrategia de continuidad o salida de la zona ante los niveles de inseguridad por la penetración del narcotráfico, confió a Proceso Digital una de estas fuentes internacionales que pidió el anonimato.

En su caso, uno de sus empleados fue víctima de las balas al quedar atrapado en medio de un enfrentamiento entre mafias locales, al grado que fue imposible sepultarlo en el cementerio local porque la comunidad tuvo varios días de fuertes enfrentamientos, la gente quedó atrapada en sus casas y la autoridad no tiene ni la logística ni los recursos para enfrentar el poderío de esas mafias.

La región de La Mosquitia figura en la agenda mediática por dos hechos: la tragedia de los buzos lisiados misquitos y el otro hecho es por los enfrentamientos del narco. Las autoridades de las Fuerzas Armadas no han dudado en señalar que existe mucha complicidad en algunas comunidades con los carteles locales de la droga, quienes les remuneran muy bien la protección y custodia del cargamento de droga.

Se han producido también enfrentamientos entre pobladores misquitos con los militares hondureños para evitar el decomiso de droga. Allí, en esa selvática región, las autoridades encontraron hace como tres años un cementerios de avionetas que habrían sido usadas para el transporte de cocaína. También se han registrado el decomiso de submarinos que se presume transportaban el codiciado “polvo blanco”.

Matanza trasciende internacionalmente

La Mosquitia es además atractiva para el narcotráfico porque sus aguas marítimas en la frontera con Nicaragua vuelve la ruta del trasiego de droga más cercana con Colombia y sus extensos ríos les permite un traslado interno más rápido de la mercancía, evadiendo así los controles de la marina y la guardia costera de Estados Unidos que coopera con las autoridades hondureñas en el marco de la llamada “Operación Yunque”.

El más reciente episodio por el que trascendió ese remoto departamento—en donde se asegura existe la llamada “Ciudad Blanca”—fue la muerte de un presunto capo nicaragüense al liarse a tiros con una banda rival.

El hecho se produjo en la región de Belén, en la frontera con Nicaragua, cuando estas bandas rivales se disputaban presuntamente el control de 700 kilos de cocaína. Una de las bandas era liderada por el nicaragüense Juan Carlos Villalobos Quiróz, alias “El muco” o “El misco”, quien llegó a la zona con dos lanchas y 40 hombres para el trasiego de droga.

“El muco” desde hace algún tiempo tenía el control en varias comunidades misquitas y de acuerdo a los relatos de pobladores que pidieron reserva del nombre, “era un hombre muy malo, sin escrúpulos ni piedad para matar”. Relatan como a base de potentes armas liberaba a sus compañeros de las frágiles celdas misquitas cuando eran capturados por la autoridad.

La muerte de “El muco”, a quien la Fiscalía Antidrogas seguía el rastro desde hace varios meses, dejó al menos cerca de 17 personas muertas, reportó el Ministerio Público luego de que la policía y los militares se llamaran al silencio y evadieran, hasta ahora, dar más detalles del caso.

Fueron precisamente los militares quienes informaron de la muerte de este capo local y también de un presunto hondureño apodado como “Fredy”, cuya muerte después fue descartada.

El coordinador de fiscales, Roberto Ramírez Aldana, dijo que “sobre la situación de los enfrentamientos verificados el día de ayer (lunes), efectivamente dos grupos al margen de la ley tuvieron un enfrentamiento en la busca de producto ilícito, en este caso droga y estupefacientes…tenemos reportes no oficiales aún que han perdido la vida 17 entre hondureños y posiblemente extranjeros”.

Carteles mexicanos y colombianos en La Mosquitia

Ramírez Aldana basó su versión en reportes ofrecidos por la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico del Ministerio Público. Luego trascendió extraoficialmente que una delegación de al menos 20 personas, entre fiscales, forenses, policías, militares y jueces especiales, habría partido a la zona del tiroteo, pero se desconoce qué encontraron y si existe algún reporte.

Este tema fue obviado bruscamente por las autoridades del país, en especial las encargadas de la seguridad y la defensa.

La magnitud de lo acontecido en La Mosquitia fue tal que el diario español El País publicó un artículo que tituló “Guerra de narcos entre Nicaragua y Honduras”, la cual tuvo una amplia difusión internacional.

En ese artículo, el analista y experto en temas de crimen organizado, el nicaragüense Roberto Orozco, dijo que en esa región del Caribe hay varios grupos ligados al narcotráfico que realizan labores de avituallamiento, protección y traslado de drogas a los grandes carteles de México y Colombia.

“Son vecinos que se meten a este negocio por dinero, pero que con el tiempo van ganando protagonismo, hasta formar estructuras locales que prestan servicios a varios carteles, aunque no tienen un compromiso fuerte con un cartel determinado: trabajan con el que mejor les pague”, explica Orozco.

Orozco afirma que esa zona de La Mosquitia honduro-nicaragüense tiene una fuerte influencia los carteles mexicanos de Sinaloa y los Caballeros Templarios, pero también el colombiano del Valle del Cauca.

En tanto, un informe sobre nexos entre drogas y violencia en el “Triángulo Norte” de América Central (Guatemala, El Salvador y Honduras) del Transnational Institute, indica que los niveles de violencia en estos países se vincula al desplazamiento de los carteles mexicanos hacia estos países, ante la guerra antidrogas montada por México.

Estos carteles mexicanos, sostiene el informe, tienen una habilidad para obtener el control de amplios espacios de territorio debido a su alto nivel sofisticado de organización, al grado que han comenzado a utilizar Centroamérica como un “almacén de drogas”.

De mantenerse esta tendencia, la hipótesis del experto Manuel Orozco sobre las grandes mafias que controlan en la franja misquita honduro-nicaragüense el trasiego de la droga es apenas un vistazo de la profundidad con que los carteles mexicanos están penetrando a Honduras.


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