Control al financiamiento pero no al balotaje

Por: Thelma Majía
Tegucigalpa.– Inquietos ante los últimos golpes a ciertos gobiernos locales por presuntos nexos con la delincuencia común y organizada, el parlamento hondureño agita su abanico de reformas político electoral con mayor acento en el llamado financiamiento de las campañas políticas pero sin querer entrarle a la reforma que conlleve la segunda vuelta o balotaje.

 
Dormidas desde hace más de dos años, las reformas electorales ahora cobran fuerza al trascender que en algunos municipios del país sus gobiernos locales pudieron haber sido financiados con dinero sucio procedente del crimen organizado o del narcotráfico.
 
La sombra de los llamados grupos paralelos de poder parece haberse extendido en varias regiones del interior del país, nombres van y nombres vienen, la clase política está temerosa porque no solo dinero ilícito de la criminalidad organizada les acecha, también plata procedente de la corrupción, siendo el caso del Seguro Social y los desmanes en Salud un recordatorio que cuando parece diluirse, retorna de la nada para inquietarles el sueño. La otra amenaza son las extradiciones.
 
La coyuntura para las reformas nunca había estado tan propicia pero parece ser el Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP) el más interesado en impulsarlas con fuerza, en particular lo relativo al financiamiento de las campañas políticas. El Tribunal Supremo Electoral no parece tener el mismo encanto, se le ve cauteloso para no meterse donde no le conviene.
 
Mientras unos pujan por transparentar el financiamiento de las campañas políticas, otros buscan retardar la otra reforma pendiente que es la llamada segunda vuelta electoral o balotaje que permita a gobiernos que triunfan con porcentajes inferiores al 50 por ciento de los votos, legitimarse en una segunda vuelta.
 
Los más entusiasmados con esta figura son los partidos de la oposición, en especial los nuevos en la figura del Partido Anticorrupción (PAC) y Libertad y Refundación (Libre), que de acuerdo a un último sondeo de opinión pública han entrado en un preocupante desgaste por no saber canalizar el entusiasmo que concitaron en las últimas elecciones.
 
En tanto, el partido en el poder, El Nacional, parece gobernar a sus anchas aunque sea minoría en el parlamento. Ha sido capaz de imponer su agenda y neutralizar a la oposición político partidaria con holgura y por tanto, es el más resistente a la segunda vuelta o balotaje.
 
Los diputados nacionalistas en la comisión electoral no dudan en salir al paso para oponerse a la idea de quienes impulsan el balotaje. Los argumentos nacionalistas son tan primitivos como que el comunismo se come los niños. La oposición parlamentaria lejos de refutarlos, los refuerza con sus posturas extremas de genocidio, dictaduras y otras diabluras. El debate de las ideas es sustituido en el parlamento por el debate del descrédito mutuo.
 
De ahí que la segunda vuelta electoral se aleje de la mesa de las reformas electorales como otros temas claves que fortalecen democracia como es el caso de las alianzas o las coaliciones con candidaturas únicas, algo inconcebible no solo para el oficialismo representado en el nacionalismo, sino que también para la oposición política que cree que por sí sola dará vuelta a un gobierno con el control de todo o casi todo.
 
A excepción de un tifón político imprevisto, como muchos imprevistos últimamente en este país, la figura del balotaje no parece tener fuerza y será difícil que cuaje, quizá un milagro.
 
Lo que sí parece que puede tener algún resultado es el financiamiento a las campañas políticas, ahí tal vez del lobo un pelo. La penetración del narcotráfico tiene de correr a las elites en el país y los escándalos que azotan a ciertos gobiernos locales vinculados a presuntos grupos de transportistas de drogas o de la criminalidad organizada se vuelve un acicate que obliga a todos los partidos políticos a querer blindarse.
 
Un blindaje que confiemos sea efectivo, de no serlo, frescas están también las palabras de la ex embajadora estadounidense Lisa Kubiske en septiembre de 2013, al trazar la ruta que Washington seguiría en Honduras en materia de lucha contra la narcoactividad.
 
Palabras más, palabras menos, Lisa Kubiske dijo algo así como que se van a llevar a los transportistas de drogas, a quienes les cuidan el negocio o hacen de topes para continuar escalando hasta llegar a quienes financian campañas políticas aunque en ese torbellino destruyan partidos políticos e incluso gobiernos. Guatemala es el mejor ejemplo.
 
De esta suerte, nuestras elites políticas o se ablandan o se blindan con las reformas en el financiamiento de las campañas o las ablandan o suben en un vuelo sin visa de retorno y con rumbo conocido. Esperemos.
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